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martes, 17 de febrero de 2015

Mi Ángel de la Guarda...



No solo me conquisto su forma de hacer el amor, también su ser y su carisma, estaba tan complacida y a la vez extasiada con sus detalles, correros y llamadas!. RESPETABA mi espacio y momentos en que Vanessa se difuminaba, que por un momento creí que mi romance sería inmarcesible de lo feliz que me encontraba. Así que para corresponderle totalmente, decidí NO leer más los mensajes de mi anuncio, mi cuerpo, deseo y pensamientos en adelante serían solo para él, por fin había encontrado lo que tan anheladamente buscaba. Como ya les comente anteriormente, no creo en la fidelidad, pero sí creo en lealtad, y en la estabilidad emocional, cuando tocan a mi puerta no las dejo ir, tampoco soy de las que anda de cama en cama (aunque parezca lo contrario), prefiero dejar pasar varios meses, pero sin precipitarme ni presionarme. Que cuando llegue alguien a mi vida, valga la pena la espera, y no como barco sin rumbo, a la deriva.

A pesar de ser un hombre maduro, en ocasiones parecía un adolescente colegial cortejando a su novia, y eso ¡me fascinaba!. Las tardes ya no eran las mismas, el brillo del sol era distinto. Un halo de felicidad me acompañaba por doquier, el saberme deseada, protegida, comprendida e inclusive me atrevería a decir que hasta amada por Ángel, (mi Ángel de la Guarda) complementaban esa parte de mi vida que estaba insulsa y vacía. Yo llegue a su vida en un momento muy difícil también, pues se encontraba sumergido en una soledad, producto del límite difuso entre su vida anterior y su realidad actual. Para fortuna de los dos, nos encontramos en el momento justo en que necesitábamos una compañía; a veces, no hace falta nada más que eso. No le quise poner nombre a nuestra relación, (novios, amantes o cualquier otro adjetivo) simplemente diré que llegamos a ser muy buenos amigos y eso le daba a nuestras relaciones sexuales un plus extra.

Cómplices de aventuras, pues cuando ambos teníamos una fantasía, la platicábamos y regularmente SIEMPRE coincidíamos, por lo que en el siguiente encuentro la llevábamos a cabo. Una de ellas fue grabarnos teniendo sexo. Para no comprometer la identidad de ninguno de los le sugerí usar un antifaz, y yo unos lentes. Sin embargo me dijo que no tenía problemas con eso, que a él le gustaría salir así, a “cara limpia”. A pesar de eso, y de que ya no comparto intimidad con él; NUNCA he difundido una imagen con su rostro sin desdibujarlo o pixelarlo, pues ofrecer DISCRECIÓN es eso.

Así que un diez de Diciembre del dos mil trece, a las once de la mañana, concertamos otra cita (aún conservo esos mensajes en mi celular como un bonito recuerdo, aunque a veces verlos me produce tristeza en la actualidad). Él trabaja (o trabajaba hasta donde me quede) en un taxi que con mucho esfuerzo compro, anteriormente trabajó en la extinta compañía de Luz y Fuerza del Centro, fue de la gente que Felipe Calderón (irónicamente el presidente del “empleo”) dejo sin trabajo. Aún se mantiene en pie de lucha con el SME (el ex-sindicato de trabajadores de Luz), por lo mismo no tenía el dinero de su liquidación y su situación económica era complicada. Sé los esfuerzos sobrenaturales que hacía por juntar para pagar la habitación del hotel, por eso quizás me entregaba (no solo en el sexo) con mayor ahínco y sin limitantes ni inhibiciones, a manera de recompensar dicho sacrificio. Con esto no quiero decir que me “pre-condicionaba”, pero otra de mis virtudes es la gratitud, y pienso que una relación aunque no tenga un compromiso tácito o escrito como tal, si debe de haber esa solidaridad y apoyo.

Su taxi dejaba de circular los martes, entonces para aprovechar el tiempo, procuraba que las citas se dieran esos días de descanso obligatorio para su auto, para no interrumpir sus actividades, sobretodo porque para un taxista el tiempo como dice el dicho: “es oro”. Cambié mi turno esa semana con la intención de verlo por la mañana y disfrutarnos más tiempo.

