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viernes, 19 de febrero de 2016

Arrebato Carnal.


¿Alguno de ustedes ya contrato un sexo servicio?, (de hombre, mujer o transexual), pues en mi caso nunca había tenido la necesidad de solicitarlo. Me llamaba la atención desde que iba en la preparatoria, pero por una cosa u otra ese arrebato se postergaba y abdicaba. Nunca faltaba el compañero que queriéndose dar a notar “presumía” que ya había tenido su primera vez con una  prostituta de Sullivan, aunque muchas veces era un simple resabio por mentir para quedar bien  ante los demás. Para quién no sepa que es “Sullivan” es una calle de la Ciudad de México donde puedes encontrar un caleidoscopio de prostitutas; a donde dirijas la vista parece que se repite la misma imagen, una y otra vez. Nunca he negado que estuve tentada a ceder ante el deseo de ver caer una falda ante mí, sobretodo en la etapa de la adolescencia, a la edad de quince años, es muy difícil distinguir entre lo que de verdad quieres y los que es un simple capricho.

Afortunadamente, nunca cedí antes esas debilidades que solo me confundían más, y que me provocaban una tremenda inestabilidad emocional. Las necesidades de mi cuerpo querían modificar mi esencia, pero mis pensamientos seguían firmes a mi convicción de lo que soy hasta estos días. Fue difícil, pero no imposible… y doy gracias a la vida porque ahora más que nunca estoy muy segura de lo que soy, dejar de ser travesti seria como renunciar a respirar. Muchos más nos echaban en cara sus aventuras con prostitutas de la zona, obviamente porque sus padres les daban dinero a manos llenas y no sabían de carencias, mucho menos de esfuerzos, a diferencia de nosotros que en ocasiones ni para el pasaje llevábamos, ¡imaginarnos en la cama de alguna prostituta, y sobre todo de esa zona, sería un sueño guajiro! Para mí fortuna, esa moda de presumir se apeó  en unas cuantas semanas y después, se fue desvaneciendo como nubes en el viento, y así como llegó un buen día feneció; yo solo tuve un encuentro furtivo, que no pude presumir, pero muy pasional que me dejo marcada para siempre.

Ya cuando tuve un trabajo fijo, la idea nuevamente empezó a rondar mi cabeza, sin embargo mi bajo salario me hizo desistir una vez más, era mucho dinero y las carencias de mi casa no podían esperar para darle prioridad a semejante lujo. Una página me llevaba a otra, y mi idea de contratar a una mujer para “experimentar” cambio drásticamente cuando, esa misma página me sugirió un sitio de chicas transexuales. Estuve navegando por varios minutos y quede muy sorprendida ante tanta belleza casi natural, estuve a punto de ceder y sacrificar parte de mis gastos personales por tener un encuentro con alguna de ellas. El emolumento que exigía dicho encuentro era bastante oneroso y eso fue lo que me impidió por mucho tiempo llegar a consumar un encuentro sexual con alguna de ellas. Tiempo después cambie de trabajo, y mi sueldo mejoro sustancialmente a comparación con la empresa anterior, no era un sueldazo, pero mejoraba mis condiciones, que con el tiempo me darían la oportunidad de darme el lujo de pagarle a alguien a cambio de sexo.

Lamentablemente la pena, la falta de tiempo, y realizar otras actividades me alejo de manera indefinida de la fantasía, y estuve a punto de resignarme, sobre todo cuando empecé a tener estos encuentros esporádicos pero candentes con desconocidos que posteriormente se volvieron parte de mi vida. Después de cada encuentro, la idea se disuadía de mi cabeza, ya no tenía la inquietud ni siquiera por error, de compartir un momento de intimidad con alguna transexual, mucho menos con alguna mujer biológica.

Así pasaron varios años más, estaba tan contenta, plena y feliz con lo que la vida me regalaba que no tenía necesidad de buscar en absoluto nada más, mucho menos un sexo servicio. Pero el gusanito se hizo presente cuando al navegar por una conocida página de pornografía transexual amateur, observe a un “mulato” establecer contacto carnal con una chica de tez blanca. El encuentro fue tan ardiente, pasional y tan natural que se me antojo. Está vez, a diferencia de las anteriores,  estuve buscando en el catálogo de “chicos”. No estaba buscando cualquier chico, mi mente idealizaba una escena similar como la que hace apenas unos minutos presencie. Lo admito el catálogo es bastante amplio, hay muchos chicos guapísimos, musculosos, bastante apetecibles y encamables… pero a mí nadie me quitaba de la mente la idea de coger con un negro.

