¿Alguno de ustedes ya contrato un sexo servicio?, (de hombre, mujer o transexual), pues en mi caso nunca había tenido la necesidad de solicitarlo. Me llamaba la atención desde que iba en la preparatoria, pero por una cosa u otra ese arrebato se postergaba y abdicaba. Nunca faltaba el compañero que queriéndose dar a notar “presumía” que ya había tenido su primera vez con una prostituta de Sullivan, aunque muchas veces era un simple resabio por mentir para quedar bien ante los demás. Para quién no sepa que es “Sullivan” es una calle de la Ciudad de México donde puedes encontrar un caleidoscopio de prostitutas; a donde dirijas la vista parece que se repite la misma imagen, una y otra vez. Nunca he negado que estuve tentada a ceder ante el deseo de ver caer una falda ante mí, sobretodo en la etapa de la adolescencia, a la edad de quince años, es muy difícil distinguir entre lo que de verdad quieres y los que es un simple capricho.
Afortunadamente, nunca cedí antes esas debilidades que solo me
confundían más, y que me provocaban una tremenda inestabilidad emocional. Las
necesidades de mi cuerpo querían modificar mi esencia, pero mis pensamientos
seguían firmes a mi convicción de lo que soy hasta estos días. Fue difícil,
pero no imposible… y doy gracias a la vida porque ahora más que nunca estoy muy
segura de lo que soy, dejar de ser travesti seria como renunciar a respirar. Muchos
más nos echaban en cara sus aventuras con prostitutas de la zona, obviamente
porque sus padres les daban dinero a manos llenas y no sabían de carencias,
mucho menos de esfuerzos, a diferencia de nosotros que en ocasiones ni para el
pasaje llevábamos, ¡imaginarnos en la cama de alguna prostituta, y sobre todo
de esa zona, sería un sueño guajiro! Para mí fortuna, esa moda de presumir se apeó
en unas cuantas semanas y después, se
fue desvaneciendo como nubes en el viento, y así como llegó un buen día feneció;
yo solo tuve un encuentro furtivo, que no pude presumir, pero muy pasional que
me dejo marcada para siempre.
Ya cuando tuve un trabajo fijo, la idea nuevamente empezó a
rondar mi cabeza, sin embargo mi bajo salario me hizo desistir una vez más, era
mucho dinero y las carencias de mi casa no podían esperar para darle prioridad
a semejante lujo. Una página me llevaba a otra, y mi idea de contratar a una
mujer para “experimentar” cambio drásticamente cuando, esa misma página me
sugirió un sitio de chicas transexuales. Estuve navegando por varios minutos y
quede muy sorprendida ante tanta belleza casi natural, estuve a punto de ceder
y sacrificar parte de mis gastos personales por tener un encuentro con alguna
de ellas. El emolumento que exigía dicho encuentro era bastante oneroso y eso
fue lo que me impidió por mucho tiempo llegar a consumar un encuentro sexual
con alguna de ellas. Tiempo después cambie de trabajo, y mi sueldo mejoro
sustancialmente a comparación con la empresa anterior, no era un sueldazo, pero
mejoraba mis condiciones, que con el tiempo me darían la oportunidad de darme
el lujo de pagarle a alguien a cambio de sexo.
Lamentablemente la pena, la falta de tiempo, y realizar otras
actividades me alejo de manera indefinida de la fantasía, y estuve a punto de
resignarme, sobre todo cuando empecé a tener estos encuentros esporádicos pero
candentes con desconocidos que posteriormente se volvieron parte de mi vida.
Después de cada encuentro, la idea se disuadía de mi cabeza, ya no tenía la
inquietud ni siquiera por error, de compartir un momento de intimidad con
alguna transexual, mucho menos con alguna mujer biológica.
Así pasaron varios años más, estaba tan contenta, plena y feliz
con lo que la vida me regalaba que no tenía necesidad de buscar en absoluto
nada más, mucho menos un sexo servicio. Pero el gusanito se hizo presente
cuando al navegar por una conocida página de pornografía transexual amateur,
observe a un “mulato” establecer contacto carnal con una chica de tez blanca.