En esa segunda cita parecía que ya nos conocíamos de años, ya con menos nervios que la vez primera, me abrazó y besó como si fuéramos “novios” de toda la vida, nos dimos un agasajo y faje muy rico, llevábamos cerca de tres meses de no poder vernos, pues por una situación u otra, la cita se postergaba o complicaba, pero al fin nuestros cuerpos se volverían a fusionar en el mar del placer. Estábamos que no cabíamos de la felicidad por la oportunidad que la vida nos daba de volvernos a ver. Después de ese delicioso faje, saco de la bolsa de su chamarra un bonito regalo que puso en mis manos; que aunque sencillo, fue un obsequio con mucho cariño. Les diré que me gusta resaltar mi feminidad con collares y pulseras, entonces la primera vez que nos vimos, no fue la excepción, pendía de mi cuello un collar con un delfín y un corazón a la mitad.
Así que muy observador, de ahí saco la idea para regalarme un collar de delfines, se los describo: era sencillo de color plata, con dos delfines simulando saltar el océano, (uno arriba del otro); me puse de espaldas y le dije “pónmelo por favor”, y así lo hizo. Me puse frente a él y le di las gracias con un cálido beso, hasta lo bromee diciéndole “esos delfines que me acabas de regalar, me recuerdan a alguien, el que está arriba, ¡eres tú!, y yo soy el que está abajo…con una carcajada previa me contesta: “tienes toda la razón mamacita!, yo soy el de arriba; y lo interrumpí abruptamente para decirle, “si ¡tú eres el de arriba y no te voy a decir porque”!, continuamos riendo. Como todo un caballero fue por un par de bebidas para degustar, también trajo unas paletas de hielo para juguetear, y así empezamos a darle rienda suelta a nuestra imaginación y deseo.

Iniciamos dando paso a nuestra fantasía de video grabarnos, les platico como iba vestida: llevaba una minifalda gris de holanes, blusa negra semitransparente (como de encaje), zapatos negros de tacón medio, y una rica lencería negra. Para combinar tanga y medias de red del mismo color. Un rico perfume que me fascina, no sé si lo conocen o lo habrán olfateado en alguna oportunidad se llama: “Sexy Doublé Nature” de Jafra, es una esencia con la cual me identifico, se me hace muy fina, sexy y suave pero a la vez atrevida y exquisita.

Empecé a modelarle mi atuendo con el fin de seducirlo y provocarlo, la idea ¡le encantó!, tomo la cámara y empezó a grabar esos momentos de lujuria y seducción. Me decía palabras muy ricas que me excitaban y me incitaban a seguir adelante, me contoneaba y en cada oportunidad que tenía derrochaba mi sensualidad sobre esa cama, me acosté levantando mis piernas, las abría, jugaba con ellas, me las tocaba, me empinaba para excitarlo más, su respiración agitada y el paso de su lengua por sus labios me indicaban que no me detuviera, su cara de lujuria lo confirmaba, pero lo que termino de delatarlo fue ese rico “bultito” creciendo a la mitad de su pantalón.

Súbitamente me dice: ¡no puedo más mami!, y se quitó los pantalones y camisa, para quedar en trusa. Yo seguí prendiéndolo con esos movimientos cadenciosos, seductores, e incitantes. Mientras le bailaba, se bajó la trusa y empezó a masturbarse, me decía ¡“que rico es tenerte frente a mi mamita, no sabes que falta me haces, me tuve que hace muchas chaquetas estos días que no tuve acceso a tu culito tan rico y apretado”! …papacito, no sabes que falta me hacías tú también (le dije) en todos mis sueños húmedos estabas tú…¡pero el tiempo apremia corazón, ya estoy aquí para ti!, completamente tuya…¡solo tuya papacito!.

