Hermosa la magia de la vida, ¿no... ? Para serles sincera, tenía muchas
ganas de que Jaime poseyera mi cuerpo, ¡y mi mente!, pero después de estar en
sus brazos, definitivamente sé ¡que el cielo existe! La manera tan tierna y
pasional de hacerme suya, me tenía rendida a sus pies. Extrañaba un encuentro
así…lleno de besos, caricias, erotismo, ternura y ¡mucha pasión!; no me queda duda alguna de
que Jaime, es lo que mi cuerpo y mi alma necesitan. Después de tan frenético
encuentro, quedamos exhaustos… ¡el sabor a sal de nuestra piel nos delataba!
Sin embargo la historia no concluía ahí, ¡por el contrario!, Jaime se la había
jugado por mí, apostando todo a una completa desconocida. Muchos chicos
sintieron desconfianza cuando en algún momento, les solicite un deposito,
precisamente para asegurar su presencia, pero no él, nunca cuestiono nada de
mí, por el contrario; él fue quién me solicitó mi número de cuenta para
depositarme, y que ese día estuviera todo listo. Otra de las cosas que se me
olvidó mencionarles, es que Jaime no vive en la Ciudad de México, él vive en
otro punto de la república mexicana (Puebla) y vino (y después se vino en mi
jaja) exclusivamente para conocer a esta deliciosa putiniña que literal: LO HABÍA CAUTIVADO.
Ya en charlas anteriores, habíamos trazado un boceto de lo que sería
nuestro día, no era un plan formal como tal, porque tanto él como yo, nos gusta
lo espontaneo, sin apegos innecesarios a un guion, pero si teníamos una vaga
idea de a dónde ir, y que hacer. Ahí mismo en la habitación, se nos ocurrió
salir a caminar por las transitadas calles de la Ciudad de México. La idea definitivamente
me pareció ¡excelente!, y precisamente por eso nos alistamos para salir.
Después de una ducha y como toda chica vanidosa, me tarde un poco más de lo
habitual, ¡la ocasión lo ameritaba!. Me esmere muchísimo en cada detalle,
quizás él no lo sepa pero es la primera vez que me maquille casi a la
perfección, utilice un nuevo estilo, una nueva técnica que sin el afán de ser presumida,
me quedo padrísimo.
Pacientemente Jaime observaba la televisión, mientras esperaba a que
estuviera lista, nunca me reprocho mi tardanza, ni directa ni indirectamente.
Sin embargo mi conciencia si me apresuraba, bien sabía que tanto yo como Jaime,
no habíamos comido, por lo que me di prisa, ¡ya era muy tarde para comer! más
bien por la hora iba a ser una cena. Esos instantes, ¡esos bellísimos
instantes!, quisiera poder viajar en el tiempo para abrazar a Jaime y decirle
cuanto lo necesito, cuanto lo quiero. El reloj marcaba las 9:00 de la noche; ¡prácticamente
ya estaba lista! Aunque ya he salido con antelación a la calle, los nervios
empezaron a recorrer mi cuerpo. No es que no quisiera salir, ¡por el contrario
me daba mucha emoción! solo que de momento la ansiedad y los nervios, me
invadían, sin embargo con Jaime a mi lado ¡me sentía invencible!. Apagamos las
luces de a habitación, bajamos y dejamos las llaves al encargado del hotel. Ya
en la calle un fuerte viento soplaba, incrementando mis nervios, creo que mi
papacito lo notaba, pero finalmente el me daba seguridad. Me tomó del brazo haciéndome
sentir protegida, amada, mientras me continuaba cortejando.
Me decidí por un “outfit” casual y juvenil, mi idea tampoco era
incomodar a Jaime; ya que como ustedes bien saben, me gustan mucho los atuendos
sexys, los puti vestidos, y la lencería, pero hay una ocasión, un tiempo y un
espacio para cada momento; y esa salida para mi ¡era muy especial! Combine ese
atuendo con unos zapatos de tacón bajo, para no sufrir algún tipo de
inconveniente y un suéter de encaje que me cubriría del frío. Algo que nunca
voy a olvidar, es esa escena romántica… ¡caminar del brazo de Jaime! que orgulloso
me presumía por las calles de la fría ciudad. Supuestamente yo soy la chica
citadina, y tenía que tener un plan listo, sin embargo no sabía a dónde ir, que
sugerirle a Jaime, ¡rayos la verdad eso me frustraba!. Caminamos un poco más y
al no encontrar nada para comer, Jaime me sugirió ir a un lugar que frecuentaba
hace algunos años. Yo estaba muy a gusto, y finalmente lo que yo quería es que
él también lo estuviera, así que le comente que yo iría con el ¡hasta el fin
del mundo!, al mismísimo infierno de ser necesario. Hicimos la parada a un taxi,
me tomo de la mano para subir al automóvil (es todo un caballero), y
posteriormente abordó él. Imagine que el lugar quedaba a kilómetros de ahí, sin
embargo en breves minutos arribábamos al lugar, apenas si me dio tiempo de
contemplar algunas de las calles por las que pasábamos. Tuvimos suerte desde un
inicio, ya que el taxista no comento nada, ni me miró como bicho raro. Bien
dicen que cuando las cosas se dan, el universo conspira para que eso suceda.
