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martes, 31 de mayo de 2016

¡El REENCUENTRO!



Para que les miento…la verdad es que me había hecho a la idea de que mi nene Fernando, ya no tenía interés en está servidora. Habían pasado ya bastantes meses después de aquel encuentro tan candente y frenético, para ser exactos cuatro largos y pesados meses  Me había acostumbrado a sus manos, a sus caricias, a esos mensajitos que aunque breves realmente me hacían el día. No había dejado de extrañarlo porque mi cariño es como un volcán, y ese fuego ya me estaba quemando el alma, sentirlo lejos me hacía mucho mal, quizás les suene extraño, pero la dependencia que mi cuerpo sentía por su presencia, era algo similar a respirar, sin él la vida ¡me sabía a sal! Desde que se fue se apagó mi sol, de un momento a otro mi mundo se estaba desquebrajando, primero fue la enfermedad de mi madre, posteriormente la ausencia involuntaria de mi nene y por último la amenaza de despido en la empresa donde todavía presto mis servicios.

Enero fue un mes muy pesado y no solo hablando de trabajo, a Dios gracias para esos momentos mi madre se recuperaba de su enfermedad, pero las tensiones cada vez eran mayores en la empresa; perdimos un contrato que, dio como resultado el despido de varios de mis hoy ex-compañeros. Esta nerviosa, triste…como barco a la deriva sin saber qué hacer. Me preocupaba mi status laboral, ya que aunque somos varias hermanas, yo soy la única que se hace cargo de la manutención y medicinas de mi señora madre. Todavía no tenía la certeza de mi permanencia en la empresa, y para colmo no tenía con quién compartir eso momentos, pues mi nene se encontraba en Sudamérica trabajando arduamente.

Por esa razón es que también me llegue a ausentar de mis redes sociales, este ajetreo momentáneo me traía vuelta loca. Precisamente por esa razón es que me quede sin propuestas, había semanas completas en las que no me conectaba, mis jornadas llegaron a ser de más de doce horas, prácticamente solo llegaba a bañarme, comer, dormir y al día siguiente repetir la misma rutina No suelo ausentarme más de dos días de mis redes sociales, cuando eso sucede regularmente les aviso para que no crean que los estoy ignorando.
No sé si para bien o para mal, pero el tiempo seguía avanzando, parecía imposible por todas las cosas que estaban sucediendo; por una parte quería que se detuviera el tiempo, pero por otra que avanzará, esa contrariedad de emociones me tenía harta. Regrese a principio de Febrero para reanudar contacto con ustedes a través de mis redes sociales, a mi regreso encontré muchos mensajes, comentarios, propuestas, lamentablemente el tiempo era muy poco para aventurarme a conocer a alguien, suelo ser muy cautelosa, pues lo que menos busco al relacionarme con alguien son problemas. Aún sin noticias de Fernando, me atreví a festejar el catorce de febrero ¡como nunca antes lo había celebrado!. No ahondaré en detalles pues este tema ya fue motivo de un relato, por lo que continuaré con lo que le atañe a esta aventura.

Concluyó el mes de Febrero favorablemente, aún con la esperanza de volver a ver a Fer, le escribí en Marzo. Quizás no lo noto pero era como un mensaje de “auxilio”, el embrujo de su mirada, y la dependencia de mi cuerpo a su presencia cada vez era más grande. Yo sabía que las condiciones para comunicarse conmigo eran diferentes y adversas a las que tenía en la oficina de México, sin embargo y por más que traté de justificar su ausencia, no me podía engañar a mí misma. Me gusta ser una chica diferente, para quién tiene el placer de conocerme, sabe que no soy nada complicada, que suelo ser extremadamente comprensiva, y que entiendo a la perfección que hay prioridades en esta vida, lógicamente y entre las más importantes está el trabajo. Sin embargo su abandono repentino me estaba causando un cierto malestar. Y es que siempre he dicho que por más ocupado que uno esté, siempre hay un pequeño receso en el que podemos escribir unas cuantas líneas, comprendo que hay periodos de trabajo extenuante, pues yo lo experimente a principios de año. No hacía falta que él me escribiera para justificarse pues, yo lo hacía antes que él. 

Esto se estaba convirtiendo ya en un círculo, escribir a la nada sin obtener una respuesta; y aun así me empecinaba a continuar con el ritual. No pude cambiar a Fernando por nadie más pues, no es tan simple como “un clavo saca a otro clavo”, además estoy consciente de que no hay personas que piensen igual, que quieran igual, que hagan el amor igual…no cabe duda que es verdad que la costumbre, es más fuerte que el amor (como dice la canción). Había ocasiones en las que ya no quería ni conectarme, pues su ausencia era un roble que seguía cargando a cuestas, sin embargo en esos meses hice una bonita amistad con algunos chicos que aunque todavía no tengo el gusto de conocerlos personalmente, me ayudaron a superar estas vicisitudes. 

Un día común como cualquier otro, me conecte para interactuar con mis seguidores a través de Facebook, había varios mensajes como siempre, pero hubo uno que capto mi atención por varios minutos. Si, ¡se trataba de Fernando!…este mensaje me tomo por sorpresa, por un momento creí ver la luz, pensé que sería el mensaje definitivo que marcara el fin a mi soledad. Esperaba que se mensaje finiquitara la búsqueda del amante que tanta falta me hacía. Sin embargo se comunicaba para decirme que el proyecto todavía se llevaría unas semanas más, que sería muy probable que ese tarde tomara el teléfono para hablarme y explicarme algunas cosas que no me podía decir por Facebook. 

Si bien no era un mensaje para una cita, renovaba los bríos de la esperanza que aún seguían vivos en mi piel, en mi cuerpo…y en mis pensamientos. Ya no pude conversar con mis seguidores como habitualmente lo acostumbro, pues empecé a divagar con esa plática cordial que tendría en la tarde. Según el mensaje de Fernando, me estaría llamando a las seis de la tarde. Salí un poco más temprano de lo habitual en el trabajo, para pasar por algunos enseres de limpieza, y me dirigí a casa de la abuela. 

¡Como siempre!... la abuela me recibió con esa tierna mirada  y un cálido beso de bienvenida. Después de la comida, espere pacientemente en la habitación su llamada; eran ya las seis con treinta y no había noticias de mi nene. Estuve tentada a conectarme a internet, pero me propuse fijar la atención y pensamientos de esa tarde para él ¡exclusivamente! El reloj marcaba las seis con cincuenta y cinco minutos, para ese momento estaba perdiendo la esperanza de que me marcara. Tome los enseres que había comprado y me dirigí al cuarto de lavado. Aproveche la ida a la casa de la abuela para lavar la ropita que usa Samara. Acomode mis cosas, y subí algo desilusionada, tanto que olvide mi celular en la cama de la habitación. 

Termine de lavar mi ropa, la metí a la secadora, y estaba lista para empacarla y llevarla al lugar de resguardo. Me olvide completamente de mi celular….y justamente cuando entre a la habitación me percaté de que estaba sonando, quizás ya llevaba varios minutos, avente mi mochila en la cama y corrí hacia él. ¡Era demasiado tarde!...cuando tome la llamada había colgado…¡era él…era mi nene!. Le regresé la llamada pero quizás pensó que por capricho no le pude contestar, lo que no sabe es que estaba lavando mi ropa, y como no llevaba mi celular conmigo, me fue imposible escucharlo. Le marque una vez más pero no tuve éxito. Me marché de casa de la abuela con una profunda tristeza, me sentí culpable, y me remordió la conciencia.

Me pase dando muchas vueltas en la cama antes de conciliar el sueño; mi lecho se convertía en una prisión y mi conciencia en el juez de hierro que sin piedad arremetía en mi contra. Me venció el cansancio y al final puede conciliar el sueño. Me dormí tan entrada la madrugada, que poco falto para que se me hiciera tarde Llegue a mi trabajo y lo primero que hice fue enviarle un mensaje disculpándome y explicándole el motivo, esperando encontrar una respuesta que mitigara un poco mi culpabilidad. Ya para la una de la tarde confiaba en que mi nene me escribiría para manifestarme su comprensión pero, no era así. Un frío silencio se hizo presente, y no solo esa tarde, por varios días, semanas…hasta que poco a poco me fui aburriendo de la rutina.