Se me lanzo dándome un rico y húmedo beso de lengua, sus manos traviesas e inquietas toqueteaban mis nalgas, me beso la boca y después el cuello, los oídos, así…lentamente y rico…¡muy rico!. Definitivamente era un amante excepcional, bien dicen que no es el tamaño el que te da una relación exquisita, y lo tengo bien comprobado, pues de mi primer cita con “Rodolfo” que tenía un pene muy grande, pero su insípida manera de fornicar, demeritaba sus deliciosos veinte centímetros (inclusive me lastimo). En cambio con Ángel, a pesar de no tener un pene de campeonato, las relaciones sexuales que tuve con él, fueron MUCHÍSIMO MÁS placenteras por todo el erotismo, besos, caricias, ternura, pasión, y lenguaje soez que mezclaba al momento de hacer el amor. Con Rodolfo tuve sexo, con Ángel …¡hice el amor!.

No sé si era un experto, pero me sabía poner a punto de turrón en cada encuentro, sus besos me derretían como mantequilla en sartén, me besaba desde la punta de los pies, tobillos, piernas, nalgas, ombligo, espalda, hombros…Se me pone la piel chinita de recordar esos momentos deliciosos, cuando me recorría TODOS y cada uno de los rincones de mi cuerpo…¡Uff!, les confieso que de solo pensarlo ¡me estoy excitando!, no había parte de mi humanidad que su escurridiza lengua no probara.
Concretamos nuestra fantasía de grabarnos haciendo el amor, en principio nos preocupábamos por las tomas, acomodar la cámara para que el vídeo y fotos, no salieran desenfocadas, o fuera de cuadro más que nada; pero ya al calor del sexo, hasta nos olvidamos de la “filmación”, del tiempo, ¡de todo!... solo existíamos él y yo.

Me puse en la postura típica de “perrito”, me tomo de mis hombros y solo escuchaba ese maravilloso sonido que me prendé más, el choque de sus huevos con mis nalgas, me embestía una y otra vez, primero con ternura, pero después con fuerza y pasión, me decía al oído “no sabes cómo me imagine estar cogiéndote así mamita, metiéndote todo mi pito por tu estrecho ano, ¡ahh que rico!..¿te gusta?; ¡Si papacito! (le respondí agitadamente y con mi voz entre cortada por las embestidas tan deliciosas), ¡si me encanta mi amor!, así…ahh, no dejes de metérmelo papacito, así ¡huy!…rico mi amor ¡que rico!
A esto le siguió la posición de ladito…”huy mamita, como quisiera que esto no terminara, (me dijo) si vivieras conmigo te cogería diario… ¡diario mamacita!, que rica y que buena estás”. Creo que de solo escucharlo, llegue a un orgasmo; ¿a qué chica no le gusta que la piropeen y más a la hora del sexo?, woow si el paraíso existe… ¡soy testigo, estuve en el!

Ahora tocaba mi turno, así que procedí a colocarme arriba de él, se acostó boca arriba y suavemente me ensarte en su erguida verga. Empecé con movimientos ricos, circulares y profundos solo escuchaba sus gemidos “ahh, si Vane ¡así mamita!, así, ¡que rico ahh!, ¡sí!”. Yo tampoco seré una experta en la cama, pero por sus gestos y gemidos, supe que estaba correspondiéndolo de la misma y deliciosa manera. Me tomo de la cintura para que se me ensartara todo su pene y así lo hice, atendiendo a su petición, lo cabalgue con más fuerza y hasta el fondo; ya no me decía nada, solo gemía, sudaba y pasaba su lengua por sus labios, estábamos disfrutándonos ¡deliciosamente!. Cuando escuché su voz fue para decirme: “¡que rico Vanessa!, estoy a punto de venirme”; así que puse más asiduidad a mi cabalgata y lo monte más rápido y duro, suelo apretar mis paredes anales para que la sensación de mi pareja sea más tangible y exquisita; cuando de repente, mi cabalgata fue interrumpida por un: “ahh… ¡que rico!”, que rico mamacita, uff, ahh.. ¡que delicia!; sentí su cuerpo retorciéndose de placer, observé su rictus de satisfacción en su cara.