El encuentro fue tan ardiente, pasional y tan natural que se me antojo. Está
vez, a diferencia de las anteriores,
estuve buscando en el catálogo de “chicos”. No estaba buscando cualquier
chico, mi mente idealizaba una escena similar como la que hace apenas unos
minutos presencie. Lo admito el catálogo es bastante amplio, hay muchos chicos
guapísimos, musculosos, bastante apetecibles y encamables… pero a mí nadie me
quitaba de la mente la idea de coger con un negro.
¡Sí!...lo acepto, era una de mis fantasías reprimidas, un anhelo
de mi alma, que por las situaciones que les comento no había llevado a la
realidad. Con mucho esfuerzo, estuve ahorrando un poco de dinero para poder
costear semejante manjar, afortunadamente llegaba el mes de diciembre, los
aguinaldos, el dinero extra, terminarían por hacer realidad mi fantasía carnal.
Aún estaba nerviosa para entablar una conversación telefónica con este chico de
ébano, y decidí enviarle un mail para solicitarle información de lo que incluía
su “servicio” así como su costo o “arancel” como mucha gente le llama.
Amablemente me respondió en un par de horas, y a detalle me
explico lo que me incluía el pago de sus servicios, no se los niego se me hizo
algo caro, pero no impagable, ¡para eso estaba ahorrando!. En ese momento la
adrenalina empezó a recorrer todo mi cuerpo, las mariposas en mi estómago
empezaron a revolotear, aunque les confieso que como en toda cita también
estuvo presente la incertidumbre y la inseguridad, me sentí nerviosa pero
entusiasmada. Prácticamente tenía ya todo preparado para una rica velada,
despedir el dos mil quince de esa manera sería un fin de año ¡para recordar!
Espere pacientemente el aguinaldo para completar y entable comunicación con
“Chantal Hurtado” (como se hace llamar esta escultura de ébano) y le manifesté
mi inquietud por compartir la cama con él.
Le escribí por correo para decirle que ya había juntado lo
pactado, pero para mí mala suerte Chantal se había marchado a su país de origen
Colombia, estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos de ese frenético encuentro
que poco me falto para caer en depresión. Me sentí decepcionada conmigo misma
pues, pude haber pedido un préstamo con antelación y pagarlo en Diciembre, pero
por estar pensándolo mucho, Chantal se marchaba de la Ciudad. Gracias a mi nene
no pase un mes de Diciembre sola, tuvimos una rica velada antes de concluir el
año, y eso me distrajo momentáneamente de mi “fracaso”.
Es lógico que cuando tienes el dinero en las manos, lo utilizas
para todo menos para el objetivo central, y no fui la excepción, empecé a
comprar cosas por internet, y otras más cuando acudía al centro de la Ciudad, y
así poco a poco me fui gastando parte de los ahorros que tenía contemplados
para aquella cita.
Llego el mes de Enero y con ello mucha incertidumbre, la empresa
para la que presto mis servicios, lamentablemente se quedó sin un contrato muy bueno que tenía con una
delegación de la Ciudad de México, y lo peor es que eso termino afectando la
relación laboral. Empezaron los despidos masivos, la llegada de nueva gente, la
presión y los horarios extenuantes. Todavía no les puedo presumir de una
estabilidad laboral pero es buen síntoma que a la fecha siga trabajando para la
empresa de mensajería. Como prescindieron de los servicios de mucha gente, me
toco realizar dobles, y en ocasiones hasta triples tareas lo que resulto en un
horario fatigante, de nueve de la mañana a nueve de la noche. Prácticamente
solo llegaba a mi casa para bañarme, comer y dormir, repitiendo esta rutina
todo el mes. Me pagaron algunos bonos extras por mi apoyo en otras áreas, pero
el estrés y el desgaste físico se me habían quedado muy marcados.
La verdad me hacía falta una buena sesión de sexo para suprimir
todos estos malestares, pero desgraciadamente mi nene no estaba disponible para
darle rienda suelta a nuestras pasiones, y escribir un relato más sobre mi
cuerpo. Facebook tampoco era una opción, pues no había las condiciones óptimas
como para darle una cita a un completo desconocido.