Fue una tarde de ese mismo mes de Marzo cuando cansada de auto justificarlo, de su ausencia, de esperar una cita que simplemente ¡no llegaba! me dispuse a escribirle una especie de “despedida” por Facebook. No era precisamente un “ultimátum” creo que ya le había escrito bastante como para dejar en claro mi postura, está vez era diferente, estaba decidida a ponerle fin a esta incertidumbre que no me conducía a ningún lado, me daba mucha pena y tristeza, más que escribirle una despedida, parecía una esquela de amor.
Sin embargo, la situación había llegado a un límite al que no estoy acostumbrada a rebasar, y aunque me dolía más a mí, no me quedo otro remedio. Tuve un arrepentimiento momentáneo pero… ¡ya no había marcha atrás!, el mensaje había sido enviado y al parecer las cosas terminarían definitivamente. No fue un mensaje arremetiendo en su contra, tampoco fui grosera, simplemente le hice saber que la situación era muy compleja y que no era justo para mí. 

Días después me di cuenta que lo había leído, lo confirme al observar la  típica “palomita” que aparece en los mensajes cuando ya fueron revisados, sin embargo no me contesto, no sé cómo lo tomo pero creo que se dio unos días para asimilar la situación. Jamás imagine que llegaríamos a tal extremo, sobre todo por esa velada tan deliciosa de Diciembre en las que nos “juramos” escribir mil relatos. Estaba triste, pero resignada. No es que no tenga sentimientos, ni que no me duela pero, la madurez y circunstancias de la vida me han hecho ser una mujer fuerte. Poco a poco fui retomando mi vida habitual, y estaba lista para cambiar de página, sin embargo un mensaje más de Fernando daría un cambio radical a nuestros destinos.

Sereno y comprendiendo mi postura, me escribió manifestándome su apoyo y comprensión, una vez más me hizo saber que su abandono era involuntario y fue directo, “quiero estar contigo, y espero que me des otra oportunidad, dame tiempo de que termine el mes de abril y te prometo que nos volveremos a ver”. No me quise hacer ilusiones del todo pues, sé que su trabajo en estos momentos es demandante, pero tampoco descartaba la idea. Le respondí diciéndole que estaba dispuesta a rescatar nuestra relación, que esperaría a que terminara Abril y ambos pactamos el acuerdo. No nos habíamos dado cuenta pero nos estaba haciendo falta COMUNICACIÓN, que a principio de nuestra relación era todo.
Fue como si el tiempo hubiese sido cómplice para que esta relación no terminara, ya que no tenía citas en puerta, las propuestas eran solo eso, propuestas que no terminaban de convencerme, y sin que me diera cuenta, estaban transcurriendo los últimos días de Abril. Aún no tenía la certeza de saber si esto iba a continuar, si funcionaría, pero el destino ya conspiraba una vez más ¡a mi favor!. Fernando regresaba momentáneamente a tierra azteca, en una especie de “receso” laboral, y de las primeras cosas que hizo fue avisarme de su llegada. No pude evitar esbozar una sonrisa…¡casi de oreja a oreja! al leer ese mensaje que ilumino mi rostro. Inmediatamente me puse a su disposición, no sabía cuántos días estaría en México, y no iba  a desaprovechar semejante oportunidad. Intercambiamos mensajes, y fue así como acordamos una cita para el jueves cinco de Mayo.

Es muy difícil para esta servidora, concretar una cita los días que se les denomina “feriados u oficiales” precisamente por eso que no me comprometo en esas fechas, pues hay muchas desventajas para mí, es difícil de explicarlo, habrá gente que me entienda, habrá quién no, me resulta difícil abordar este tema. En un día normal, es decir NO feriado sobretodo lunes o martes, me puedo escapar unas horas antes del trabajo, (no siempre) pero funciona. Puedo ir por mi ropa sin problemas, sin preocupaciones de horario, dispongo de mi tiempo, pues en casa piensan que sigo en el trabajo. Si bien no tengo a quién rendirle cuentas de mis actos, mi madre se preocupa (creo que como todas) por su hija. Y es que la encargada de hacerle saber a qué hora llego, si ya comí, si estoy enferma, etcétera, es mi tía con quién tiene una comunicación constante. 

No me molesta que se preocupen por mí, al contrario, pero precisamente por esos detallitos es que se me llega a complicar una salida en días “festivos”. Rento una pequeña habitación en casa de mi tía, vivo con ella más no dependo de ella, es un cuarto autónomo, sin embargo no me da la suficiente confianza como tener las pertenencias de Samara, mi tía sabe a qué hora llego, a qué hora me voy, prácticamente  todo porque no tengo una salida independiente. Entonces si ella llegará a detectar algún inconveniente sé que no se va a quedar callada, y eso indudablemente se lo haría saber a mi madre. No sé qué tipo de consecuencias traería, ¡no me las quiero ni imaginar!...no le tengo miedo a la verdad, le tengo miedo a la reacción que tendría mi madre, pues está enferma de la presión y sé que una noticia de esa magnitud no sería buena para su salud. 

Algunos me van a decir…salte de su casa y vete a rentar a otro lado…créame que lo eh pensado muchas veces, inclusive lo he intentado, pero uno propone y el destino dispone, hasta este momento esa es mi realidad. Aunado a eso, los días feriados los aprovecha mi tía para salir a pasear con mis primos y primas, hay veces que salimos todos juntos, otra veces más me encargan la casa, en fin…como se los digo son cositas sencillas pero que me complican mi salida.

Era como una especie de carrera con “obstáculos” que empezaba justamente en el momento en que mi nene me citaba en “día festivo”. Eso sí, a pesar de toda las dificultades, nunca me pasó por la cabeza la idea de renunciar o cambiar la fecha de la cita. Para no estar con las prisas, ese mismo día, me anticipe y acomode mis cosas para estar lista. No sé ni cómo le hice, pero logré salir de esa casa sin que me preguntaran a donde iba, con quién cuándo, dónde…uff!!. Argumente el primer pretexto que se me vino a la mente, y que justamente por eso llegaría tarde, así sin más explicaciones y de manera tajante me fui a encontrar con mi destino.

Mi cuerpo estaba en la tierra pero mis pensamientos en las nubes, tanto así que estuve a punto de olvidar mis cosas, unos segundos más y abordo el transporte sin lo más elemental ¡Samara!... ¡qué tonta! me dije a mi misma. Me apure y enseguida fui por el ajuar de Arlenne. Cuando llegue por mis cosas, mi amiga estaba por cerrar, la verdad me dio mucha pena que por mi culpa no se pudiera marchar a su casa a cuidar a su esposo….esa es otra de las cosas por las que no me preocupo en un día común. A pesar de todo y contra todo pronóstico, ya estaba en camino para encontrarme con Fernando, este chico que me ha enculado como no tienen idea.

El camino fue más rápido de lo de costumbre, quizás porque se trataba de un día festivo, relativamente llegue en minutos. Dispuse de un rico vestido gris con rayas ¡entalladísimo!, y de ropa interior un delicioso corsette tipo “leopardo” de lentejuelas, combinado con un liguero blanco, medias blancas y tanga del mismo color. Un atuendo verdaderamente exquisito, quería que cuando Fernando me observará, despertara el instinto de ese lobo en celo, y me devorara de un solo bocado. 

Ya estaba en el punto acordado y más que lista para recibir a Fernando con las piernas abiertas, perdón quise decir con los brazos abiertos….bueno para que me hago de la boca chiquita…no lo niego lo estaba esperando con las piernas abiertas, sumamente excitada e impaciente porque llegará. Tome mi celular y le marque para avisarle que ya lo estaba esperando, sin embargo mi rostro que hace apenas unos minutos tenía una sonrisa prominente, cambió por una cara larga y de preocupación. No lo pude evitar, e inclusive no lo creí. Volví a marcar pensando que estaba llamando a un número diferente pero efectivamente me decía el mismo mensaje “el número que usted marco ha cambiado, o se encuentra fuera del área de servicio”. Sentí una angustia y un vació en el estómago, ¡Fernando no me podía hacer algo así! pensé, es todo un caballero, sé que hay una confusión, y todo tiene una explicación.