Agache mi cabeza para darle un beso, nos miramos de frente, ambos sudando y un poco agotados, no podíamos articular todavía una palabra de lo agitado que estábamos. En nuestros cuerpos sudados, exhaustos y cansados quedaba la huella del placer. Me tomo entre sus brazos, me besaba y me acariciaba de manera muy tierna, reposé en su pecho confesándole lo feliz que me hacía, que estaba muy agradecida con la vida de haberlo puesto en mi camino. Posteriormente estuvimos conversando de nuestros sueños, planes y deseos escuchando unas baladas que traía en su celular, me contaba ciertos pasajes de su vida, uno de ellos, acerca de un amor de juventud que quiso con el alma (por eso su pasión a la hora de amar) se le rosaban los ojos de solo recordarla. Platicamos de su trabajo, del mío de nuestros gustos, claro sin ahondar en cuestiones personales como la familia. De todas las charlas que tuve con él, nunca se presentó la oportunidad de que me platicara de su gusto por las chicas tv’s, en cada cita quedaba de contarme como llego a este delicioso y controvertido mundo de las chicas travestis, pero era más nuestra calentura, que siempre terminábamos en la cama haciendo el amor, con la promesa de que en la siguiente cita ahora si me confesaría a detalle, pero desafortunadamente nunca se dio.

Me daba cierta curiosidad, pues la forma en que me trataba, me hacía pensar que no era su primera vez con una chica tv. Si les pudiera transmitir la sensación tan placentera que me causaba su lengua cuando me dilataba el ano…sería padrísimo, sin embargo no se pueden transmitir las sensaciones por el internet, y menos a través de un relato así que les puedo decir que así como a los caballeros les gusta que les chupen su pene para que se prendan más, a mí me gusta (por no decir encanta) que me den un delicioso oral en mi ano, que jugueteen y que sumerjan su lengua hasta el fondo. No nada más es llegar y coger  (como los gallos de pisa y corre), este manjar llamado sexo, se debe saber degustar con todos los sentidos, despacio y sin prisas para disfrutarlo mejor.

Y así paso cerca de una hora; para ese momento mi Ángel de la Guarda ya estaba listo para sentir mi piel y entregarme todo su amor. Con su jugosa lengua empezó a recorrerme nuevamente de los pies a la cabeza, adueñándose del momento y encontrando mi punto de ebullición. No había prisa, él estaba a la espera de que mi ansia de amar explotara. Esos recorridos por mi ombligo y cintura me provocaban muchas cosquillas, y más a propósito lo hacía, le gustaba ver mi cara de hembra en celo. Si sus besos hubiesen sido tatuajes, ya no cabría uno más en mi cuerpo. Siempre buscamos la libertad de explorar nuestra piel, empapados de amor, nuevamente me entregue profundamente, y él se entregó con el alma. Una vez más fusionamos nuestros cuerpos en ese rito llamado sexo. Me besaba el cuello diciéndome lo delicioso que era probar el sabor del sexo, “me gusta probar ese sabor a sal que tiene tu cuerpo después de hacer el amor, ¡me encantas Vanessa!.

La fortuna de la vida no está en el dinero ni en los lujos, está en los momentos gratos de dicha, felicidad y placer que nos REGALA la vida. Con Ángel aprendí que no importa quién sabe más…si no aprender juntos. Conocí un mundo de las cosas bonitas y sencillas pero que con mucho cariño siempre me diste, ¡un mundo maravilloso!, todo lo que había perdido, lo había recuperado. 

Aquí las fotos de ese encuentro maravilloso, espero les gusten.









 

sábado, 7 de febrero de 2015

Samara… ¡se queda!.



Después de esa cita nada fue igual. ¡Ahora sí! pelearía con uñas y dientes por defender a mi niña interna; con esto no quiero decir que saldría del closet, es un paso que aún no puedo dar, estoy anteponiendo a mi  familia y amigos; ya que es como un juego de azar, se puede dar el caso de que me entiendan, pero también como sucede en estas situaciones, me arriesgo al rechazo y a perder mi estabilidad familiar y laboral, y mi idea no es quedarme sin el apoyo y cariño de los que más quiero. La diferencia es que está vez no dejaría que nada ni nadie interfiriera con mis sueños, anhelos y planes, y mucho menos a renunciar a mi esencia femenina que cada día brota con más fuerza.