¡Sí!...lo acepto, era una de mis fantasías reprimidas, un anhelo de mi alma, que por las situaciones que les comento no había llevado a la realidad. Con mucho esfuerzo, estuve ahorrando un poco de dinero para poder costear semejante manjar, afortunadamente llegaba el mes de diciembre, los aguinaldos, el dinero extra, terminarían por hacer realidad mi fantasía carnal. Aún estaba nerviosa para entablar una conversación telefónica con este chico de ébano, y decidí enviarle un mail para solicitarle información de lo que incluía su “servicio” así como su costo o “arancel” como mucha gente le llama.

Amablemente me respondió en un par de horas, y a detalle me explico lo que me incluía el pago de sus servicios, no se los niego se me hizo algo caro, pero no impagable, ¡para eso estaba ahorrando!. En ese momento la adrenalina empezó a recorrer todo mi cuerpo, las mariposas en mi estómago empezaron a revolotear, aunque les confieso que como en toda cita también estuvo presente la incertidumbre y la inseguridad, me sentí nerviosa pero entusiasmada. Prácticamente tenía ya todo preparado para una rica velada, despedir el dos mil quince de esa manera sería un fin de año ¡para recordar! Espere pacientemente el aguinaldo para completar y entable comunicación con “Chantal Hurtado” (como se hace llamar esta escultura de ébano) y le manifesté mi inquietud por compartir la cama con él.

Le escribí por correo para decirle que ya había juntado lo pactado, pero para mí mala suerte Chantal se había marchado a su país de origen Colombia, estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos de ese frenético encuentro que poco me falto para caer en depresión. Me sentí decepcionada conmigo misma pues, pude haber pedido un préstamo con antelación y pagarlo en Diciembre, pero por estar pensándolo mucho, Chantal se marchaba de la Ciudad. Gracias a mi nene no pase un mes de Diciembre sola, tuvimos una rica velada antes de concluir el año, y eso me distrajo momentáneamente de mi “fracaso”.

Es lógico que cuando tienes el dinero en las manos, lo utilizas para todo menos para el objetivo central, y no fui la excepción, empecé a comprar cosas por internet, y otras más cuando acudía al centro de la Ciudad, y así poco a poco me fui gastando parte de los ahorros que tenía contemplados para aquella cita.

Llego el mes de Enero y con ello mucha incertidumbre, la empresa para la que presto mis servicios, lamentablemente se quedó sin un  contrato muy bueno que tenía con una delegación de la Ciudad de México, y lo peor es que eso termino afectando la relación laboral. Empezaron los despidos masivos, la llegada de nueva gente, la presión y los horarios extenuantes. Todavía no les puedo presumir de una estabilidad laboral pero es buen síntoma que a la fecha siga trabajando para la empresa de mensajería. Como prescindieron de los servicios de mucha gente, me toco realizar dobles, y en ocasiones hasta triples tareas lo que resulto en un horario fatigante, de nueve de la mañana a nueve de la noche. Prácticamente solo llegaba a mi casa para bañarme, comer y dormir, repitiendo esta rutina todo el mes. Me pagaron algunos bonos extras por mi apoyo en otras áreas, pero el estrés y el desgaste físico se me habían quedado muy marcados.
La verdad me hacía falta una buena sesión de sexo para suprimir todos estos malestares, pero desgraciadamente mi nene no estaba disponible para darle rienda suelta a nuestras pasiones, y escribir un relato más sobre mi cuerpo. Facebook tampoco era una opción, pues no había las condiciones óptimas como para darle una cita a un completo desconocido.