Afortunadamente pude conectarme a una red cercana para enviarle un mensaje a través de Facebook, a grandes rasgos le dije que no podía comunicarme con él y le envié mi número telefónico, ¡que por favor me marcará!. Fue como una especie de “S.O.S”, quise tranquilizarme pero los nervios se estaban empezando a apoderar de mí ser, sobretodo porque la pila del celular se estaba terminando. Quería hacer muchas cosas, pero los nervios no me dejaban, hasta que por fin….mi celular estaba sonando, sin embargo era un número distinto, pero como autómata, tome la llamada. 

Quizás en esos meses cambio su número, perdió su celular o sucedió algo indudablemente, pero el alma me regresaba al cuerpo cuando dije “bueno” y del otro lado del teléfono me contestaba mi nene…¡si era él!, para decirme que estaba a unas cuadras de mí, que no me impacientara. Esas palabras me hicieron muy feliz, la mujer más feliz del universo. Nunca dude de la llegada de mi nene, pues al igual que esta servidora, estaba ansioso de verme,  sin embargo me causo cierta incertidumbre que su número cambiara. En fin, ya no tenía importancia ese detalle, pues la larga y tediosa espera llegaba a su fin… ¡ahí estaba Fernando!, no lo podía creer, parece que apenas ayer lo deje de ver, sentí mucha emoción, euforia, excitación,  y todos esos placeres que solo experimento a su lado.
Le di un delicioso beso en la boca, y él me correspondió como la primera vez…parecía la escena de un cuento de hadas… el, era él  rey y yo su reyna en el castillo del amor. Nos dimos un tierno abrazo, y nos volvimos a besar. Las caricias expresaron lo que con palabras no podíamos decir, y no por falta de ganas…era la emoción de ese delicioso encuentro. Sus inquietas manos no se hicieron esperar, y empezaron a recorrer mi humanidad, empezó por mi rostro, hombros, bajo por mi espalda hasta llegar a mis nalgas. ¡Dios! qué sensación tan exquisita…no cabe dudad que soy mantequilla entre sus manos. 

Adoptando el mejor ángulo y de manera desafiante, me coloque de espaldas para que me abrazara al ritmo de un rico arrimón. Es verdaderamente delicioso, excitante, mis nalgas notan de manera inmediata esa exquisita protuberancia que me hará gozar en unos momentos. No lo puedo resistir, mi mirada se desvía a su entrepierna, acerco mi mano para apretar semejante dotación, que para esos momentos se encuentra muy dura. Fernando tallaba su pantalón abultado contra mis nalgas, haciéndome caer presa del deseo inmediatamente. Mi colita caliente que para esos momentos ya lubricaba, estaba más que lista para recibirlo. Envuelta en tan incitante ambiente y luego de los besos y abrazos candentes, Fernando me despojaba de mi ropa con gran asiduidad; está vez no tuvimos la oportunidad de tomar esas fotos que se han vuelto ya una tradición en nuestras citas, el deseo que nuestros cuerpos sentían era más fuerte.

Estas son las úncias fotos que pude tomar:


 

Después de quitarme mi suéter, sus deliciosas manos subieron hasta mi vestido que con su ayuda, resbalaba por mi humanidad hasta caer impetuosamente en el piso de la habitación. Nuevamente se colocó de tras de mí y empezó a besarme el cuello, su lengua traviesa sabe bien que me derrito con esos besos, recorre mi espalda y eso me pone muy caliente, sus manos llegan hasta mis pequeños pechos, y con gran destreza los empieza a amasar. No lo puedo evitar…un gemido involuntario sale de mi ser, lo que provoca aún más el deseo de mi lobo feroz. Extasiada por aquellas caricias de fuego, me dirijo al espejo del cuarto y me apoyo contra la superficie, provocativamente me inclino, ofreciéndole mis nalgas. Como les comento, no hubo tiempo de tomar fotos, pero les describo que ropa interior llevaba: opte por un delicioso baby doll tipo “leopardo” de lentejuelas, combinado con un liguero blanco, medias y tanga del mismo color. No es por presumirles pero esa diminuta tanga blanca, era como el perfecto marco de un lienzo, de una obra de arte…hablara mi ego, pero la parte de mi cuerpo que más me gusta (y creo que a ustedes también) son mis nalgas. 

De prisa, mi nene se bajó el bóxer con fuerza dejando libre ese pedazo de carne del cual lo confieso, ¡me he vuelto adicta!. Es como si su pene fuera la perfecta medida para mi culo insaciable, sabe cómo recorrerme, saben de mis puntos sensible, si…¡estoy enculada!. Estaba por pedirle a gritos que me metiera su deliciosa verga de un empujón, pero me encanta la manera en que me lleva, eleva mi calentura hasta su punto máximo. Mi nene me toma por la cintura y me dirige hacia la cama, nuevamente me empina y me despoja de mi tanga cachetera, dejando solo esa diminuta y deliciosa tanguita blanca. Sus manos inquietas, hacen a un lado la tanga y su lengua se sumerge en mis entrañas, una corriente eléctrica paso por mi cuerpo cuando siento su lengua en mi colita dilatada,  comencé a gemir, es verdaderamente placentero y delicioso sentir su lengua hurgar en mi intimidad. Mi cuerpo comenzó a sentir esos espasmos involuntarios que me provoca su lengua, me sentí elevar al cielo, comencé a mover mis caderas a rotar mi colita contra su deliciosa lengua, entre gemidos y jadeos me sentí estallar.


Detuvo los embates de su lengua para colocarse cerca de mi cara, ofreciéndome su verga erguida, no espere más y la tome con mis dos manos y como una bebe que toma su mamila comencé a mamar ese delicioso pedazo de carne, mientras él me decía – así mami, así ¡que rico!, mis manos tomaban ese rico falo y mi lengua jugueteaba con su pene, pude sentir ese sabor salado del líquido pre seminal saliendo de su glande lo que me indicaba que estaba tan excitado como yo. Se lo mame durante unos minutos y después se situó entre mis piernas, coloco el condón en su pene, tome el lubricante y se lo di para que pusiera un poco, yo hice lo mismo con mi colita, puse un poco en la entrada de mi cavidad, y un poco más dentro de la misma. Comenzó a frotarlo contra mis paredes anales de arriba abajo. Esa forma de frotar su pene contra mi culo es una sensación electrizante, me encontraba al borde de la locura, y moví mis caderas buscando su verga.

Algo pasa conmigo cuando estoy con él, pues la dama de sencillos modales se convierte en la puta de esquina deseosa de sexo y caliente por que le llenen el culo de leche. Bien se lo dije antes de la cita, ¡te voy a dejar sin una gota de leche por estos meses en que no te he visto, prepárate porque mi colita viene por un litro…o más! Me encontraba en un momento de excitación que no me importaba nada, tomo uno de sus dedos y lo metió en mi culo, sentí su dedo hurgar en mi culo, al mismo tiempo que me decía ¡tienes un culo delicioso mami!
Después de sentir esa estrechez y humedad de mi colita, ya no se detuvo… era una bestia excitada al máximo. Sentí claramente como coloco su verga en la entrada de mi culo y comenzó a empujar penetrándome suavemente, pero con firmeza, sentí como su verga siguió avanzando dentro de mi cuerpo hasta que llego a lo más profundo de mí ser… ¿la sensación?: EXQUISITA. Su verga entro en mí  con fuerza, me sentí en el paraíso al ser poseída nuevamente por mi nene, nada me hace más feliz ¡que ser su mujer! La cabalgata se volvió más intensa comenzó a sacar y a meter su verga un par de ocasiones más y en un movimiento rápido, me ensarto toda su verga hasta que sentí sus huevos chocar con mis nalgas. No hay un sonido que disfrute más  que ese “Chac, chac, chac” definitivamente me enloquece, y ni que decir de la sensación, infinitamente placentera.