Pensaba encontrar en “Rodolfo” un amante de planta; muchos de los que me leen imaginan que ando de colchón en colchón, pero la verdad es que cuando encuentro un amante que llena mis expectativas y complementa mi ser, correspondo a este de una forma incondicional, sumisa y me entrego sin inhibiciones. No creo en la fidelidad, pues este ambiente no se presta para esos lujos, tampoco la exijo pues sería como una quimera, pero sí creo en la lealtad y mi búsqueda termina cuando encuentro en la otra persona todo aquello que busco: Discreción, respeto, amistad, y un buen sexo, es ahí cuando nace mi lealtad con mi amante de turno.

Aunque fue muy tosco en su forma de hacer el sexo, estaba dispuesta a seguirme sometiendo a su rudeza, a su falta de afecto y a su incipientes “caricias”. A pesar de todo eso, me dio la seguridad para querer seguir con él, pues su madurez emocional me convenció completamente de que era el indicado para tener esas relaciones frecuentes de sexo desenfrenado, claro no lo niego, su miembro de veinte centímetros me tenía vuelta loca.
Tras varios correos sin responder y pretextos en las pocas y breves llamadas que portentosamente respondía, me canse de “rogarle” (como dice la canción), y seguí con mi aventura llamada “se busca amante”.
Mi anuncio continuaba en la red y los mensajes de chicos que querían “encamarme” eran asaces, pero en ese momento sufrí un descalabro emocional. Por semanas creí que era la culpable de que Rodolfo no quisiera seguir frecuentándome, ¿qué hice mal?, ¿qué deje de hacer?, ¿qué no hice?, me pasaron un sinfín de interrogantes por mi mente culpabilizándome del fracaso de esa relación, que así como llego se esfumo.
Tarde cerca de tres meses en recuperarme de este oscilo emocional, no pude superar de manera inmediata “el fracaso”. Así que tratando de dejar todo esto de lado, saque de ese sótano a Arlenne, la desempolve, la maquille, reviví y de manera vehemente la incorporé a esta realidad vana.
No era prisa, ni urgencia por la que regresaba a esa búsqueda “del amante de ocasión”, era la emoción, la adrenalina, esas maripositas que se sienten en el estómago cuando estás concretando una cita, y mejor aun cuando está se lleva a cabo.

Así que convencida de no dejarme derrotar por aquella relación que no prospero (la llame así, deje de atribuírmela como fracaso, pues por mi parte puse TODO lo que tenía a mi alcance, disposición, ganas, afecto, tiempo, etc., y dejé de preocuparme, culpabilizarme o reprocharme eso, y no prospero porque para él solo fui su nalga de ocasión y ya; total…¡hombres hay muchos!,), me dispuse a darme otra oportunidad, y porque no dársela también a un nuevo chico, que quizás me apreciara con mis virtudes y defectos, yo no soy de las que generalizan que “todos son iguales”, o que por ardida diga “malditos hombres”, ¡no!, ni todos somos iguales, y ni el rencor debe de durar para siempre, y si es así pues peor para uno, porque quien paga las consecuencias de esos malestares emocionales es uno mismo, ¡nadie más! lo mejor es darle vuelta a la página y continuar, “no clavarse” como dicen hoy en día.

Un nuevo mensaje atrajo mis expectativas, está vez el señor que me escribía me envolvió con sus palabras, me pareció tan sincero que estaba convencida de que él sería mi futuro compañero de cama. Después de dos mensajes intercambiamos correos, en uno de ellos me envió fotos de su persona (no era muy atractivo, pero su barba lo hacía ver un hombre interesante) cálculo que tenía entre 45 y 48 años, pensé si con palabras te sabe envolver, ya me imagino que delicia ha de ser compartir intimidad. Así que dije está cita es la que quiero. Me escribió un jueves por la tarde, yo le di respuesta el viernes en la mañana. Les confieso que soy un poco desesperada (no lo he logrado superar, pero ahí la llevo), cuando respondo mis mensajes me gustaría que me respondieran a la brevedad posible, entonces paso el viernes, sábado y domingo, revise mi correo el lunes temprano y ¡nada!, no tenía respuesta de ese misterioso amante que deseaba cita con una servidora.
Entonces me desespere, y le escribí un correo reclamándole, ¿para qué me contactaste si solo eres un curioso?, bien lo dije en mi anuncio “no curiosos, no quita tiempos”, en fin me enoje mucho y despotrique; en resumen le dije que no me volviera a escribir porque ni siquiera le iba  a contestar.