Se aproximaba el catorce de febrero y la idea de contratar un
sexo servicio se hizo presente con más fervor. No soy la típica niña llorona
que si no tiene a alguien a su lado (sobre todo en fechas emblemáticas) se está
lamentando, pero dicen que de ver se antoja, y me decidí a pasar un catorce de
febrero como ningún otro. En el último mensaje Chantal me dejo su número
celular pues prometió que regresaría a tierra azteca, terminando Enero, fue
cuando decidí enviarle un mensaje para acordar fecha y concretar la cita
pendiente.
De manera cordial atendió mi petición y para mi buena suerte ya
tenía semanas trabajando en México, le anuncie la cita con anticipación y le
comente en donde quería verlo. Hasta ese momento todavía no me atreví a
márcale, el hecho de enviarle el mensaje de texto me ponía muy nerviosa y
taciturna, no quería que me escuchara dubitativa y tartamuda al teléfono, así
que postergué la llamada para después. Ya me había gastado parte de los ahorros
que tenía contemplados para la cita, así que solicité un préstamo en mi
trabajo, mi nuevo jefe me lo autorizo en un par de días, y yo estaba ¡feliz!.
Como nunca pido anticipos y ese mes trabaje con ahínco y disposición no tuve
ningún inconveniente para que me lo aprobaran.
Pedí un poco más de lo que Chantal me cobraría, esto con el fin
de comprar un delicioso baby doll que días atrás llamó mi atención. Era un baby
doll de color morado que lucía espectacular, aunque todavía tenía mis dudas,
pues me paso con el atuendo de color rosa que use con mi nene, me enamore de
ese baby doll en cuanto lo vi, pero cuando me lo puse resulta que no era lo que
yo esperaba. Está vez me tome mi tiempo para seleccionar dicha prenda, vi
varios modelos antes de tomar una decisión por completo. En mercado libre (que
es donde acostumbro comprar este tipo de prendas) me pusieron muchas trabas
para concretar la compra, lo malo de esto que se me volvió un capricho, y no
estaba dispuesta a vestir de otro color, era lencería morada ¡o nada!. Esa
tarde pedí permiso para salir a comer más tarde, con el fin de llegar a la
tienda de Vicky Form que está muy cerca de mi casa. Ingrese a la tienda
esperando encontrar el modelo justo que
mi mente ya había imaginado. Como suele suceder en estos casos la gente me
miraba con extrañeza, como bicho raro, y hasta con indiferencia. Ya estoy
acostumbrada a este tipo de comportamientos y miradas frías, cuando comencé a
comprar ropa me incomodaba, pero hoy en día ingreso a cualquier tienda de
lencería o ropa interior de mujer sin nervios ni incomodidades, total ¡la que
está pagando soy yo no esos metiches!
Muy accesible, se me acerco una señorita para preguntar qué
modelo estaba buscando. Mis ojos se postraron sobre un hermoso baby doll y casi
me dejo llevar por la emoción, lo único malo es que era rojo y yo, ya tengo de
ese color. Como la chica me trato como a cualquier clienta, le pregunte muy
segura y decidida ¿tiene este modelo pero de color morado?....un breve silencio
interrumpió nuestra charla, se quedó pensando y para mi buena suerte ¡lo
tenía!. ¿Qué talla? -pregunto- ¡mediana! -le contesté segura-. No era
completamente un color morado, era como purpura con tonalidades rosas, pero me
encanto. Tenía las características físicas que yo buscaba y lo compré. Me
dieron una bolsa rosa grande, bastante vistosa, no quería llamar la atención y
la chica que me atendió ya no tenía otra... ¡háganme el favor! Doble la bolsa
tratando de no maltratar mi baby doll que usaría en esa cita tan anhelada.
Regrese a la oficina y discretamente ingrese con mi bolsa, la guarde y me
dispuse a contactar a Chantal a través de una llamada telefónica, ya no más
mensajes, por fin estaba lista para escuchar su voz.
No esperaba que mi jefe de área se quedara toda la tarde
revisando los reportes de la semana, y me fue imposible comunicarme con él. Me retiré y la verdad es que no me
siento cómoda hablando por celular en el transporte público, mucho menos para
tratar asuntos de esa índole. No suelo recibir ni hacer llamadas en mi casa
pues a pesar de que tengo mi propia recamara, para mí la discreción es
sumamente importante. Hice bien pues, mi prima ingreso a mi cuarto para que le
ayudara con unas tareas; pasaron varias horas y desafortunadamente no pude
establecer conexión con él. A la mañana siguiente me levante muy temprano, y me
fui al puesto de mi amiga que me hace favor de guardar mis pertenencias, fui
por mi mochila y estaba dispuesta a llevar la cita hasta concretarla.