Se aproximaba el catorce de febrero y la idea de contratar un sexo servicio se hizo presente con más fervor. No soy la típica niña llorona que si no tiene a alguien a su lado (sobre todo en fechas emblemáticas) se está lamentando, pero dicen que de ver se antoja, y me decidí a pasar un catorce de febrero como ningún otro. En el último mensaje Chantal me dejo su número celular pues prometió que regresaría a tierra azteca, terminando Enero, fue cuando decidí enviarle un mensaje para acordar fecha y concretar la cita pendiente.

De manera cordial atendió mi petición y para mi buena suerte ya tenía semanas trabajando en México, le anuncie la cita con anticipación y le comente en donde quería verlo. Hasta ese momento todavía no me atreví a márcale, el hecho de enviarle el mensaje de texto me ponía muy nerviosa y taciturna, no quería que me escuchara dubitativa y tartamuda al teléfono, así que postergué la llamada para después. Ya me había gastado parte de los ahorros que tenía contemplados para la cita, así que solicité un préstamo en mi trabajo, mi nuevo jefe me lo autorizo en un par de días, y yo estaba ¡feliz!. Como nunca pido anticipos y ese mes trabaje con ahínco y disposición no tuve ningún inconveniente para que me lo aprobaran.

Pedí un poco más de lo que Chantal me cobraría, esto con el fin de comprar un delicioso baby doll que días atrás llamó mi atención. Era un baby doll de color morado que lucía espectacular, aunque todavía tenía mis dudas, pues me paso con el atuendo de color rosa que use con mi nene, me enamore de ese baby doll en cuanto lo vi, pero cuando me lo puse resulta que no era lo que yo esperaba. Está vez me tome mi tiempo para seleccionar dicha prenda, vi varios modelos antes de tomar una decisión por completo. En mercado libre (que es donde acostumbro comprar este tipo de prendas) me pusieron muchas trabas para concretar la compra, lo malo de esto que se me volvió un capricho, y no estaba dispuesta a vestir de otro color, era lencería morada ¡o nada!. Esa tarde pedí permiso para salir a comer más tarde, con el fin de llegar a la tienda de Vicky Form que está muy cerca de mi casa. Ingrese a la tienda esperando encontrar el modelo  justo que mi mente ya había imaginado. Como suele suceder en estos casos la gente me miraba con extrañeza, como bicho raro, y hasta con indiferencia. Ya estoy acostumbrada a este tipo de comportamientos y miradas frías, cuando comencé a comprar ropa me incomodaba, pero hoy en día ingreso a cualquier tienda de lencería o ropa interior de mujer sin nervios ni incomodidades, total ¡la que está pagando soy yo no esos metiches!

Muy accesible, se me acerco una señorita para preguntar qué modelo estaba buscando. Mis ojos se postraron sobre un hermoso baby doll y casi me dejo llevar por la emoción, lo único malo es que era rojo y yo, ya tengo de ese color. Como la chica me trato como a cualquier clienta, le pregunte muy segura y decidida ¿tiene este modelo pero de color morado?....un breve silencio interrumpió nuestra charla, se quedó pensando y para mi buena suerte ¡lo tenía!. ¿Qué talla? -pregunto- ¡mediana! -le contesté segura-. No era completamente un color morado, era como purpura con tonalidades rosas, pero me encanto. Tenía las características físicas que yo buscaba y lo compré. Me dieron una bolsa rosa grande, bastante vistosa, no quería llamar la atención y la chica que me atendió ya no tenía otra... ¡háganme el favor! Doble la bolsa tratando de no maltratar mi baby doll que usaría en esa cita tan anhelada. Regrese a la oficina y discretamente ingrese con mi bolsa, la guarde y me dispuse a contactar a Chantal a través de una llamada telefónica, ya no más mensajes, por fin estaba lista para escuchar su voz.

No esperaba que mi jefe de área se quedara toda la tarde revisando los reportes de la semana, y me fue imposible comunicarme  con él. Me retiré y la verdad es que no me siento cómoda hablando por celular en el transporte público, mucho menos para tratar asuntos de esa índole. No suelo recibir ni hacer llamadas en mi casa pues a pesar de que tengo mi propia recamara, para mí la discreción es sumamente importante. Hice bien pues, mi prima ingreso a mi cuarto para que le ayudara con unas tareas; pasaron varias horas y desafortunadamente no pude establecer conexión con él. A la mañana siguiente me levante muy temprano, y me fui al puesto de mi amiga que me hace favor de guardar mis pertenencias, fui por mi mochila y estaba dispuesta a llevar la cita hasta concretarla.