Y así lo hice, ese mismo día que recibí su respuesta (en la tarde), ni siquiera la leí, estaba tan enojada, que así como llegaban sus mensajes los eliminaba, no me tome la molestia ni siquiera por error o curiosidad leer si tuvo algún contratiempo o problema, creo que me vi algo intransigente e inmadura.

Caí nuevamente en una desilusión, que pensé que jamás volvería a concretar una cita como la primera, y deje de leer los mensajes de mi anuncio. Me quería arrepentir y escribirle, ofrecerle una disculpa, pero mi ego fue más grande. Pasaron otras tres semanas, y llevada por mi deseo, volví a leer los mensajes de mi anuncio.

Coincidentemente me contacto un hombre de edad madura de nombre “Ángel”, y digo coincidentemente porque escribía y se dirigía de manera muy similar a la del señor de barba con el que estuve a punto de concretar esa cita, podía apostar cien a uno, ¡que se trataba de él!. Deje que siguiera escribiéndome esos mensajes, detenidamente lo analice y deduje que se trababa de él, no puede haber dos personas IGUALES, no presumo pero les puedo decir que me he vuelto una experta en analizar los mensajes de los chicos que me contactan, y mediante su forma de escribir me puedo dar cuenta si son conflictivos o si son sinceros y de verdad buscan una relación sin problemas.

Trato de ser muy cauteloso, inclusive me escribía con un mail distinto del que me contacto en un inicio (pensó que no me daría cuenta), pero una cosa es que sea joven y otra tonta, la primera no lo niego lo soy, la segunda ¡ni tantito!. Y es que muchas veces creen que juventud es igual a inexperiencia y por ende a que eres un tont@, y se equivocan, por lo menos en mi caso soy joven pero madure desde muy temprana edad por golpes inexorables que da la vida, pero esa “es otra historia”.

Volviendo a mi cita con “Ángel”, y para desenmascararlo se me ocurrió una idea fantástica, le dije está bien, te voy a dar una cita pero necesito que me envíes fotos. Lo puse contra la pared, pues como la primera vez me envió fotos, dije a ver ahora que hace; por mentiroso lo puse en un verdadero dilema. Cuando leí su respuesta me dio risa, y no por lo que me decía, no sé de donde saco una foto de un chavo bien parecido, (pobrecito de verdad si quería una cita conmigo pero sus mentiras estaban llegando a su fin), y ni modo me arriesgue a que otra vez esto se quedará en planes pero dije ya basta de mentiras. Jamás le mencione “tú ya me habías escrito y sé que eres el señor de barba que me escribió hace unas semanas”, simplemente le dije: ¿de verdad eres tú el de la foto?, no sé porque pero no te creo, así que voy a ser bien sincera contigo, si a la cita no llega el chico de la foto…¡olvídate de mí!.

Esa misma tarde me escribe ofreciéndome disculpas y me dice: perdóname niña, sé que no fui muy sincero contigo, y tienes toda la razón, no soy el de la foto, y no te mande fotos mías por temor a que me rechaces (cuando mi anuncio decía “NO IMPORTA EL FÍSICO”), ahora si te adjunto fotos mías, y mis sospechas y conjeturas solo se confirmaban…¡efectivamente era él!, ese señor de la barba, pero en su afán de acostarse conmigo, creo una nueva cuenta, me abordo como si nunca lo hubiera hecho, y encima ¡se rasuro su barba! para que “no lo reconociera”. Jamás se lo comente, pues no quise echar a perder su fantasía, así que hice como si no sospechara nada, de verdad era un señor ¡que valía la pena!, y está vez no estaba dispuesta a dejarlo ir. No les puedo comentar la mecánica de mis citas, pues como se los repito es por seguridad mía y de quién me contacta, solo les diré que ¡por fin pusimos fecha y hora del encuentro!. Siempre que voy a concretar alguna cita, les doy a elegir el atuendo a mi amante de turno, no sé si ya les platique pero tengo varios disfraces: enfermera, secretaria, mucama o sirvienta, colegiala (pública y privada) y mi nueva adquisición de policía.