Todavía no tenía la confirmación por parte de Chantal, de hecho
ni siquiera sabía que yo pretendía un encuentro con él el sábado. Llevaba el
dinero que, en mensajes anteriores ya habíamos acordado para pagar por sus
servicios. Hubo un momento en el que estuve a punto de arrepentirme y claudicar
mi deseo por coger con un mulato. Pero la verdad es que ya tenía más de un mes
sin actividad sexual, y además seria como un “premio” por este mes de Enero que fue un periodo muy
complicado y extenuante, a decir verdad
¡si me lo merecía!.
A las diez con quince de esa mañana del sábado, me comunique con
él, escuche el tono de marcar pero mi negro no me contestaba, estuvo a punto de
colgar (por los nervios) pero me tranquilice y deje que Chantal me respondiera.
Creo que lo desperté pues sonaba como si se acabara de levantar. “Alo” -me
dijo- todavía no daba crédito de que estaba tratando con un colombiano. Una
sensación extraña recorría todo mi cuerpo, tal vez era el temor a ser
descubierta, tal vez eran los nervios por la cita. Rápidamente, le comente que
necesitaba de sus servicios, en punto de las tres de la tarde; ¡por fin mi fantasía
se volvería realidad! Todo auguraba una buena tarde, sorpresivamente el jefe me
dejo salir media hora antes de que concluyera mi jornada laboral, pues el día
había estado muy flojo, vete a descansar –me dijo- y yo como soy muy obediente,
¡me salí apresuradamente para encontrarme con mi destino!
Tome el camión para llegar hasta el punto acordado, iba muy ansiosa,
nerviosa y preocupada, nunca había requerido de un sexo servicio, no sabía cómo comportarme,
que palabras decir, pero sobretodo como interactuar con este chico de caoba. Me
dispuse a enfrentar esta nueva aventura que estaba a punto de comenzar. Ya en
el punto acordado, le marque para indicarle que ya estaba completamente lista,
quizás pensó que mi cita era una broma pues cuando me contesto me dijo
“enseguida salgo para allá chica”. Creí que ya venía en camino, pero ni modo a
esperar media hora más, total si espere casi medio año que no esperara unos
minutos más. Retoque mi maquillaje, me acomode el vestido y el resultado fue el
siguiente:
Me invadió la impaciencia, pues ya estaba pasando más de la
prorroga que me solicitó para su llegada. Sonó mi celular y era él, el taxi lo
estaba dejando en otro hotel, y me dijo que si lo podía orientar. Se escuchaba
algo desesperado y es que después supe no tiene mucho tiempo viviendo en
México. Colgué y seguí tomándome fotos para que este relato fuera gráfico
también y para seguir matando el tiempo. El atuendo me fascino, me mire al
espejo y el resultado fue espectacular (a reserva de lo que ustedes piensen).
Nunca había ataviado mi cuerpo de color morado, ya me había tomado un par de
fotos y video con unas medias de dicho color, pero nunca me había vestido
completamente ¡de morado!
Yo quería celebrar exactamente el catoche de febrero, pero había
dos inconvenientes, el primero: me resulta muy difícil una cita en domingo,
pues ese día lo dedico para visitar a mi señora madre que vive fuera del
Distrito Federal, no muy lejos, pero si es una distancia considerable, me
resultaba imposible hacer las dos cosas a la vez, y la segunda ese día los
templos del amor (hoteles) se abarrotan completamente de amantes buscando saciar
su calentura, y lo que menos quería era que me molestaran con el tiempo de la
habitación.