Descendimos del taxi, y caminamos por la acera. Algunos curiosos nos
miraban con sorpresa, otros más caminaban ignorándonos, se podía acabar el
mundo es mismo día ante mis ojos, ¡y nada me importaba más que estar a su lado!
Jaime me señalo el lugar que estaba justamente frente a nosotros. No era el
típico lugar “de ambiente”, por el contrario era un lugar “buga”, un lugar muy
“nice” por cierto: La ópera bar (un
lugar que al igual que Jaime NUNCA voy a olvidar). Al llegar, las luces
iluminaban nuestros rostros, Jaime me tomaba del brazo. Nos aproximamos a la
entrada del bar. En la recepción nos atendió una chica que nos daba la
bienvenida. Me sorprendí mucho, por un momento legue a considerar la idea, de
que el personal nos negaría la entrada, pero afortunadamente sucedió lo
contario, nos atendieron de manera cordial.
La chica nos canalizó hasta nuestra
mesa. La mayoría de la gente que estaba degustando alimentos o bebidas, era
gente pudiente, adinerada, que ni siquiera se inmutó al verme, nunca me miraron
con despreció ni indiferencia, contrario a lo que sucede con gente común y
corriente, que te mal ve y te juzga sin siquiera conocerte. Nos sentamos y
Jaime ordeno una ensalada césar, tequila y refresco. ¡Por cosas como está vale
la pena vivir!... ¡si me concedieran un deseo, sería repetir esa noche con Jaime!...¡únicamente
eso, no pediría nada más!, no me importa el dinero, la fama, ni la popularidad,
siempre me ha importado más un buen amor que te sepa comprender y valorar. Esa
escena me parecía un sueño; ¡un hermoso sueño del que no quería despertar!
Cierro mis ojos…vuelvo a contemplar esa escena. Hoy me da un poco de nostalgia,
porque de la noche a la mañana las cosas con Jaime no van bien, y lo peor de
todo es que sé que yo tengo la culpa de alguna manera, me pregunto ¿qué
paso?...no me quiero poner triste, así que suprimiré esa parte.
La noche era magnifica, su compañía excelsa, aún seguía sin poder creer
que yo estaba sentada junto a él, compartiendo una de las mejores noches de
toda mi existencia. Ahora si teníamos todo el tiempo del mundo, para platicar
sobre nuestras vidas. La conversación de Jaime es alegre y diáfana, su charla
me envuelve, y su compañía embriaga mis sentidos. Ese lugar, es un espacio
donde te tratan excelentemente bien, para quién guste invitar a su chico o a su
chica, ya saben que ahí serán bienvenidos, se los dejo como tip, y para que no
les pase como a esta servidora, ¡que no sabía ni a donde ir! No se tardaron
mucho en traer nuestra orden, cabe mencionar que el personal te atiende bastante
bien, sin miramientos de ningún tipo, sin asco, sin prejuicios, aprovechando
este relato tanto esta servidora como Jaime, recomendamos al 100% la opera bar.
Dice una canción de José Alfredo Jiménez, “cuanto me debía el destino, que con
Jaime ¡me pagaba!”, esa noche era un sueño ¡hecho realidad!
No es por alagarlo, (porque sé que me estará leyendo, o eso espero),
pero con él descubrí un mundo nuevo, nunca me habían tratado con tanta ternura,
con tanto cariño, con ese ahínco, que le brotaba por todos los poros. Jaime es
un caballero en toda la extensión de la palabra, con el ¡todo lo encuentro!:
pasión, deseo, ternura, sexo, y un cumulo de emociones que hacen vibrar mi
cuerpo y mi alma. La noche era de ensueño, compañía inmejorable, música, ya ni
siquiera sentía el frío que hace apenas unos minutos recorría mi cuerpo.