Todavía no tenía la confirmación por parte de Chantal, de hecho ni siquiera sabía que yo pretendía un encuentro con él el sábado. Llevaba el dinero que, en mensajes anteriores ya habíamos acordado para pagar por sus servicios. Hubo un momento en el que estuve a punto de arrepentirme y claudicar mi deseo por coger con un mulato. Pero la verdad es que ya tenía más de un mes sin actividad sexual, y además seria como un “premio”  por este mes de Enero que fue un periodo muy complicado y extenuante, a decir verdad  ¡si me lo merecía!.

A las diez con quince de esa mañana del sábado, me comunique con él, escuche el tono de marcar pero mi negro no me contestaba, estuvo a punto de colgar (por los nervios) pero me tranquilice y deje que Chantal me respondiera. Creo que lo desperté pues sonaba como si se acabara de levantar. “Alo” -me dijo- todavía no daba crédito de que estaba tratando con un colombiano. Una sensación extraña recorría todo mi cuerpo, tal vez era el temor a ser descubierta, tal vez eran los nervios por la cita. Rápidamente, le comente que necesitaba de sus servicios, en punto de las tres de la tarde; ¡por fin mi fantasía se volvería realidad! Todo auguraba una buena tarde, sorpresivamente el jefe me dejo salir media hora antes de que concluyera mi jornada laboral, pues el día había estado muy flojo, vete a descansar –me dijo- y yo como soy muy obediente, ¡me salí apresuradamente para encontrarme con mi destino!

Tome el camión para llegar hasta el punto acordado, iba muy ansiosa, nerviosa y preocupada, nunca había requerido de  un sexo servicio, no sabía cómo comportarme, que palabras decir, pero sobretodo como interactuar con este chico de caoba. Me dispuse a enfrentar esta nueva aventura que estaba a punto de comenzar. Ya en el punto acordado, le marque para indicarle que ya estaba completamente lista, quizás pensó que mi cita era una broma pues cuando me contesto me dijo “enseguida salgo para allá chica”. Creí que ya venía en camino, pero ni modo a esperar media hora más, total si espere casi medio año que no esperara unos minutos más. Retoque mi maquillaje, me acomode el vestido y el resultado fue el siguiente:







 
Me invadió la impaciencia, pues ya estaba pasando más de la prorroga que me solicitó para su llegada. Sonó mi celular y era él, el taxi lo estaba dejando en otro hotel, y me dijo que si lo podía orientar. Se escuchaba algo desesperado y es que después supe no tiene mucho tiempo viviendo en México. Colgué y seguí tomándome fotos para que este relato fuera gráfico también y para seguir matando el tiempo. El atuendo me fascino, me mire al espejo y el resultado fue espectacular (a reserva de lo que ustedes piensen). Nunca había ataviado mi cuerpo de color morado, ya me había tomado un par de fotos y video con unas medias de dicho color, pero nunca me había vestido completamente ¡de morado!

Yo quería celebrar exactamente el catoche de febrero, pero había dos inconvenientes, el primero: me resulta muy difícil una cita en domingo, pues ese día lo dedico para visitar a mi señora madre que vive fuera del Distrito Federal, no muy lejos, pero si es una distancia considerable, me resultaba imposible hacer las dos cosas a la vez, y la segunda ese día los templos del amor (hoteles) se abarrotan completamente de amantes buscando saciar su calentura, y lo que menos quería era que me molestaran con el tiempo de la habitación.