Escogió el disfraz de “sirvienta” con lencería blanca, me arregle muy bonita, pues quería causarle una excelente impresión. Me puse un baby doll blanco de ligueros, medias blancas, mini tanga blanca, zapatos casuales negros y el atuendo de mucama.


Está vez ya no estaba tan nerviosa, solo los nervios normales pero ya no los desesperados de la primera cita, la lobita sexy que vive dentro de mí salió para darle rienda suelta a las pasiones carnales. 
A pesar de su edad, quien estaba más nervioso para mi sorpresa era él. Me quería dar risa, pero el RESPETO es parte fundamental de mis relaciones, y lo que pido ofrezco, así que lo hice sentir como en casa, rompí el hielo de principio con una película pornográfica, para posteriormente “seducirlo”. Estábamos viendo la película y platicando, pero el aún seguía muy nervioso, solo me miraba de reojo, pero no se atrevía a tocarme. Lo más que llego a hacer fue rosarme la rodilla con su mano izquierda, yo estaba más que caliente, lista para la acción, así que dije ¡empecemos!.

Ahora fui yo quien tome la iniciativa y me puse de pie, apague el televisor y seductoramente le dije: te gusta mi atuendo, camine delicadamente hasta el tocador que estaba frente a la cama, le di la espalda y me “empine”, le volvía a preguntar ¿te gusta papacito?, subí la minifalda del atuendo para dejarle ver mis pompas y piernas, empecé a bailarle erótica y provocativamente. Me puse frente a él y ahora si ya no lo pudo evitar, me empezó a toquetear y manosear muy rico, empezó a besar mis pompas y a cachondearme.

A diferencia de mi primera cita, este señor era muy cariñoso, besucón y muy cachondo, una vez que entro en calor dejo de lado su pena, y después manos le hacían falta para acariciarme y manosearme, me gustaron sus besos húmedos y  apasionados, y la manera tan tierna en que me trato.
Sus palabras dulces, caricias y su forma de seducirme me llevaron a la tierra del éxtasis, me sentía muy a gusto a pesar de que aún, no me penetraba.

Para corresponderle, baje sus calzones blancos de su cintura; para ese momento su pene estaba muy erguido, no tenía un pene de campeonato, pero sí muy grueso y rico…le empecé a sobar sus huevos delicadamente con mis dedos, (que supiera que yo también lo podía llevar al clímax), y mi lengua empezó a hacer de las suyas, empecé por recorrer su escroto con movimientos circulares, posteriormente pase a insertar su pene en mi boca para darle una succionada riquísima, mientras se la chupaba, mis manos inquietas acariciaban sus huevos peludos. ¡Qué ricos gemidos!, entre más gemía, más me alentaba a seguir chupándosela “ahh, si ahh que rico Vane, sigue, no pares mamita, ahh”.

Casi me vengo de escucharlo gemir, y estaba ahí sube y baja, sube y baja con mi boquita inquieta, cuando me dice: para nena, ¡ya te quiero sentir!, claro que si papacito. Coloque el condón en su pene, y un poco de lubricante que suelo llevar para que la relación sea más placentera. En cuanto sintió mi apretado ano, ya no pudo más…me dice “que rica estás mamacita, huy y que rico aprietas”, estaba como niño con juguete nuevo.
Empecé con la posición de “mariposa” el abajo, y yo arriba con las piernas abiertas, duro y dale, yo estaba tan ansiosa por sentirlo todo, que me estaba metiendo muy duro y profundo, que inclusive él tuvo que decirme “más despacio nena”, cuando regularmente la chica travesti es la que pide eso, así que decidí ir más despacio. Intercambiamos posición, nos bésanos, acariciamos; no estábamos teniendo sexo solamente, ¡hacíamos el amor!.