Compartimos muchas anécdotas, vivencias, reímos… y en ocasiones me robaba un
beso frente a todos los comensales. Sus manos gruesas y varoniles se posaban
sobre las mías, haciéndome sentir querida, amada...¡Jaime eres encantador! Dios
te bendiga por brindarme una noche tan maravillosa.
Terminamos de cenar, y como la noche era joven, decidimos buscar otro
lugar para seguir con nuestra hermosa aventura. Caminamos un poco, tomados de
la mano como novios de secundaria, sin prisas…mirándonos con mucho amor.
Estuvimos vagando por las calles aledañas al Palacio de Bellas Artes, buscando
la un bar para seguir charlando. Justamente ahí nos abordó una chica que de
manera mal intencionada nos dijo: “les ofrezco algo chicos”, pretendiendo hacerme sentir mal. Afortunadamente,
tiene bastante tiempo que me vale un reverendo sorbete la opinión de la gente,
por lo que esboce una sonrisa, para hacerle saber que en lo más mínimo que NO me hirió su comentario, al
mismo tiempo que le decíamos “no
gracias” (idiota jaja).
Pronto, nos acercamos a una calle más transitada, mucha gente nos
volteaba a ver con sus falsas miradas. Sin embargo, a nosotros no nos importó
en lo más mínimo, y continuamos caminando. Quisimos seguir la velada en un bar
de esos que tienen mesas en la calle, pero el encargad nos dijo “que ya estaba
por cerrar”…yo sé bien que no nos quiso atender, precisamente por mí. En ese
momento si me sentí mal, y no por mí, por Jaime, pues finalmente el no tenía la
culpa de encontrar gente sin cerebro. “No te preocupes Pily” –me dijo con
ternura- y seguimos nuestra caminata. Esos ojos preciosos, me motivaron toda la
noche, sus palabras, sus cálidos besos. Lo confieso hasta ahora, solo Jaime ha
sido capaz, ¡de hacerme sentir, REALMENTE FELIZ!. Su comprensión, su cariño,
¡su todo! llenaron mi noche ¡de
felicidad! Esa ternura en su mirada, hablaba sin decir palabras, me
envolvió en algo tan bello, ¡lleno mi noche de alegría!
Esa noche me enamoré perdidamente…Jaime eres un sueño, ¡un sueño bello!
eres mi alegría, el dueño de mi amor. Nunca creí encontrar el amor así, enamorarme
de él… ¡no pensaba!, pero de pronto mi cielo brillo, y sentí lo que nunca mi
corazón sintió. El oír su voz, el mirar su cara y sentí su piel, era mejor que
tener a mis pies, todas las estrellas del firmamento juntas. Seguimos caminando
y llegamos a un Sanborns con la intención de tomar un par de tragos coquetos.
Desafortunadamente había mucha gente, pero Jaime tenía un haz bajo la manga,
¡conocía otra entrada! Rodeamos el restaurante, y justamente por la otra puerta
pudimos ingresar, aunque no nos atendieron en el lugar que pretendíamos, porque
ya estaba cerrado, logramos llegar hasta el bar.
Nuevamente de su mano, y con el calor de sus besos que por cierto, me
reconfortaban, haciéndome sentir como en casa, pedimos una mesa. Rápidamente
nos atendieron, pedimos una bebidas que vinieron acompañadas de una deliciosa
botana. Cabe mencionar que en ese lugar, también fuimos atendidos por el
personal que se portó excelentemente bien, por lo que igualmente recomendamos
(Jaime y esta servidora) el Sanborns de los “Azulejos” que está en la calle de
Madero. Nuestras miradas coincidían, nos besamos sin importar “el que dirán”;
por el contrario ¡Jaime siempre se mostró orgulloso de que está dulce niña, lo
acompañara!. Tenía que existir un lugar para nuestro amor, sin envidias, sin
maldad, sin tanto desconcierto y fue justamente ese bar. Perdí completamente la
noción del tiempo, me senté sin preocuparme, al final sabía que iba a pasar la
noche con él, y aunque estaba ansiosa de que eso sucediera, me dispuse a
disfrutar de mi instancia sin ningún tipo de prisa. Platicamos de cuestiones
personales, de cosas de nuestra infancia, situaciones que por la confianza
mutua que se dio, nos atrevimos a contar. De reojo percibí la entrada y salida
de varias personas, el reloj seguía avanzando, ¡ya no quise mirar la hora!,
solo tome su mano y nuevamente nos besamos.