¡Por fin llegaba esa escultura viviente!, se veía algo cansado, me pidió permiso para tomar una “duchita”, sin inconveniente le dije que sí, “adelante aquí está la toalla y el jabón”. Se metió al baño y esos minutos me sirvieron para relajarme, todavía estaba muy nerviosa, le agradecí ese gesto de llegar y bañarse pues gracias a ese pequeño gran detalle, pudimos interactuar muy rico, yo también tengo esa costumbre, tomar un baño antes y después de cada encuentro. Me voy a desviar un poco del tema central pues quiero darles un consejo, sobre todo a los chicos, se trata del sexo oral. Muchos se quejan de que su parejas (ya sean chicos o chicas) no les saben hacer un  rico oral, pero tomen en cuenta que para que uno pueda tomar ese pene con mucha asiduidad, y succionarlo deliciosamente debe haber una asepsia y pulcritud inexorable. Aunado a eso también debe haber una higiene, es muy desagradable que uno este succionando y de repente ese mal olor del sudor que se queda en los testículos esté presente, cualquiera se abstiene de seguir o por lo menos eso desanima y echa a perder el momento. Así que chicos no desechen este consejo, tómenlo muy en cuenta y si no, ¡ni se quejen!.

Regresando al relato…por fin Chantal salió del baño, se ducho y su cuerpo desprendía un olor muy agradable, bajo esa toalla se encontraba un monumento, una escultura irresistible,  estuve a punto de lanzarme a sus deliciosos brazos que parecían troncos firmes esperando por mí. Me han contado que cada que contratas un sexo servicio, hay que pagar por adelantado, así que antes de postrar mi humanidad sobre ese delicioso manjar le pregunte ¿cuánto me vas a cobrar? (pues por teléfono insistió en que lo negociaríamos en la habitación). Me dijo que terminando lo veríamos pero, con cierta desconfianza insistí, “no, es mejor  fijar el precio de una vez pues no sé si traigo el dinero suficiente” –argumente- . Me dijo el costo, era un poco menor al que ya habíamos pactado, pero le comente que me gustaría un pequeño video y fotos como recuerdo de semejante encuentro, Chantal hizo cuentas y al final me cobro lo que me dijo en su primer mensaje.

Ni modo, pensé que me ahorraría unos cuantos billetes de cien pero no fue así. Ya con el precio definido, ahora si ¡que empiece el deleite!. Su tez morena y su forma de hablar me confirmaron que efectivamente era de la hermana república de Colombia. Se quitó la toalla y me pregunto “¿cómo empezamos?”…tenía muchas posiciones para sugerirle pero decidí que el eligiera. ¿Qué te parece si me haces un oral? me pregunto con voz baja, ¡por supuesto!, respondí. No te preocupes por el tiempo que tome en ducharme, te lo voy a respetar, a partir de ahorita corre la hora de mis servicios. Yo no tenía inconvenientes por esa ducha, como en todo servicio, en el pedir está el dar, y como el llego muy amable yo me porte accesible.

En aquella feliz coyuntura que yo jamás olvidaré, intercambiamos caricias esquivas y juguetonas antes de reventar el silencio de aquella habitación, no sé por qué pero, algo me impedía mirarlo a la cara, ver esos ojos de fuego de un experto en las artes amatorias, si…quizás era eso, me intimidaba estar enfrente  de un experto en la materia del amor, me preguntaba cuántas nalgas habían pasado por sus manos, cuantas bocas habían cubierto ese delicioso caramelo de chocolate que colgaba justo en medio de sus piernas. No lograba concentrarme, su presencia me imponía, pero la loba en celo que cohabita dentro de mí salió para hacer frente a la situación. Así que me despoje de mi ropa, primero callo mi suéter y posteriormente mi sensual vestido que delineaba perfectamente mi culo. Me llamo David…oye por cierto eres muy simpático, -me dijo- marcando una pronunciada sonrisa en su cara, como mazorca de maíz. En cuanto vio que mi suéter me causaba problemas para quitármelo, rápidamente se acomidió a ayudarme, y con esos enormes brazos recorrió los míos para despojarme de este.

Sentí su respiración en mi nuca, y eso me excitaba, al parecer no era la única que disfrutaba de la hermosa vista, por su parte “David” también me chuleo mi atuendo, “te ves muy bien con ese conjuntito, déjame decirte que tiene unas nalgas preciosas”. No sé si fue por quedar bien conmigo, pero fue un verdadero alago que alguien que se dedica a repartir amor, me dijera un cumplido así. Ya solo con la lencería purpura cubriendo mi humanidad, me dispuse a disfrutar de ese seductor encuentro.