Me estaba dando una cogida de antología, esos meses que estuvimos sin probar esas miles del placer, y las ganas fueron la dinamita pura para explotar en esos instantes….esos deliciosos instantes, no se los niego, al estar escribiendo esas líneas no puedo evitar mojarme, mi colita lo siente…lo disfruta. Empiezo a gemir, tan profundamente que mi nene arrecia la cabalgata, me toma de las caderas y se inserta hasta el fondo de mi ser sin piedad, yo por mi parte me empino lo más que puedo con el fin de que no quede nada afuera, si fuera posible me gustaría que se metiera con todo y huevos, lo sé… ¡soy una golosa, pero me declaro adicta al sexo anal!

Mi cuerpo era un volcán ardiente, disfrutaba tanto de ese martilleo, el sexo con Fernando definitivamente es un manjar de Dioses. ¡Que rico  culo tienes mami! –me dijo Fernando con una voz cachonda pero entre cortada de tanto cogerme-  yo le respondí “tienes un pitote muy rico, vamos sigue cogiéndome, si, ahh que rico sigue… sigue no pares de hacerlo! papi”, apenas logre decir eso porque los jadeos y gemidos no me dejaban articular palabra. Mis caderas comenzaron rotar en un vaivén loco sobre ese delicioso falo además mis paredes anales se empezaron a contraer. Esto lo noto mi nene, me dijo “ah con que si eh”…y sin piedad arremetió contra mi culo con más fuerza y rapidez. Me estuvo cogiendo sin descanso, sin prisas, yo me empine lo más que pude para que entrara con todo, no quería que se desperdiciara ningún centímetro de ese rico pene, me lo estaba comiendo todo, ¡absolutamente todo!, no iba a perder la oportunidad de tener a mi nene y no aprovecharlo.  De pronto empecé a notar los jadeos de mi nene con más fervor,  sus gemidos me indicaron que estaba a punto de darme su leche.

Contraje mis paredes anales lo más que pude, esto con el fin de sacarle hasta la última gota de leche, me tomo de la cintura y me jalo hacia él. Comencé  a gemir al sentir ese taladro llegando a mis entrañas, ¡si papito así, dámelo rico…ahh! no pares ¡sí!, creo que mis gemidos y apretones lograron su objetivo pues inmediatamente termino la cabalgata, y me apretó contra él, como si quisiera meterse en mi ser, como si quisiera fundirse en mí. Con mis manos le tome su cabeza mientras le acariciaba el cabello, mi culo explotaba en un orgasmo colosal producto de esa deliciosa embestida. 

Quede desfallecida, agitada, sudorosa, pero muy feliz, de haber sido su mujer una vez más. Al momento de incorporarse pude notar un condón que estaba a punto de reventar, poco le falto para estallar de lo lleno que estaba. No sé cuántos días tenía mi nene de no coger, pero la verdad es que si llego con mucha energía me lo demostró con esa deliciosa cabalgata. Se fue al baño a limpiarse y yo hice lo propio también. Con un pequeño brindis (el con cerveza y yo con agua) platicamos un rato sobre lo que nos aconteció estos meses que estuvimos lejos uno del otro. Me la paso tan a gusto, tan bien a su lado que quisiera que las horas se fueran más lento cuando estoy con él. No solo es el magnífico sexo que tengo con Fernando (por algo me tiene enculada, ¡SI ENCULADA!) es esa convivencia, esos pequeños momentos en que me comparte un poco de su vida, y yo de la mía, es ese tiempo tan preciado que atesoro con mucho cariño en una parte especial de mi ser.

La charla se prolongó por varios minutos…me encanta ver su rostro, acariciar sus manos varoniles, mirar su cuerpo…no sé qué tiene pero me embruja. El solo sentir su mirada me hace sentir deseada, la chica travesti más feliz. Ya un poco repuestos, las cenizas se empezaron a avivar, entre besos, caricias e insinuaciones pícaras, nuestros cuerpos empiezan a sentir esa necesidad que solo el sexo puede calmar. Su rica lengua empieza a recorrer mi cuelo, me besa la boca; estoy impaciente por sentirlo de nuevo, pero dejo que me lleve por los senderos del amor, así despacio, rico…muy rico. Me toma de los hombros y me coloca frente al espejo. Pone otro condón en su delicioso pene, yo tomo un poco de lubricante y lo coloco en la entrada de mi ano, esto con el fin de que resbale sin problemas y se vaya hasta el fondo de mí ser. Sin dudarlo, se coloca detrás de mí, y tomándome de los hombros me ensarta deliciosamente. Es difícil describir con palabras esa sensación tan agradable, es como si una fuerte droga recorriera  mis venas; al instante mi ano empiezan a sentir el rigor de su pene 

Mientras, el me seguía acariciando y diciendo al oído cositas ricas, palabras soeces que me excitaban todavía más. “Me encanta como me aprietas mamita, estás tan estrecha que es imposible no darte toda mi leche” –me decía mi nene mientras me montaba con asiduidad-. Me encanta ver esa escena en el espejo, no hace falta ver una película tres equis, ni estar esperando a que la calentura llegue por sí sola, nuestro fuego es único y se aviva al estar uno frente al otro. Puedo sentir esa verga engordecer cuando está en mis entrañas, es como si tuviera una especie de imán porque mi colita no se quiere separar de él. Al contraer mis paredes anales, logro aumentar su placer, y por su puesto el mío, me encanta sentir sus huevos chocando y rebotando contra mis redondas nalgas, cada embestida empujaba con más fuerza, ensartando su verga sin el menor problema. Mis caderas se acostumbraron rápidamente a ese delicioso vaivén, estire mi mano y tome la suya, la apreté fuertemente y lo mire libidinosamente; “me encanta tu camote papito, dame más…mucho más” le dije con la voz entre cortada. El sudor resbalaba por nuestros cuerpos, escurría, mis gemidos alentaban a mi nene para darme su verga con mayor rapidez. Como poseídos por el sexo, estábamos cogiendo sin parar, solo de vez en vez volteábamos al espejo para mirar esa deliciosa escena tan pasional, digna de una película pornográfica. Sentí que su verga se hinchaba una vez más, quizás mi nene se quería venir deliciosamente, pero no, comenzó a empujar con más fuerza, sus gemidos me derretían, sus caricias me hacían perder la razón, y su pene…¡oh Dios su delicioso pene me estimula….mmm magnifico.

¿Quieren saber que pasó después?...¿cómo terminamos esa noche el reencuentro?, pues no dejen de leer la segunda parte de este delicioso relato que de solo describirlo, hizo que se me mojara mi colita, que tengan deliciosos orgasmos.

jueves, 19 de mayo de 2016

Sexo...¡INTENSO!



Habían pasado cerca de dos meses después de aquel encuentro tan maravilloso y frenético entre esa estoica y firme estatua de caoba y esta servidora. Pensé que con ese encuentro liberaría mis deseos internos, pero sucedió todo lo contrario, más que calmar mis ansias, despertó con más ahínco, esa loba en celo que cohabita dentro de mí deseosa de caricias y sexo. Hacer el amor se ha vuelto tan importante para mí, es un complemento magnifico que motiva mi vida, me atrevería a pensar que es una necesidad, casi como comer o ir al baño, dejar de hacerlo simplemente sería imposible. Así que para seguir motivando mi alma, estaba planeando otro encuentro delicioso con aquel hombre de acero, pero mis posibilidades económicas me alejaban cada vez más de dicho evento.

De hecho, me hace falta liquidar una parte del préstamo que sirvió para llevar a cabo este placentero encuentro; adquirir otra deuda sin liquidar la anterior nunca ha sido mi estilo, precisamente por esa razón la gente se endeuda y se vuelve impagable la situación. Así que simplemente desistí de la opción y no me quedo más remedio que ir a mi baúl y consolarme de nueva cuenta con mi delicioso dildo de veinte centímetros que está a mi completa disposición; sin pagos extras, sin pretextos, sin horarios, siempre firme y más que listo para penetrarme hasta el último rincón. Aunque si lo confieso, la frialdad y el silencio de aquel dildo, NUNCA se va a equiparar a las caricias ardientes, a los besos pasionales, al sudor resbalando y recorriendo cada rincón del cuerpo que te provoca tú pareja, para todas esas sensaciones placenteras definitivamente no hay ni habrá sustituto.