El tiempo inexorable verdugo, transcurría; y la velada fue interrumpida
por una de las chicas que atiende el bar, nos avisaba que estaba próxima a
cerrar, teníamos prácticamente cinco minutos para partir. Si no hubiese sido
por esa advertencia, ni cuenta nos hubiéramos dado de que ya eran la una de la
mañana. Nos fuimos del lugar, no sin antes tomarnos unas fotos en el pasillo
del bar, por las fiestas decembrinas es que se puede apreciar una piñata, así
como arreglos navideños. Estuvimos unos minutos fuera del Sanborns, Jaime sacó
un cigarrillo y me ofreció uno. Inmediatamente sacó su encendedor y se dispuso
a encender mi fuego (el del cigarro jaja, después hizo lo mismo con mi fuego
interno). Por el aire que estaba haciendo, el cigarrillo no encendía, sin
embargo en un rato de suerte, ya estábamos fumando. El frío de la madrugada se
colaba por mis piernas, recorriendo toda mi humanidad. Me quise hacer la valiente
pero la verdad es que no pude, Jaime se pudo dar cuenta de que me dio mucho
frío.
Caminamos hasta la avenida principal, esa que da justamente frente al
palacio de Bellas Artes, y aunque la noche era fría, para nosotros auguraba
mucho calor. Esperamos en la acera para abordar un taxi nuevamente, había mucha
gente, a esa hora en ese punto de la ciudad, parecen las seis de la tarde.
Preguntamos la tarifa y a decir verdad el taxista abusaba, por unos cuantos
metros nos exigía una cantidad muy injusta. Sin embargo no nos quedaba de otra,
ya estábamos a altas horas de la madrugada, como para irnos caminando, y estoy
segura de que Jaime de ninguna manera me expondría a la inseguridad del asfalto.
Precisamente por eso, decidimos subirnos al taxi. De repente y de la nada, un
sujeto se empezó a liar a golpes con otros, muy cerca de donde estábamos. De
hecho el taxista que nos iba a llevar, se bajó. Miramos por el espejo
retrovisor y posteriormente volteamos, pudimos apreciar que en pocos segundos,
se armaba una verdadera batalla campal. Afortunadamente un policía del
agrupamiento turístico, impuso el orden, disipando la gresca.
El taxista regreso al vehículo y arranco. Le mencionamos hacia donde nos
dirigíamos, la verdad es que en la noche, la ciudad es otra, me desubique
completamente, aunque avanzamos unas cuantas cuadras, yo no sabía a ciencia
cierta donde estábamos. Poco falto para que nos pasáramos, Jaime también desconoció
por un momento la calle de Perú, que fue donde estábamos alojados. Después de
liquidar la cuenta con el chofer de la unidad, descendimos. El hotel ya estaba
cerrado. Por un momento sentí nervios, pensando que no nos abrirían, pero solo
era mi imaginación. En un par de segundos, el encargado del lugar nos dejaba el
paso libre para entrar. Nos entregaron la llave, y subimos a nuestra
habitación. El silencio del lugar, fue fiel testigo de nuestro arribo. Ya
dentro de la habitación, nos sentamos, nos miramos, y nos volvimos a besar. Ese
día aliste dos atuendos: con el que saldríamos a la calle, y uno más: el de
monja, que lo incitaría a pecar. Ya no se bien qué hora era, pero cálculo que
serían como las dos de la mañana. Me aliste rápidamente con el disfraz de monja,
que calentó riquísimo a Jaime. Inmediatamente me cubrió de besos, recorriendo mi
cuello, mi espalda, mis oídos…con voz sensual, despacio y al oído le dije: SOY
TUYA. Correspondí a sus besos húmedos, con besos ardientes, nuestras lenguas
comulgaban en un ritual de amor. Mi piel se estremecía cuando sus manos me acariciaban…apenas
tenía un hilo de voz para decirle: ¡deseo y te quiero!
Deslizando sus manos por mi cuerpo, inmediatamente provocó a la hembra
que vive en mí ser, esa que solo despierta con el ímpetu de un verdadero macho
que la sepa azuzar. No podía esperar menos, ansiaba ser suya de una vez, y poco
me falto para suplicarle de rodillas, ¡que me penetrara! Sin embargo su lengua
juguetona y deliciosa, se incrusto justamente en mi colita, que para ese
momento era un mar de fluidos, estaba completamente derretida, ansiosa porque
Jaime entrara una vez más en mí, su bigote me hacía cosquillas, provocando
completamente mis instintos. Con él, quebrante TODAS las reglas de seguridad
que suelo llevar a cabo en todos y cada uno de mis encuentros, no me pregunten
porque, solo les puedo decir que mi cuerpo no solo se identificaba con su
deseo, mi alma hacía una conexión estupenda con la suya. A pesar de que era la
primera vez que lo veía, no era un extraño para mí, esas horas al teléfono y
las charlas por Facebook, definitivamente derribaron esas barreras. Quizás por
eso se robó también mi corazón, porque en cada llamada aunque no lo tenía
físicamente presente, ¡cerraba los ojos!... imaginándome que me hablaba al
oído, con mucho amor, ¡con mucha ternura!; una ternura que no había
experimentado jamás, creo que ni en mis mejores sueños.