Aquí otras fotos:



















 

Me arrodillé ante semejante dios del amor y coloque su glande en mi boca, esa escena candorosa me excitaba y provocaba mi celo. Estaba en estado de reposo cuando lo metí a mi boca, y poco a poco, succión tras succión aquellos estímulos que mi lengua le daba a su glande, y esas delicadas chupadas inyectaban de sangre ese delicioso tronco de chocolate que, estaba a punto de mostrar su tamaño normal.

Le pedí a David que se recostará para contemplar ese cuerpo fornido, casi selvático; para ese momento su pene se encontraba completamente erecto, y ahí pude ver el esplendor de sus veintidós centímetros de carne maciza y dura. Me sentí muy complacida al ver el rostro sereno de este singular colombiano, esperando porque le volviera a mamar su magnánimo miembro. Como si me hubiera hechizado, postre mis ojos en su miembro de fuego para posteriormente llevármelo a la boca, nunca me ha gustado presumir, pero ya van varias personas que me dicen “haces un magnifico oral”, y él lo reitero. David me confesó que le fascinaba el sexo oral, que es muy difícil encontrar a la persona que sepa hacer un oral como el que le estaba practicando. Me complacía demasiado observar el rostro de David, su reacción fue fantástica, empecé a recorrer su glande, baje hasta sus huevos y los metí a mi boca, mientras con mis manos lo masturbaba.
Parecía que era yo quien le brindaba el sexo servicio, complaciendo al cliente, aquí algunas fotos:






















Le mame su delicioso tronco casi hasta terminarme la saliva, poco me falto para devorármelo de un bocado y asfixiarme, exprimí ese pene hasta el límite más allá del placer esperado, casi lo hago  venir en mi boca, sin embargo ese no era mi objetivo, estaba ansiosa por sentir todo el poder de su cuerpo dentro del mío. Tome un respiro y le dije “quiero que me penetres por favor, necesito sentir toda esa carne dentro de mí”, David asintió con la cabeza y me dijo ¿cómo quieres empezar?, me puse en la típica posición de perrito para que me ensartara toda su deliciosa verga. Tome uno de los condones que llevaba para tan emotiva fiesta y se lo entregue, en lo que el forraba ese delicioso miembro de látex, yo me colocaba suficiente lubricante en mi culo. Le di la botellita de lubricante para que también coloque un poco en su falo; David estaba a punto de satisfacer esta colita que es bastante golosa, de pronto mi ser estallo en una alegría efímera y artificial. Me tomo de la cintura, tomo su pene y lo coloco en mi cavidad anal, lo tallo en repetidas ocasiones y poquito a poco lo empezó a deslizar hasta el fondo de mis entrañas, sentí sus huevos en mis nalgas ¡los veintidós centímetros estaban clavados en mi ser!. Le dije que empezara con un ritmo suave pero cadencioso, y que continuara de esa manera hasta que le pidiera que subiera la intensidad. “Tienes un culito muy rico” –me dijo David- “aprietas muy rico, ya no sé qué me gusta más si tu boca o tu culo” –me dijo con la voz entre cortada-. Era una experiencia totalmente diferente, la última vez que tuve un pene de diecinueve centímetros en mi ser, me lastimo por la falta de pericia del chico que me estaba penetrando, con David era diferente, ¡al fin experto en el amor!

Pude saborear cada centímetro de ese largo pene, casi podía apostar que me llegaba hasta el ombligo, mi culo disfrutaba intensamente de la cabalgata, sus huevos chocaban con mis nalgas una y otra vez rebotando de manera fastuosa, me empine lo más que pude para qué no quedará ni un centímetro afuera. David se sorprendió cuando su pene entro en mi culo sin problemas, me comento que otras personas gritaban mucho (de dolor y de placer) cuando semejante pitón se inmiscuía en la profundidad de sus cuerpos, situación que no paso conmigo; por el contrario, cuando empecé a sentir esas deliciosas y estimulantes embestidas mis paredes anales se contrajeron, apretado (casi asfixiando) ese pitote. David detuvo la cabalgata, se quitó el condón de un jalón y me pidió mamar nuevamente ese tremendo miembro. No me pude negar a sus caprichos y volví a rendirle pleitesía a ese mulato. Voltee mis ojos hacia su cara y pude ver eso pectorales plenos, abundantes y apetecibles, era de llamar la atención su piel color canela, sus labios gruesos y sugerentes, contemple atónita su rostro complacido con aquella felación.