Seguía sin noticias de mi nene, la espera se estaba volviendo muy larga, el reloj seguía marcando las horas sin piedad. Todavía tenía la esperanza de encontrar una nueva cita en ese portal al que me había inscrito hace dos años para una cita directa, y lo tenía que hacer antes de que cerrara sus puertas permanentemente, si… ¡permanentemente!, no sé porque razón esa red que en una época tenía muchos usuarios, se fue quedando poco a poco con perfiles vacíos y por ende sin nada que ofrecer. Aún, pude leer algunos de los mensajes que me escribieron algunos chicos que pretendían una cita con esta servidora. Lamentablemente no habían leído mi perfil completo y me citaban en días y horas que por mi trabajo, me es imposible comprometerme. Casi a punto de rendirme y a unas horas de que el sitio cerrara, alcance a leer un mensaje de uno de los chicos por el que justamente me inscribí a dicha red; ese hombre maduro de aproximadamente sesenta años, del que ya les conté en alguno de mis relatos. La fecha del cierre definitivo de esa red social aparecía cada vez que te logueabas para chatear, leer mensajes o interactuar con algún miembro,  así que no se me hizo raro que este señor me escribiera con fines de cita, antes de que ya no me pudiera enviar un mensaje por ese medio. 

Le alcance a contestar justo antes de que la página cerrara, sin embargo creo que ya no leyó mi mensaje pues no recibí respuesta. No sé qué pasa con este señor, de repente me manda mensajes, me incita y cuando le contesto simplemente se “desaparece” dejando el deseo a flor de piel. Me desconcierta su actitud, es como si fuera un señor maduro en apariencia, pero un adolecente incauto e indeciso al momento de decidir. Me quede con su correo y número telefónico, por si se llegaba a repetir la cita, pero como se los narré anteriormente ya no tuve contacto carnal con él. Le envié un mensaje de correo electrónico al siguiente día, para hacerle saber que había leído de sus intenciones, pero otra vez no contesto. Ya tiene cerca de un mes que le di contestación a su recado, pero sigue empecinado en su  actitud, la diferencia es que está vez no insistiré más. Esperando su llamada me quede, esperanzada y con las ansias de besarlo, mimarlo y abrazarlo…hasta que el olvido se hizo presente y por fin…deje de pensar en ese bello recuerdo. Afortunadamente mi tiempo ya no es su tiempo, ni mi cama su cama, conteste su mensaje por mera cortesía, sinceramente no esperaba más de él. Quizás creyó que le iba a insistir, como lo he dicho siempre: chicas hay muchas (infinidad), una cita placentera, discreta, caliente, sin ataduras y con la posibilidad de ser amigos….solo UNA y esa por supuesto te la ofrezco YO. Lamento mucho su decisión pero no lo voy a estar esperando toda la vida, creo que no sería justo para mí. Y así, una a una de las propuestas entre ellas la de este caballero indeciso, se fueron desvaneciendo, quedándome igual que al principio…¡sin opciones!. 

Increíblemente el sitio de “romancesecreto.com” funciono por algunas horas más, había un pequeño chat para despedirse; me daba un poco de nostalgia, pero era algo ineludible. La página desapareció de la web el quince de abril del presente año, y con ello mis posibilidades de conseguir una cita candente (por lo menos eso creí en esos días que le secundaron a dicho evento). Los mensajes con propuestas o invitaciones implícitas a través de Facebook cada vez son más, sin embargo he tenido que verme en la necesidad de desechar el 95% de ellas, algunas por la actitud que tienen ciertos usuarios de esta red sobre todo cuando pretenden una “cita exprés” o bien me quieren presionar y disponer de MI tiempo como si estuvieran contratando los servicios de una “escort”, otros más que me escriben de manera “desesperada” y aspiran a una cita con un simple mensajito que diga “hola…¿cogemos?” pensando quizás, que saldré corriendo a su cama con una “propuesta” vacía (claro si es que a eso se le puede considerar propuesta), sin saber a ciencia cierta quién me escribe de otro lado del computador. Hay otros chicos que desperdician el tiempo pidiendo fotos, o con platicas que son como un circulo aburridas y sin objetivo, en vez de aprovecharlo en una buena charla para intercambiar ideas, gustos y afinidades, para que justamente… ¡se dé el encuentro!

Además de los chicos también me escriben chicas travestis…pero pues que les digo; ya saben que mí NO es definitivo. Sorprendentemente y al ver mi negativa, se atreven a decirme “si quieres me visto como chico y me das una cita”… ¡así! ¿¡pueden creerlo!?, cambiando de manera extrema y como si fuesen mutantes. Eso no quiere decir que no respeto la sexualidad y preferencias de cada persona, por el contrario, ¡me da gusto saber que haya una diversidad que cada día va ganando más terreno!, es solo que yo tengo convicciones y congruencia con lo que digo y hago.
Lo sé… ¡tampoco soy una monja!, pero tomo mis precauciones (de seguridad y de salud) antes, durante y después del sexo, no me relaciono con “cualquiera”, TAMPOCO me da lo mismo una persona que otra, tengo una convicción inamovible y no pretendo modificar mi esencia y pensamientos a conveniencia. Son más de quince años cultivando mi figura, cuidando cada detalle, mejorándola y haciéndola crecer día a día, cada vez que una chica travesti me ofrece  “mutar” para estar conmigo, es como si pretendiera que yo renuncie a mi “esencia”, ¡a lo que soy!; definitivamente NO estoy de acuerdo, no suelo traicionar a la gente, mucho menos ¡a mí misma!

Apartándome un poco de esta red social, me inscribí a twitter con el firme deseo de encontrar a ese chico que reviviera esas sensaciones carnales en mi cuerpo, ser nuevamente presa del deseo y dejarme llevar por la pasión. No lo niego, al llegar a esa red social fui bien recibida, en seguida se sumaron muchos seguidores, no así con las propuestas, la más cercana fue la de un chico de treinta y siete años, que al parecer tenía todo, lamentablemente nunca leyó bien mis mensajes, ya para cuando él se había decidido yo… ¡había encontrado la cita tan anhelada! que, a continuación se las detallo.

Regrese a Facebook, pues no me quedaron más opciones, a pesar de todo soy una chica que no generaliza ni piensa que todos los chicos son cortados por “la misma tijera” pues para mi cada ser es único e irrepetible. Lo que sí, es que siempre tuve preferencia por los chicos maduritos (de treinta y siete a cincuenta y nueve años), NUNCA le había dado la oportunidad a un chico menor a mí, y no porque dudará de sus capacidades sexuales, por el contrario me imaginaba que estar con un chico de edad joven, también sería una deliciosa y placentera experiencia, pero cada chico que me abordaba, dejaba ver su inmadurez y falta de comprensión; situación que me hacía caer una y otra vez en los brazos de caballeros maduros. Aunado a eso, los chicos jóvenes son impredecibles, el deseo se les puede salir de las manos y el resultado no siempre puede ser satisfactorio.

Tampoco se los voy a negar… ¡la verdad es que si se me antojaba coger con alguien más joven que yo!, de hecho si les soy sincera era otra de mis fantasías reprimidas, mi subconsciente siempre lo supo, ese deseo por compartir la cama con alguien menor que yo y entregarme a él… ¡con mucha pasión! Sin embargo la fantasía se reprimía, no la había podido llevar a la realidad y no por falta de ganas, más bien por la mentalidad de los chicos de hoy, de repente mi  madurez se vuelve incompatible con el comportamiento de adolecente que aún suelen tener a los veinticuatro, veinticinco años. Como lo dije, evitaba el contacto con jovencitos, más no descartaba completamente la idea, y gracias a esto es que conocí a un excelente joven que hoy se puede dar el lujo de citarme para hacerme su puta.

Cristian (como se hace llamar en Facebook) es uno de mis files lectores, de hecho en estos momentos debe estar leyendo este relato (bueno eso espero), pues se lo prometí. Cristián me dejo un mensaje “inbox” a través de Facebook un veintidós de diciembre de dos mil quince; era un mensaje breve pero preciso, fue verdaderamente un placer leer sus halagos y saber su interés no solo por mis relatos, sino también por esta servidora. Rápidamente capto toda mi atención pues no era el típico mensaje que pregunta lo que es obvio, no perdió el tiempo, ¡fue directo pero cauteloso! La verdad me emociona que alguien me escriba para agradecerme u opinar de algo que les comparto, eso quiere decir que hay alguien que se toma el tiempo para dedicárselo a está servidora, y eso… ¡no tengo como pagárselos!...definitivamente es muy grato, mil gracias.