Por seguridad no suelo pasar la noche con un completo desconocido, mucho
menos salir a las calles, nunca sabes quién está del otro lado de la pantalla y
que es lo que en realidad pretende, pero ¡no Jaime! Sé que de ninguna manera
haría algo que perjudicara mi vida, por el contrario, además se esmeró en complacer cada uno de los caprichos de mi
cuerpo. Sentí que su pene ya estaba listo para insertarse en mi culo, que
finalmente es lo que tanto yo anhelaba. Sin embargo quise corresponder al
delicioso sexo oral que me había dado, por eso metí su delicioso y grueso pene,
en mi boca; dándole una deliciosa felación. Me sentía como niña en dulcería,
comiendo el mejor caramelo, el más más rico, el más GRANDE. Le chupe los huevos para excitarlo más, cuando mi lengua
recorría su glande, me pude dar cuenta de cómo su miembro, se endurecía. Me
comí su pene de un solo bocado, mientras con mis manos acariciaba sus huevos.
¡Qué delicioso se veía por los espejos!, me hubiese gustado tener una foto,
aunque sea para tenerla de recuerdo, aunque sus besos y sus caricias, se
quedarán como tatuajes en mi piel.
Ya estaba más que lista para ser su mujer una vez más, así que coloque
un poco de lubricante en mi colita, que para serles sincera, creo que ya no lo
necesitaba, la lengua de mi papacito, me había dejado bien dilatado el culo. Me
acerque a su cuerpo ardiente, con el deseo de amarlo, nos dimos un beso muy
candente, incitando al deseo. Acaricie su cuerpo con mis manos, rose su boca
suavemente con mis labios, y me dispuse a libar cada parte de su ser. Jaime puso
su pene en la entrada de mi ardiente cavidad, no puse ningún tipo de
resistencia, y deje me penetrara sin condón. Sé que muchos me van a criticar por
este punto, pero a estas alturas de la vida se lo que hago, porque lo hago y
con quién lo hago. No me arrepiento, ni me arrepentiré absolutamente de NADA, de lo que sucedió.
Con una luz tenue de las lámparas, dimos rienda suelta a nuestra pasión,
quemándonos en la hoguera de ese fuego de amor. Esa noche nunca se me olvidará,
ni los besos que le di, yo jamás podré olvidarlo porque a partir de esa noche, lo
llevo MUY dentro de mí. Voltee nuevamente a los espejos y ahí pude contemplarlo
en toda
su dimensión: su piel, su cuerpo robusto, sus manos
sosteniendo mi cadera, introduciéndose muy dentro de mí; algún hechizo
especial sentimos Jaime
y yo, cuando
hacemos el amor, no quisiéramos que eso terminara ¡jamás! Me hacía
estremecer cuando su aliento de fiera salvaje se introducía en mis oídos llenos
de palabras deliciosas, que él pronunciaba, por eso me entregue sin pudor
alguno, ¡al natural! Cambiamos de posición, me puse boca abajo, y mi macho se
montó encima de mí, sentí sus labios en mi oído, su lengua en mi nuca; solté un
alarido de placer cuando dejó caer todo su peso sobre mi cuerpo, que ansiaba
exprimir hasta la última gota de semen de su delicioso miembro. Perdida en el
deseo, ya éramos uno solo, Jaime ya cabalgaba por lo cielos, montado en una
potranca joven con la que recorrería
los espacios abiertos
hasta llegar al
final del universo. Mientras me cogía con mucha pasión,
quede convencida de que jamás volvería a tener otro hombre como él. En ese
momento y en silencio, juré guardarle lealtad, pasara lo que pasara, aunque por
temor no se lo confesé.