Recuerdo como me miraba fijamente mientras me penetraba, cuando cerraba sus ojos era señal de lo mucho que disfrutaba, yo por mi parte no paraba de gemir diciéndole “si más papi, más así rico, no pares, dámelo todo ahh, ¡sí!.

Se vino tan deliciosamente, que aunque no me pude venir con él en ese momento, su cara y gestos de satisfacción era un verdadero placer observarlo.

Estuvimos platicando otro rato, y como me quede con ganas de más, nuevamente me empine frente a la cama, le digo que te pareció mi colita…que se incorpora dándome un buen arrimón, y me dice “deliciosa mamita, deliciosa”, con eso tuvimos para prendernos y ponernos bien “calientes” y ¡zas! ahí vamos otra vez al colchón a echarnos un rapidín, coloque nuevamente el condón y que me monta de perrito, luego de ladito, y aunque ya no aguanto mucho como la vez primera, me puede venir al mismo tiempo que él se venía, y eso fue…¡delicioso!.
Creo que me faltarían adjetivos para describirles la forma en la que me entrego a mi pareja en mis relaciones sexuales, tampoco me gusta hablar de más simplemente lo que es, pero para que se den una idea, les voy a compartir la carta que me escribió al siguiente día de habernos conocido y hacer el amor placenteramente y dice:

GRACIAS VANESSA (Vanessa es uno de mis nombres que anteriormente usaba)

Gracias por el amor y el tiempo que me dedicaste. Gracias por haberte convertido en mi isla, en ese pedacito de espacio en el que me sentí vivo y feliz.

Gracias por tus gestos siempre nobles. Gracias por aceptarme como soy, sin juzgarme. Gracias por creer en mí y guardarme un puesto en tu vida.

Gracias por tus caricias y besos. Gracias por reabrir la ventana de mi imaginación y de mi erotismo. Gracias por tu entrega apasionada y por todas las palabras que me dijiste en esos momentos de total entrega.
Gracias por los momentos de risa, y el mundo nos parecía absolutamente nuestro. 

Para mí eres uno de los seres humanos más hermosos y auténticos que he tenido la oportunidad de conocer. Prométeme que nunca dejarás que nada ni nadie te convenza de lo contrario. Esta es mi manera de decirte hasta pronto, que siempre estaré para ti no importando las circunstancias ni el tiempo que pase entre nosotros, hasta pronto y algún día nos diremos "qué bueno volver a verte".

Y yo sé que será así porque creo en cada una de tus palabras y en todo lo que yo siento por ti. Es decir, que creo en el nosotros tal como la vida nos lo tenga reservado y por si acaso, cuando me vaya, en cada paso que dé estaré dejando huellas en el camino... Así sabrás por dónde ir y dónde encontrarme…En tres palabras: gracias por existir…


Así finalizaba el correo que me escribía y como a la flor que se riega para que no se seque, diariamente me escribía un poema que alegraba mi día. Hoy en día las palabras bonitas no se valoran como deben ser, ni hay hombres que tengan la virtud de saberlas decir, me envolvió su sentimiento y sinceridad, ambos coincidimos en que nuestra soledad…¡había llegado a su fin!. Estaba muy contenta con esa relación esporádica pero comprometida, valió la pena la espera, pues ¡por fin había encontrado a mi compañero!, a mi cómplice, ¡a mi complemento! Ángel…fuiste mi verdadero Ángel de la Guarda, dónde quiera que te encuentres te deseo lo mejor de esta vida, deseo que nunca más vuelvas a estar solo, y aunque ya no formo parte de tu vida, tu siempre formaras parte de la mía, en una parte especial de mi ser.

Les dejo una foto que tengo de recuerdo de aquella tarde-noche ¡inolvidable! Era tanta su emoción que no me pude negar a tomarnos una foto para recuerdo, si no lo hubiera hecho les aseguro que estuviese muy arrepentida. Por cierto las fotos que recién publique, fueron con él: Ángel, mi ¡Ángel de la Guarda!.