Intercambie algunas ideas con él cuando leí ese mensaje, me comento que también escribía, prácticamente que éramos “colegas”; ¡fueron tan amenos y cordiales sus mensajes que sin notarlo nos fueron acercando!, era muy probable que la barrera virtual pudiera ser derribada. Me envió un último mensaje ese mismo mes de diciembre; y sorprendentemente se ausento una larga temporada, ignoro el motivo o las causas, pero perdí contacto con él. Pasaba el tiempo, se me hacía extraño que ese chico me dejará de escribir, sobretodo porque mostro un deseo genuino hacia esta servidora. No se me hizo raro del todo pues hay chicos que me escriben un mensaje o dos “invitándome a coger” y como ven que sus dos mensajes no son suficientes, se desesperan y me dejan de escribir. Lamentablemente uno o dos mensajes no bastan para saber quién está del otro lado de la red, mi integridad está primero y obviamente no le puedo dar entrada a cualquiera, se los he dicho no es muy difícil llegar a mi cama, pero con uno o dos mensajes no lo van a conseguir, eso sí se los anticipo. Quizás no me lo va a creer Cristián pero estuve pensando en él. No le escribí porque tampoco me gusta ser insistente, no me gusta forzar la situación, cuando todo se da de manera esporádica es muchísimo más delicioso. Siguieron pasando los días, las semanas, los meses, poco a poco fui perdiendo la esperanza de volver a entablar contacto con él. Creo que se había marchado para no volver y definitivamente al saber que era un hecho, me provocaba tristeza y nostalgia, ¡pero estaba resignada a  no saber más de él!

Mensajes iban, mensajes venían y mi cita no llegaba. Mi nene me pidió el mes de abril como plazo para solucionar sus inconvenientes, y era obvio que esa opción no sería viable de momento. Todavía mi cama se sentía sola, todavía anhelaba sus besos, su calor, esperando su regreso. Se dice que una espina saca otra espina, pero para lograrlo se necesita, alguien verdadero (además de discreto y comprensible) y no encontrarlo me producía cierta desesperación.

Algo increíble sucedió el doce de abril (de este año), un nuevo mensaje de Cristián estaba por darle un giro a mi vida. Como si se tratará de magia, ese chico enigmático apareció de la nada, justamente así como se había ido, un buen día…¡volvió!. Había regresado con la intención de compartir mi cama, la sutileza de sus mensajes y su comprensión hacían que mi colita se derritiera por él. Las palabras fueron tomando más fuerza cuando marcamos una fecha para el encuentro, definitivamente no podíamos esperar más, ¡ya había pasado mucho tiempo! En mensajes subsecuentes le comente la mecánica del encuentro, ya solo faltaba afinar algunos detallitos que disiparíamos en días siguientes. De momento, hubo un pequeño inconveniente por parte mía que, hizo prolongar por una semana más la cita. Contrario a lo que esperaba, Cristián se mostró extremadamente comprensivo, de hecho me hizo pensar que tenía unos treinta y cinco, treinta y seis años por la manera en que se comportó. Parecía que eran  “pruebas” que nos ponía el destino, pequeños obstáculos que se vencen mejor en pareja. Su TOTAL y ABSOLUTA comprensión, así como su CABALLEROSIDAD fueron pilares para concretar esta cita.  

Venía la prueba de fuego más grande para los dos, y digo que fue para ambos porque, por un lado Cristián pudo desistir, y yo quedarme igual que al principio (o peor porque ya estaba MUY ilusionada con el encuentro). Ese sábado tuve un pequeño accidente que me mantuvo incomunicada de mis redes sociales, afortunadamente solo fueron cosas materiales, y aunque quede algo endeudada (más de lo que ya estoy) relativamente todo salió bien. Por lo mismo, no pude concretar la cita, de hecho ese sábado pretendía explicarle la mecánica, pero ni tiempo tuve de mandarle mensaje. Me fue imposible comunicarme con Cristián todo el fin de semana e inclusive el mismo lunes para explicarle, todavía tenía algunos pendientes derivados de este problema que me mantenían sumamente ocupada.

No fue sino hasta el día jueves que a través de twitter, les manifesté las causas de mi ausencia, en un mensaje breve y para callar algunas especulaciones les escribí. Está vez era mucho pedir, ya eran dos veces las que se cancelaba la cita (era mi culpa pero por situaciones fortuitas), no sé pero imaginaba que ahora si Cristián desistiría completamente de la cita. El viernes me logue a Facebook esperando encontrar mensajes reclamándome mi ausencia, sobretodo de él, pero una vez más estaba equivocada y doblemente. De principio porque Cristian me había escrito COMPRENDIÉNDOME a la perfección por el problema que esta atravesando, y segundo me sorprendió una vez más pues ¡apenas tiene veinticuatro años! ¡Woww!, me quede con la boca abierta. 

Otros chicos por menos que eso (sobre todo de su edad) me han reclamado insinuando que son “pretextos” para no concretar por mi parte, la cita. Inmediatamente le escribí para hacerle saber mi gratitud por su invaluable comprensión y que muestra de mi interés le daba una nueva fecha para el encuentro, ¡él estaba muy emocionado! y está servidora estaba que no cabía de la felicidad, prácticamente estábamos a dos días de conocernos físicamente. No sentí tanto nerviosismo, su comprensión me hizo bajar un poco la guardia, cosa que no acostumbro con personas que no conozco, pero él me daba mucha confianza.
Ahora si pude comunicarme con él, a través de mensaje de correo electrónico para explicarle la mecánica de la cita. Está vez pasaron los días muy rápido, sábado y domingo se me fueron como agua entre las manos, quizás el destino ahora si sería nuestro cómplice, después de habernos puesto demasiados obstáculos, ¡por fin se convertiría en nuestro aliado! Tuve contacto con Cristián el día lunes (unas horas antes), para avisarle la hora del encuentro, ahora sí teníamos un pacto… ¡con nuestros cuerpos lo sellaríamos! 

Los lunes y los martes son días en los que me puedo desentender de mis actividades un poco antes de mi salida habitual, puedo compensar ese tiempo viernes y sábados. No suelo hacerlo siempre para no abusar e impedir que está libertad de horario me sea coartada. Como ya tenía tiempo que no echaba mano de esta ventaja, me permití usar ese lunes para darle rienda suelta  a mis deseos carnales, una buena cogida que venía buscando desde hace varias semanas. Así que acomode mis cosas, cerré mi sesión en el sistema y me salí de la oficina para encontrarme con mi destino.

El transcurso para mi sorpresa fue mucho más rápido de lo de costumbre, tal vez el dichoso “hoy no circula” no esté funcionando para bajar los índices de contaminación pero si está bajando el aforo de automóviles y eso hizo que mi trayecto fuera breve. Llegué al punto acordado, y espere un par de minutos, sonó mi teléfono y era él ¡Cristián!, me marcó para avisarme que sería probable su retraso, “estaré media hora más tarde de la hora pactada” –me dijo-, ¡no te preocupes corazón! con calma que yo te espero –le respondí con mucha tranquilidad. Era más que obvio que lo iba a corresponder de la misma manera que él lo había hecho conmigo, Cristián me espero más de dos semanas, ¡media hora sería prácticamente nada!

Sentí la sensación de que no iba a llegar, no sé porque pero por un momento esa idea cruzo por mi mente, quizás fue porque esos minutos se me estaban haciendo muy largos y tediosos, y como bien dice el dicho la ociosidad no es buena consejera. Me puse a escuchar música en mi celular para hacer más llevadera la espera. Creí que se tardaría más de lo previsto pues en esta Ciudad es difícil llegar a tiempo. Antes de lo que me imaginaba ahí estaba….un chico robusto, joven, pero decidido. Lo salude con un cálido beso en la mejilla pero él, me tomo de la cintura y me planto un beso en la boca que me tomo por sorpresa; a decir verdad ¡me encanto!