La vida seguía su marcha y su rumbo indescifrable. Yo me negaba a ser la
hoja de un árbol sujeta a los caprichos del viento. Disfrute cada momento, como
si fuera el último de mi vida. Fue algo delicioso ¡definitivamente!, pues
cuando Jaime me confesó venirse, yo también apresure mi clímax, por lo que casi
a la par, terminamos inundados en un mar de fluidos. Sentí toda la furia de su
cuerpo inundando el mío, mi humanidad se estremecía, mi culo continuaba
apretando su delicioso miembro que eyaculaba dentro de mí. Nuestros cuerpos
quedaron exhaustos, complacidos y extasiados. Apenas me quedaban fuerzas para
incorporarme, tomar un poco de papel y limpiarnos un poco. Jaime era la
respuesta que tanto pedía a Dios, cuando me mira me vuelve loco el corazón, su
sonrisa me incita al amor, definitivamente viajo lejos cuando escucho su voz.
Me recosté a su lado sintiendo esos brazos fuertes como robles, pero
cálidos como una tierna mirada, aprisionando mi humanidad. Nos besamos…cálculo
que serían las tres de la mañana, la verdad es que no quería saber del
tiempo...definitivamente ya nada me importaba. Me acurruque en sus brazos, finalmente
el cansancio nos venció y nos dormimos. Fue una sensación maravillosa, por fin
sabría lo que es despertar a lado de alguien. Habrá quien me crea habrá quién
no, pero este relato como todos, lo escribo desde el fondo de mi corazón, y les
confieso que Jaime, es la PRIMERA PERSONA, CON LA QUE ADEMÁS DE PASAR LA NOCHE,
DISFRUTO DE UN ¡DELICIOSO AMANECER!
Me desperté un poco antes que mi papacito, y aproveche ese tiempo para
contemplarlo, ¡es un placer verlo dormir! Jaime es un jugoso fruto del trópico,
robusto, cabellera abundante de
chinos, él tiene una sensualidad exquisita;
labios gruesos, ojos cafés
profundos…¡intensos!, piel
blanca, alto, nariz griega, un rostro tierno que cautiva, manos gruesas y varoniles, dedos candorosos, fuertes,
uñas impecables. Trato dulce
y generoso, sin pretensiones ni
arrogancia, hablar reposado,
espontáneo, de sonrisa
pronta, y talentosa; ágil en sus respuestas, penetrante, eternamente
curioso, culto, amante de un, no sé si decirlo deporte como tal (nunca se lo
pregunte), lo que si se, es que es fanático de un arte, porque en su ejecución
se apela al lucimiento artístico y emoción estética; también es una técnica
porque la persona que lo practica tiene que cumplir con innumerables
requerimientos técnicos específicos, así como la muy estricta aplicación de la
geometría con la finalidad de evitar ser herido, muchas veces, con
consecuencias mortales. No mencionaré exactamente que es por respeto a
identidad, y a su persona.
Seguí contemplándolo, y me puse a pensar en esa noche que hablamos en el
bar, en la cual conocí una buena parte de su vida. Me cautivó. Sin duda se
trataba de una hombre valioso, que antes de EXCELENTE amante, es una
EXTRAORDINARIA PERSONA, empática y desinteresada. No
tardé en percatarme
de que mi lengua le seducía, su inclinación me
resultó evidente. Siempre deseé tener
a un hombre maduro, que fuera mi máximo tesoro, una fuente de energía
inagotable a mi lado, para que me transfundiera su ánimo, vigor, vida, optimismo, de
tal manera que
nunca se agotara
mi curiosidad por la
vida. Jaime me produce un delicado sentimiento de
ternura, cuando me muestra al
hombre protector que
vive en su
interior. Su candor,
su sensualidad, su
inocencia, su mirada encantadora muy
pronto se fueron apoderando de mí. Todo eso me excitó, e instintivamente, tome
mi mano y baje hasta su delicioso miembro, que ya estaba inyectado de sangre,
firme, erecto, ¡duro! No me percate si ya estaba despierto o no, sin embargo lo
empecé a masturbar. Puse un poco de saliva en mi mano, misma que traslade hasta
la entrada de mi culo, que ya estaba muy caliente por volver a sentirlo. Apenas
se asomaban los primeros rayos del sol; bien sabía que en cuanto amaneciera, mi
papacito tenía que regresar a su casa, así que no desaprovecharía esta
deliciosa y tentadora oportunidad.