¡Por fin llegaba esa escultura viviente!, se veía algo cansado,
me pidió permiso para tomar una “duchita”, sin inconveniente le dije que sí,
“adelante aquí está la toalla y el jabón”. Se metió al baño y esos minutos me
sirvieron para relajarme, todavía estaba muy nerviosa, le agradecí ese gesto de
llegar y bañarse pues gracias a ese pequeño gran detalle, pudimos interactuar
muy rico, yo también tengo esa costumbre, tomar un baño antes y después de cada
encuentro. Me voy a desviar un poco del tema central pues quiero darles un
consejo, sobre todo a los chicos, se trata del sexo oral. Muchos se quejan de
que su parejas (ya sean chicos o chicas) no les saben hacer un rico oral, pero tomen en cuenta que para que
uno pueda tomar ese pene con mucha asiduidad, y succionarlo deliciosamente debe
haber una asepsia y pulcritud inexorable. Aunado a eso también debe haber una
higiene, es muy desagradable que uno este succionando y de repente ese mal olor
del sudor que se queda en los testículos esté presente, cualquiera se abstiene
de seguir o por lo menos eso desanima y echa a perder el momento. Así que
chicos no desechen este consejo, tómenlo muy en cuenta y si no, ¡ni se quejen!.
Regresando al relato…por fin Chantal salió del baño, se ducho y
su cuerpo desprendía un olor muy agradable, bajo esa toalla se encontraba un
monumento, una escultura irresistible,
estuve a punto de lanzarme a sus deliciosos brazos que parecían troncos
firmes esperando por mí. Me han contado que cada que contratas un sexo
servicio, hay que pagar por adelantado, así que antes de postrar mi humanidad
sobre ese delicioso manjar le pregunte ¿cuánto me vas a cobrar? (pues por
teléfono insistió en que lo negociaríamos en la habitación). Me dijo que
terminando lo veríamos pero, con cierta desconfianza insistí, “no, es
mejor fijar el precio de una vez pues no
sé si traigo el dinero suficiente” –argumente- . Me dijo el costo, era un poco
menor al que ya habíamos pactado, pero le comente que me gustaría un pequeño
video y fotos como recuerdo de semejante encuentro, Chantal hizo cuentas y al
final me cobro lo que me dijo en su primer mensaje.
Ni modo, pensé que me ahorraría unos cuantos billetes de cien
pero no fue así. Ya con el precio definido, ahora si ¡que empiece el deleite!.
Su tez morena y su forma de hablar me confirmaron que efectivamente era de la
hermana república de Colombia. Se quitó la toalla y me pregunto “¿cómo
empezamos?”…tenía muchas posiciones para sugerirle pero decidí que el eligiera.
¿Qué te parece si me haces un oral? me pregunto con voz baja, ¡por supuesto!,
respondí. No te preocupes por el tiempo que tome en ducharme, te lo voy a
respetar, a partir de ahorita corre la hora de mis servicios. Yo no tenía
inconvenientes por esa ducha, como en todo servicio, en el pedir está el dar, y
como el llego muy amable yo me porte accesible.
En aquella feliz coyuntura que yo jamás olvidaré, intercambiamos
caricias esquivas y juguetonas antes de reventar el silencio de aquella
habitación, no sé por qué pero, algo me impedía mirarlo a la cara, ver esos
ojos de fuego de un experto en las artes amatorias, si…quizás era eso, me
intimidaba estar enfrente de un experto
en la materia del amor, me preguntaba cuántas nalgas habían pasado por sus
manos, cuantas bocas habían cubierto ese delicioso caramelo de chocolate que
colgaba justo en medio de sus piernas. No lograba concentrarme, su presencia me
imponía, pero la loba en celo que cohabita dentro de mí salió para hacer frente
a la situación. Así que me despoje de mi ropa, primero callo mi suéter y
posteriormente mi sensual vestido que delineaba perfectamente mi culo. Me llamo
David…oye por cierto eres muy simpático, -me dijo- marcando una pronunciada
sonrisa en su cara, como mazorca de maíz. En cuanto vio que mi suéter me
causaba problemas para quitármelo, rápidamente se acomidió a ayudarme, y con
esos enormes brazos recorrió los míos para despojarme de este.
Sentí su respiración en mi nuca, y eso me excitaba, al parecer
no era la única que disfrutaba de la hermosa vista, por su parte “David”
también me chuleo mi atuendo, “te ves muy bien con ese conjuntito, déjame
decirte que tiene unas nalgas preciosas”. No sé si fue por quedar bien conmigo,
pero fue un verdadero alago que alguien que se dedica a repartir amor, me
dijera un cumplido así. Ya solo con la lencería purpura cubriendo mi humanidad,
me dispuse a disfrutar de ese seductor encuentro.