Le hable y se sorprendió por mi voz; hay mucha gente que aún no cree que tengo un timbre de voz muy similar al de una chica biológica, situación que ya les platique también en algún relato. Ya en la habitación sus ojos me miraban lascivamente, y se postraban sobre mi cuerpo cual cazador esperando a su presa, ese vestidito rojo que delineaba mi figura, delatando mis pronunciadas nalgas. Repentinamente me tomó de la cintura con sus fuertes brazos, su excitación hizo blanco en mi cuerpo, y su boca se postro sobre la mía fundiéndose en un beso húmedo y profundo. Caímos directamente en el colchón de esa habitación del placer, intercambiando el deseo que transpiraban nuestros cuerpos.
Tomo mis manos y las colgó de su cuello mientras me besaba, no me atreví a pronunciar una sola queja. Era su momento….¡nuestro momento!. Yo sonreía y gozaba con sus deliciosos besos y esas caricias que estaban a punto de arrancarme el vestido. Su mirada despedía una picardía muy provocadora. Cristián es de estatura media, casi diríase alto, fornido, de cuerpo grueso, piel blanca, barba poblada muy poblada, cabellera oscura de chinos, esos chinos que mis manos acariciaban con mucha pasión. 

Le pregunte su edad y me contesto muy seguro: “tengo veinticuatro años”, estaba atónita ante semejante caballero que a pesar de su corta edad tiene una mentalidad muy madura, pero sobretodo sabe tratar a las mujeres, conducirlas y seducirlas. Tras esa pequeña pausa Cristian no desaprovecho el momento para hacerme saber su deseo por estar conmigo, por hacerme su mujer. Su cuerpo despedía un olor agradable, a limpio… se ve que es muy cuidadoso en su persona y sobretodo atento. Sobre la cama, me arrojó como un bulto en tanto, con su rostro curioso, esperaba mi respuesta. Yo me concreté a sonreír festejando el encuentro. Sin quitarme la mirada de encima, como si estudiara mi reacción para que yo no huyera, o tal vez para medir mi sorpresa, se despojó de su ropa de manera apresurada. Puso parte de su ropa en la mesa y otra parte cayo precipitadamente al piso.
Tenía los ojos de fuego; acto seguido se acercó a mí con lujuria. Su deseo se desbordaba por sus ojos y lo pude sentir tangiblemente en ese rico arrimón que me dio al estar detrás de mí. Su pene estaba durísimo, más que listo para cabalgar mis entrañas. De igual manera, comencé a desprenderme de aquel suéter negro de encaje con botonadura plateada. Con  rapidez Cristian se acercó a mí, y me ayudo a despojarme de la prenda. Por instantes, creí estar soñando un sueño muy bello….sus caricias interrumpieron mi pensamiento, coloco su pene en mis nalgas dándome otro arrimón, pero esta vez sin la trusa que me impedía verlo, su mirada despedía una excitante fiebre lujuriosa. 

Así iba vestida el día del encuentro les comparto las fotos



















¿Cuánto tiempo habría esperado este feliz encuentro desde los días previos y posteriores a los inconvenientes que tuve, durante los cuales ni siquiera habíamos tenido la oportunidad de tomarnos de  la mano? Yo también, ¡lo confieso!... lo había deseado ansiosamente. De pronto se detuvo, me contempló por unos instantes. Yo permanecía inmóvil. Nos mirábamos, esperaba que él se acostara a mi lado, me besara, me tomara en sus brazos, me acariciara y me hiciera más fácil el tránsito hacia su cuerpo que yo jamás había conocido. Poco a poco. ese vestido rojo resbalo por mis curvas hasta caer en la alfombra de la habitación, dejando al descubierto mi delicioso cuerpo ataviado solo por esa lencería de color rojo con negro, que indudablemente ¡incitaba al placer!. Cristián no soporto más y coloco el condón en su pene, observe la escena, no había más que entender, era lógico que el minuto exacto de ser su mujer…¡había llegado!. 


Coloque un poco de lubricante en la entrada de mi cálida y estrecha colita que ya esperaba ansiosa sus embestidas. Le puse un poco más en el pene de Cristián que estaba ansioso por hacerme suya. Poco a poco, y centímetro a centímetro pude sentir ese falo deslizándose por mis entrañas con gran asiduidad. Con una cabalgata lenta, me tomo de la cintura para introducir todo su delicioso pene por mi colita que para esos momentos, ya estaba más que lista para comenzar a saborear esas deliciosas estocadas. Me repitió lo deliciosa que estaba, todo lo que le gustaba mi tersa piel blanca, mis labios que devoraría a besos. Me resultó imposible seguir viéndolo a la cara, clavé la mirada contra toda mi voluntad en el piso y exclame unos gemidos de placer, que para esos instantes se estaba apoderando completamente de mí. Cristián permanecía ahí, de pie, endiosado, embistiendo mis nalgas con gran destreza, sudando pero con un rictus de felicidad que lo motivaba a penetrarme fastuosamente 


¡Dios! …¡sí que lo necesitaba!, esa deliciosa sesión de sexo desenfrenado ya no era un sueño, era una magnifica y placentera realidad. ¡Cuánto disfruté el apetito feroz que Cristián sentía por mí!;… mientras tuviéramos ese deseo brutal, habría pasión para rato. Cambiamos de postura, me acosté boca abajo y Cristian se subió arriba de mí para seguir disfrutando de mi cuerpo. Me besó, me besó los hombros, la espalda y el cuello. Me hacía estremecer cuando su aliento de fiera en celo se introducía en mis oídos llenos de palabras prohibidas que él pronunciaba para soltarme, animarme y hacer que me entregara a él sin pudor alguno.
Cuando el macho se montó encima de mí, gemí de placer, me retorcí resultado de aquel cúmulo de sensaciones agradables que emanaban de mi cuerpo, el sudor resbalando por cada rincón de mi cuerpo delataba el placer que no pude decir con palabras. Esas palabras soeces motivaron mi deseo de amar, las caricias rendían mi ser entregándome a él sin inhibiciones. 


Cuando me di cuenta de que éramos uno, y que aunque no nos habíamos presentado formalmente hasta ese momento, Cristián ya cabalgaba por los cielos montado en una potranca pícara, unos años mayor a él. Esa ternura en su mirada, hablo sin decir palabras, me envolvió en algo ¡tan bello!, ¡me lleno de alegría!. ¡Cógeme papi, cógeme! –exclamé con la voz entre cortada de tanto amar-, “dime que eres mi putita, dímelo” –exclamo Cristián con voz de mando”-; se lo dije: soy tu putita papi, cógeme rico, cógeme duro, así, así…mmm,  no pares, ¡ahh!...un fuerte gemido involuntario interrumpió las palabras que le dirigía a mi macho.
¿Te gusta mami? –me pregunto-, me encanta corazón, tienes un camote delicioso –respondí mirándolo lujuriosamente-. Este macho tiene un aguante infinitamente delicioso, no conocí un amante (hasta ese momento) que no se viniera; no les presumo pero a mi colita le dicen la “ordeñadora”; sus paredes cálidas aunado a esos deliciosos apretones que da, ha visto caer a varios miembros sedados de tanto placer, increíblemente este no era el caso, parecía como si acabáramos de empezar la relación sexual. Cristián sudaba, gozaba, (al igual que una servidora) pero lejos se veía, de que su leche fuera a resbalar por mis nalgas.


Aposte mi última carta, (pensando en hacerlo venir deliciosamente) cambiamos de postura tomando la iniciativa de ser la vaquerita que lo dejará sin leche; ¡acepte el reto!, modificando un poco mi técnica, le daría unos apretones endiablados, y unos sentones magníficos, que no podría resistirse. Y así fue, se acostó boca arriba, coloque su pene en mi ano y lo inserté hasta el fondo de mi corazón. Con ansia loca empecé a cabalgar a ese macho de hierro al cual, mi colita no había logrado sacar ni gota de leche, mi ano estaba desafiando a ese falo que parecía de acero, resistiéndose a entregar todo su semen.