Me coloque de espaldas, sin soltar su delicioso miembro, y de un tajo lo
inserté en mi culo. Sentí un poco de dolor, sin embargo; fui dándole ritmo a la
cabalgata. Jaime abrió los ojos, y para ese momento yo me encontraba profundamente
ensartada en su deliciosa verga: él me tomo por la espalda para penetrarme si
piedad. Hicimos a un lado las cobijas, pues nuestros cuerpos ya eran un tizón
encendido, gemíamos, sudábamos, con un hilo de voz le dije al oído “soy tuya
papacito, cógeme, cógeme rico amor, ¡embarázame!”. Jaime se acostó boca arriba,
y yo me clave hasta el fondo, hasta chocar con sus huevos. Me incline para
besarlo, insertando mi lengua traviesa que lo enloquecía. ¿Cómo
respondería si exhalaba
mi aliento tibio
en su boca?
Jaime se retorcía, siendo sensible a mi iniciativa. Tuvimos una conexión
sexual sorprendente, yo acataría como una recluta disciplinada, todas sus
órdenes; por lo pronto dejaría el resto a la imaginación. Lo cabalgue con gran
ahínco, de hecho sorprendí nuevamente a Jaime; algo que me daba mucho miedo no
lograrlo, pues él es una persona de mucha experiencia, lo mismo ha conocido a
las más bellas mujeres que a las mejores travestis, estaba temerosa de no ser
lo que el buscaba, pero ¡lo estaba logrando! al sintonizar nuestras mentes en
la frecuencia del amor. Esa hermosa mañana, amparada al calor de dos seres que
se aman, el cielo pintado de azul, Jaime es un ángel que lleva la luz, ¡un guía
que debo seguir! Nunca olvidaré la delicadeza con la que se desprendió de sus
temores, de sus inhibiciones, entregándose a mí completamente. No pude más y le
dije al oído “embarázame mi amor, dame toda tu leche”…Jaime arremetió con más
fuerza, sus huevos chocaban con mis nalgas. Yo en ese preciso momento me
encontraba en el paraíso, ¡hoy sé que de verdad existe! Beso a beso,
acariciándonos: en un umbral lleno de pasión, su corazón y mi corazón se
unieron en esa locura de amor.
Jaime nuevamente inundo mi culo con su deliciosa y ardiente leche que,
me escurría por las nalgas. Jamás pensé que iba a amarlo tanto, ¡tanto!…sin
medida, ni hipocresías, estaba convencida de que él me quería, y yo no
definitivamente ya no iba a poder estar sin verlo, sin respirar su dulce
aliento, y demostrarle lo que siento, porque DE VERDAD lo amo y lo quiero. No
iba a dejar que partiera sin que me poseyera una vez más, sin probar una vez
más sus dulces labios, su piel desnuda. Es un ángel de hombre, que poco a poco
se entregó, en cuerpo y alma se entregó. Cuando lo vi sonreír, se despertó en
mi pecho, una pasión que jamás pensé que llevaba dentro….así llego el amor y se
metió en mi almohada, pintando con ilusión, mis sueños y mi mañana, así llegó…viajando
en su mirada, y con un beso logro, ¡anidare en mi alma! Después de hace el amor
como dos fieras salvajes, este bellísimo cuento de hadas estaba por concluir, con
un final nada ortodoxo. Yo sabía que Jaime tenía que regresar a su casa, y yo a
la mía, siempre fue sincero conmigo, nunca me prometió nada más…sin embargo yo
si quería algo formal con él, Jaime ¡es un excelente ser humano!
El tiempo pronunciaría,
con la debida
sonoridad, y en el momento preciso, la cruel e inexorable despedida.
Después de tomar una ducha Jaime alisto sus cosas, no pude… ¡no podía evitarlo!
Me dolía bastante su partida; hay veces que convives con una persona y no
terminas de conocerlo; sin embargo a mi papacito, lo termine de conocer en una misma
noche. Teníamos pensando desayunar juntos, sin embargo de último momento me
dijo que no. Respete su decisión, ya que él quería llevarse el recuerdo intacto
de Pily, y si me veía cómo niño, definitivamente eso no sería posible. Sentí
que el mundo se terminaba cuando escuche sus palabras: “Lamento no estar a tu
altura, tú necesitas a una persona que apague tu pasión”. Sé que de amor nadie
se muere, y que tenía que aceptarlo…qué fácil es hablar así, qué fácil es
pensar por mí, qué fácil…para quien va a partir.
No hice nada para detenerlo aunque ganas no me faltaban, confieso que
soy una loca, pero una loca cuerda, ni siquiera me paso por la mente; no pretendía
arruinarlo todo…así como él se marchaba con el recuerdo intacto de Pily, yo también
haría lo mismo con el suyo, además por supuesto, del grato placer de llevarlo
siempre dentro de mí, ¡muy dentro de mí! Después de tomar una ducha, y guardar
a Pily en la maleta, estaba lista para despedirme de ese cuarto, que fue el
lugar donde viví una de las mejores noches de toda mi existencia, un espacio donde
comulgaron el amor, los besos, las caricias, el sexo y la pasión.