Aquí otras fotos:
Me arrodillé ante semejante dios del amor y coloque su glande en
mi boca, esa escena candorosa me excitaba y provocaba mi celo. Estaba en estado
de reposo cuando lo metí a mi boca, y poco a poco, succión tras succión
aquellos estímulos que mi lengua le daba a su glande, y esas delicadas chupadas
inyectaban de sangre ese delicioso tronco de chocolate que, estaba a punto de
mostrar su tamaño normal.
Le pedí a David que se recostará para contemplar ese cuerpo
fornido, casi selvático; para ese momento su pene se encontraba completamente
erecto, y ahí pude ver el esplendor de sus veintidós centímetros de carne
maciza y dura. Me sentí muy complacida al ver el rostro sereno de este singular
colombiano, esperando porque le volviera a mamar su magnánimo miembro. Como si
me hubiera hechizado, postre mis ojos en su miembro de fuego para
posteriormente llevármelo a la boca, nunca me ha gustado presumir, pero ya van
varias personas que me dicen “haces un magnifico oral”, y él lo reitero. David me
confesó que le fascinaba el sexo oral, que es muy difícil encontrar a la
persona que sepa hacer un oral como el que le estaba practicando. Me complacía
demasiado observar el rostro de David, su reacción fue fantástica, empecé a
recorrer su glande, baje hasta sus huevos y los metí a mi boca, mientras con
mis manos lo masturbaba.
Parecía que era yo quien le brindaba el sexo servicio,
complaciendo al cliente, aquí algunas fotos:
Le mame su delicioso tronco casi hasta terminarme la saliva, poco
me falto para devorármelo de un bocado y asfixiarme, exprimí ese pene hasta el
límite más allá del placer esperado, casi lo hago venir en mi boca, sin embargo ese no era mi
objetivo, estaba ansiosa por sentir todo el poder de su cuerpo dentro del mío.
Tome un respiro y le dije “quiero que me penetres por favor, necesito sentir
toda esa carne dentro de mí”, David asintió con la cabeza y me dijo ¿cómo
quieres empezar?, me puse en la típica posición de perrito para que me
ensartara toda su deliciosa verga. Tome uno de los condones que llevaba para
tan emotiva fiesta y se lo entregue, en lo que el forraba ese delicioso miembro
de látex, yo me colocaba suficiente lubricante en mi culo. Le di la botellita
de lubricante para que también coloque un poco en su falo; David estaba a punto
de satisfacer esta colita que es bastante golosa, de pronto mi ser estallo en
una alegría efímera y artificial. Me tomo de la cintura, tomo su pene y lo
coloco en mi cavidad anal, lo tallo en repetidas ocasiones y poquito a poco lo
empezó a deslizar hasta el fondo de mis entrañas, sentí sus huevos en mis
nalgas ¡los veintidós centímetros estaban clavados en mi ser!. Le dije que
empezara con un ritmo suave pero cadencioso, y que continuara de esa manera
hasta que le pidiera que subiera la intensidad. “Tienes un culito muy rico” –me
dijo David- “aprietas muy rico, ya no sé qué me gusta más si tu boca o tu culo”
–me dijo con la voz entre cortada-. Era una experiencia totalmente diferente,
la última vez que tuve un pene de diecinueve centímetros en mi ser, me lastimo
por la falta de pericia del chico que me estaba penetrando, con David era
diferente, ¡al fin experto en el amor!
Pude saborear cada centímetro de ese largo pene, casi podía
apostar que me llegaba hasta el ombligo, mi culo disfrutaba intensamente de la
cabalgata, sus huevos chocaban con mis nalgas una y otra vez rebotando de
manera fastuosa, me empine lo más que pude para qué no quedará ni un centímetro
afuera. David se sorprendió cuando su pene entro en mi culo sin problemas, me
comento que otras personas gritaban mucho (de dolor y de placer) cuando semejante
pitón se inmiscuía en la profundidad de sus cuerpos, situación que no paso
conmigo; por el contrario, cuando empecé a sentir esas deliciosas y
estimulantes embestidas mis paredes anales se contrajeron, apretado (casi
asfixiando) ese pitote. David detuvo la cabalgata, se quitó el condón de un
jalón y me pidió mamar nuevamente ese tremendo miembro. No me pude negar a sus
caprichos y volví a rendirle pleitesía a ese mulato. Voltee mis ojos hacia su
cara y pude ver eso pectorales plenos, abundantes y apetecibles, era de llamar
la atención su piel color canela, sus labios gruesos y sugerentes, contemple
atónita su rostro complacido con aquella felación.