Fue así como me prepare, entre el hormigueo rico y la excitación impregne el doble de lo que entrego en cada relación, en cada montada le dejaba caer todo mi peso estrepitosamente y sin piedad, cada bajada contraía mis paredes anales como nunca antes; “dale vaquerita dale”- me decía emocionado. Yo por mi parte, gemía, disfrutaba de aquella escena, que se podía reflejar en el espejo de aquella habitación. Lo monte por varios minutos, incluso me pregunto si ya me había cansado, le respondí que no de manera desafiante, no estaba dispuesta a dejarlo ir sin la leche que tanto esperaba. Parecía que la “terapia intensiva” estaba dando resultados, Cristián sudaba, gemía, y en ocasiones me daba unas certeras nalgadas que terminaban por excitarme más. 

Poco a poco fui acelerando el ritmo de la cabalgata, esperando ese triunfo tan anhelado que sería ver el condón reventando de leche.
No sé cuántos minutos pasaron pero la postura me estaba agotando, después de varios minutos de placer, escuche el ruido de la televisión; era ineludible… y aceptando mí derrota le propuse un cambio más de postura. Está vez mi colita se topaba con un monstruo de la misma magnitud que ella, POR PRIMERA VEZ  mi última carta estaba siendo desvanecida y derrotada por aquellas estocadas firmes y retadoras que mi macho me propinaba. Al parecer su delicioso miembro estaba ganando esta batalla de amor. El marcador: Cero puntos para mí, varios puntos para él.  Deje a su libre decisión la siguiente postura; ahora sería yo quien estuviera boca abajo, su falo incansable penetraría por enésima vez mis entrañas. Estuve a punto de pedir un descanso, pero mi deseo es incontrolable, una vez que lo provocan no tiene límites. Mi cuerpo se estaba cansando más no mi colita de fuego.

Como macho en celo, llego hasta mi cálida entrada para cubrirla una vez más, coloco su pene incansable, y tomándome de la cintura me lo dejo ir con fuerza hasta el fondo de mis entrañas, mientras tanto mis piernas descansaban en sus hombros, Cristián me miraba con pasión, saciando su apetito sexual desmedido, y yo… ¡abriendo las piernas para que él me poseyera completita, con una actitud lasciva, comportándome como la puta que soy; haciendo que mi libido sustituyera la razón, saboreando de ese absoluto y delicioso sexo, todos mis pensamientos se concentraban en él.


Estaba siendo tan placentero y delicioso ese encuentro que no me di cuenta que la diminuta tanga que Cristian hizo a un lado para penetrarme, me estaba lastimando; aun así mis nalgas seguían soportando estoicamente y sin rendirse aquella cabalgata que para ese momento no tenía fin. Estuvimos largo tiempo en esa postura hasta que mis piernas se “durmieron”. Tuve que pedirle un cambio más para relajar mis extremidades, que además de cansadas ya no las sentía de tanto amar. Muy comprensivo me dijo que si, ansioso por colocar su pene en mis entrañas como si fuera un imán, se acomodó detrás de mí en la clásica postura “de ladito” y me penetró con pasión con movimientos candentes y circulares. Seguí su ritmo apretando su miembro con mis paredes anales, ya no había mucho camino por recorrer pues a casi ¡dos horas de estar siendo penetrada!, ese SEXO INTENSO…¡ estaba rindiendo mi ser! 
Me impulsó agarrando fuertemente mi trasero y lo abrace con mis piernas para clavarme en su miembro portentoso. 

Mis manos se aferraron a su cabello, mientras su lengua traviesa recorría mis hombros, y mi cuello….esos me fascina corazón –exclame con pasión-, fue entonces cuando Cristián continuó comiéndose mis delicados hombros y cuello, con más fuerza. El oír su voz, mirar su cara y sentir su piel, es una sensación incomparable e irrepetible. Me encantaba estar entre sus brazos siendo su mujer, ¡su puta!…¡su todo!, mi cuerpo se rindió, dejo de exclamar suspiros y jadeos, y no porque no quisiera, mi humanidad estaba exhausta de tanto amar, cansada de recibir tanto amor. 

La intempestiva penetración y el sudor humectando nuestros cuerpos, aunado a esas deliciosas manos que recorrían mi espalda y nalgas con desesperación revivían por momentos mi pasión. Sus manos inquietas bajaron mi corset dejando a su merced mis pequeños pechos, por supuesto para esos momentos mis pezones estaban durísimos, ¡como piedras! Su boca llegó hasta ellos chupándolos de manera increíble, me seguía sorprendiendo de donde sacaba tanta pila este chico. Mi culo punzante por la deliciosa explosión que mi macho me asestaba, en cada empujón me aferraba con la convicción de hacerlo venir, aun sin perder la esperanza todavía; me seguía entregando a él con mucha pasión, por su parte su boca seguía sellando con besos provocativos y candentes toda mi  espalda, su lengua recorriendo mi oído y hombros me provocaban los últimos espasmos de placer, se dio cuenta de mi reacción y para hacerme más vulnerable, continuó brindándome ese placer que parecía infinito

Su pecho caliente y sudoroso goteaba en el mío, y aproveche el momento para beber su emulsión salada, fragante…parecía que por fin se rendiría. Tomo un breve descanso para que le chupara su miembro, me dijo “yo no la tengo tan grande como la del negro que te cogió la última vez, pero está rica”. No había duda, estaba deliciosa esa verga incansable, que ya no sabía de qué manera hacerla venir, mi lengua esmaltaba su tronco rígido y surcado por las venas que mostraban su poderío. No sé si fue mejor o peor, pero darle sexo oral solo hizo que su pene se volviera a inflamar, a inyectarse de sangre. Interrumpí el consentimiento oral para sentirlo en mi ser, bastaron unos breves minutos para que se recuperara, y nuevamente ¡el deseo se hizo presente! Su pene se deslizaba como mantequilla hasta topar con las paredes de mi esfínter. Cerré mis ojos disfrutando de ese mágico momento.
Después de una mirada a mi frenesí, arremetiendo en su falo,  me observó contemplando el edén de mi cuerpo rindiéndose ante él, era un rostro sudado pero concentrado resollándose y en taladrándome sin consideración. Me inquietaba la situación, no sé porque razón no se “venía”, tal vez es de un aguante poco común, tal vez eran los nervios, quizás me hizo trampa y se puso un retardarte…nunca lo sabré pues todavía cuando me cabalgaba con mucha pasión y constancia le suplique para que se viniera, me remordía la conciencia el hecho de que yo había experimentado dos orgasmos y el todavía ¡ninguno!

Fruncía el ceño deliciosamente, no me gusta hacer esto cuando el amor está en su apogeo pero precisamente por eso les comento a todos mis amantes del tiempo del que disponemos. Tuve que decirle que teníamos cinco minutos más antes de finiquitar nuestra cita. Me afianzo muy bien de la cadera como si no me quisiera soltar, como si quisiera vivir pegado a mis caderas,  yo más que nadie deseaba que ese momento fuera perpetuo, pero desafortunadamente como la Cenicienta, tengo el tiempo medido.
No tuve más remedio que recordarle la hora para que frenara su interminable cabalgata. Me dio pena ponerle fin así de pronto pero una vez más se lo comente “ya lo habíamos acordado”. Y como caballero que es, respeto el acuerdo sin increparme y sin mayores inconvenientes. Se dirigió a la ducha para asearse, salió y estuvimos platicando breves momentos en lo que se vestía. Tomo sus cosas, antes de marchar todavía le dije: “no sé por qué no pude hacerte venir, hubiera sido fantástico sentir tu leche resbalando por mi boca o pompas”…en fin. 

Con un gran beso nos despedimos, tome un poco de papel para limpiarle los labios, pues mi labial se había quedado igual que mis caricias, ¡en su piel! No le importo y me volvió a besar, se despidió de mí y me dijo que esperaba la fecha para la próxima cita. La primera cita puede ser “debut y despedida” o bien la confirmación de un sexo delicioso que se puede repetir cuantas veces podamos. Y no lo digo solo por el también hablo de mi desempeño en la cama. Afortunadamente pasamos la prueba, y en estos momentos estamos planeando ya lo que será el segundo encuentro, cuerpo a cuerpo piel a piel, esperando que en está ocasión pueda venirse como nunca antes…no me pierdo la oportunidad de probar por segunda ocasión de este SEXO INTENSO, ¡que tengan ricos orgamos!, nos leemos en el siguiente relato.