Observe la cama destendida, con las cobijas y las sábanas revueltas,
producto de la consumación de nuestro amor, me daba mucha nostalgia…no quería
irme pero finalmente Jaime ya no estaba ahí. Cerré la puerta, sintiendo un
enorme vacío en el corazón. Salí y la brisa helada recorrió mi rostro, como si
quisiera consolarme…como si comprendiera mi pesar. No tome quise tomar el metro
de Bellas Artes, aunque me queda cerca preferí caminar hasta Salto del Agua,
por todo el eje central. No pude evitarlo, no sé si sean demasiadas hormonas
femeninas las que viajan por mi cuerpo, o todas las cosas que de repente se
juntan y que finalmente a la menor provocación, ¡explotan! Justamente sentí
como una lágrima gruesa rodaba por mi mejilla, pensando en que quizás nunca más
volvería a ver a Jaime, ese señor tan hermoso que me había robado el corazón.
Ya no me importo que la gente me viera, mis lágrimas pronto se
convirtieron en un llanto inconsolable. Llovía dentro de mi alma, y nada podía
hacer para evitarlo. El eje central es una avenida muy larga, tuve tiempo para
desahogarme y saciar mi llanto. No quería llegar a mi casa y que notaran mi
semblante triste, abordé el camión y entre la desvelada y mis lágrimas me
venció el sueño. Ese fin de semana fue muy difícil. Mi madre me conoce muy
bien, sabe cuándo algo me sucede, pero calla para no afligirme más. Ese domingo
estuve en estado “zombie” hasta la noche. Soy de las personas que lloran todo
un día, pero al día siguiente se levantan para iniciar de cero. Y eso fue
justamente lo que hice, Jaime ya me había manifestado su postura y sus
argumentos, faltaba mi respuesta.
Pilar es una mujer muy fuerte a quién admiro, parece muy frágil pero me
reconforta saber que se recupera y que se levanta con el doble de fuerza.
Justamente en esos días, me propuse reconquistar a Jaime, afortunadamente él, ¡me
acepto en su vida! Nuestro ritual se mantuvo intacto, y esas llamadas y
mensajes por Facebook, avivaban esas cenizas que nunca dejaron de arder. Justamente
en una de esas charlas le declaré mi amor, y le dije que estaba dispuesta a viajar
a Puebla para conocerlo;…Pilar ¡lo logro!, sé que no iba a ser una tarea fácil,
pero tampoco me iba a dar por vencida, ¡no con él! Cuando me dio el “si”, me
convertí en la mujer más dichosa de toda la galaxia, y creo que eso se notaba.
Las personas me percibían un “algo” diferente, lo que no sabían es que el amor,
era el combustible para el motor de mi corazón.
Les confieso que JAMÁS había viajado a Puebla, ni siquiera tenía idea de
donde estaba, como llegar. Solía ser una chica miedosa (en el sentido de no
vivir una aventura sin importar lo demás) hasta hace apenas un año y medio,
cuando tenía un trabajo formal, donde aparentemente eso me “limitaba”, nunca me
di cuenta que yo era mi peor enemiga, dejé que mi miedo infundado, hablara por mí.
Sin embargo, ahora nada me limita, estoy haciendo cosas que, muy probablemente
si tuviera trabajo, no haría. Bien dicen que por algo pasan las cosas, solo que
en el momento justo no las entendemos. No tengo familia ni conocidos en Puebla;
hace muchos años un amigo me invitó a su boda, pero en ese entonces se rumoraba
que en la carretera a Puebla, asaltaban, como les digo me deje llevar por el
miedo, y por el maldito miedo ¡no fui!
Sin embargo esta vez era diferente, no estaba dispuesta a permitir que
mis miedos imperaran, y me la jugué me aventuré a abordar el autobús que me
llevaría a la tierra del camote; ¡adivinaron! Si iba por camote, pero no
cualquiera….el camote de Jaime, el más rico, el más sabroso…¡MI camote!. Se que ya me extendí
más de lo debido, así que para no aburrirlos, eso será motivo de mi siguiente
relato, espero que les haya gustado, nos leemos en el siguiente post, que
tengan… ¡ricos orgasmos!
PD: Jaime si me estás leyendo: TE AMO, NUNCA LO OLVIDES!!!