En ocasiones su pene mostraba flacidez, y no porque mi culo le
fuera indiferente o mi boca insuficiente, simplemente fue que la semana que
concluía, sus servicios fueron muy demandados y su cuerpo lo resentía, creo que
por eso me pedía más sexo oral. Agradecí su sinceridad y le dije que no se
preocupara que poco a poco lo estimulara para que me hiciera suya otra vez,
estaba dispuesta a darle todo el sexo oral que necesitara para que su pene se
irguiera y me taladra las entrañas.
La obnubilación se hizo presente, no lo puedo evitar en este
tipo de situaciones, me sentí atraída
por aquel hombre, aparentemente extraído de la selva, y quería poseer
nuevamente su cuerpo, como si se tratara de hacerse de un trofeo de caza. Extrañe
esos besos húmedos y apasionados que me dan mis amantes cuando tenemos una
cita, sin embargo desde el primer momento en que hice contacto con David
(Chantal) me refirió que no daba besos,
es una verdadera pena pero, me gusta respetar las decisiones ajenas.
Llegue nuevamente hasta ese tronco firme, decidida a tragármelo
de un bocado, parecía temblar de punta a punta en tanto sentía mi lengua
jugando con su glande. Mi mano continuó ascendiendo hasta tomar firmemente la
parte trasera de sus muslos para introducirme completamente su falo. Sus carnes
firmes, abundantes y jóvenes me hacían
perder la cordura, el rictus de placer en su rostro me despertaba esa pasión
que me erizaba la piel, la antesala del esplendor me aguardaba nuevamente. No
pude más y me coloque de ladito para que se introdujera dentro de mí, David
dispuesto a complacerme, se colocó detrás mío y coloco su delicioso miembro en
la entrada de mi ano una vez más. Está vez su pene entro con mucha más
facilidad que la primera estocada, aprisionando mi cuerpo con eso brazos
fuertes y musculosos, me penetraba con una intensidad tan sagaz que mi cuerpo
exhalo de placer. “Métemelo todo papi por favor, no tengas piedad de mi culo,
destrózalo” –le dije- David sin mostrar menor consideración, penetro mis
entrañas como si quisiera atravesarme la piel, realmente disfrutaba de esa elegancia,
de su autoridad, y gallardía con la que me poseía, por un momento, permanecí
inmóvil para disfrutar con todos mis sentidos de aquel caballero de ébano que
me tenía gimiendo de placer.
Acto seguido, se levantó dándome una cariñosa nalgada que me
dejo las nalgas rojas, y me dijo “no suelo venirme en los servicios, pero
tienes un culito muy rico, magnifico“, mientras me lanzaba una mirada lasciva
que recorría mi culo redondo. Compré unas bebidas para corresponder la
amabilidad y demostrarle que soy una buena anfitriona. Brindamos por aquel
encuentro tan candente, y charlamos algunas cosas, finalmente pudimos romper el
hielo, yo estaba feliz de haber podido
poseer ese cuerpo de adonis, que aunque oneroso, valió la pena el esfuerzo, es
como cuando vas a un restaurant para comer una buena comida; de verdad que no
me arrepiento de haber pagado por sexo, un sexo tan rico, ese jugoso fruto del
trópico que estará en mi mente por mucho tiempo.
Tome ese par de billetes y se los entregue a David, esa fina escultura
sobria y escueta, por el pago de su agradable compañía sexual, lo guardo en su
pantalón, tomo mi mano y se despido “espero que me llames pronto” -me dijo-,
¡por supuesto que sí, cuenta con ello! –le dije muy emocionada-. Nada mejor
para celebrar el día del amor… ¡que haciéndolo!, hasta el siguiente relato, que
tengan ricos orgasmos.