En ocasiones su pene mostraba flacidez, y no porque mi culo le fuera indiferente o mi boca insuficiente, simplemente fue que la semana que concluía, sus servicios fueron muy demandados y su cuerpo lo resentía, creo que por eso me pedía más sexo oral. Agradecí su sinceridad y le dije que no se preocupara que poco a poco lo estimulara para que me hiciera suya otra vez, estaba dispuesta a darle todo el sexo oral que necesitara para que su pene se irguiera y me taladra las entrañas.

La obnubilación se hizo presente, no lo puedo evitar en este tipo de situaciones,  me sentí atraída por aquel hombre, aparentemente extraído de la selva, y quería poseer nuevamente su cuerpo, como si se tratara de hacerse de un trofeo de caza. Extrañe esos besos húmedos y apasionados que me dan mis amantes cuando tenemos una cita, sin embargo desde el primer momento en que hice contacto con David (Chantal)  me refirió que no daba besos, es una verdadera pena pero, me gusta respetar las decisiones ajenas.


Llegue nuevamente hasta ese tronco firme, decidida a tragármelo de un bocado, parecía temblar de punta a punta en tanto sentía mi lengua jugando con su glande. Mi mano continuó ascendiendo hasta tomar firmemente la parte trasera de sus muslos para introducirme completamente su falo. Sus carnes firmes, abundantes y jóvenes me  hacían perder la cordura, el rictus de placer en su rostro me despertaba esa pasión que me erizaba la piel, la antesala del esplendor me aguardaba nuevamente. No pude más y me coloque de ladito para que se introdujera dentro de mí, David dispuesto a complacerme, se colocó detrás mío y coloco su delicioso miembro en la entrada de mi ano una vez más. Está vez su pene entro con mucha más facilidad que la primera estocada, aprisionando mi cuerpo con eso brazos fuertes y musculosos, me penetraba con una intensidad tan sagaz que mi cuerpo exhalo de placer. “Métemelo todo papi por favor, no tengas piedad de mi culo, destrózalo” –le dije- David sin mostrar menor consideración, penetro mis entrañas como si quisiera atravesarme la piel, realmente disfrutaba de esa elegancia, de su autoridad, y gallardía con la que me poseía, por un momento, permanecí inmóvil para disfrutar con todos mis sentidos de aquel caballero de ébano que me tenía gimiendo de placer.










 
Fue como una sensación de tortura mezclada con un placer infinito, una confusión de sentimientos. “Ponte boca abajo” –me sugirió David- y así lo hice, me coloque boca abajo y con mis manos separe mis nalgas para que él pudiera ver mi ano contrayéndose y esperando ser penetrado una vez más. David me monto deliciosamente, sus fuertes manos recorrían mis espalda y brazos, haciéndome estallar de pasión. Bastó un guiño mío para que David diera rienda suelta a su cabalgata y me penetrara con fuerza; bajo sus manos a mi cintura y posteriormente las llevo hasta mis nalgas para tocar, palpar, agarrar, sujetar, exprimir, pulsar mi culito que lo tenía prendido y que en minutos hizo rendir a ese bello tronco que se vaciaba en el fondo de mi humanidad. Pude sentir su cuerpo rindiéndose ante el mío, percibí su clímax cuando me sujeto con fuerza, brutalmente metiéndose y recorriendo hasta el último rincón de mí ser.

Acto seguido, se levantó dándome una cariñosa nalgada que me dejo las nalgas rojas, y me dijo “no suelo venirme en los servicios, pero tienes un culito muy rico, magnifico“, mientras me lanzaba una mirada lasciva que recorría mi culo redondo. Compré unas bebidas para corresponder la amabilidad y demostrarle que soy una buena anfitriona. Brindamos por aquel encuentro tan candente, y charlamos algunas cosas, finalmente pudimos romper el hielo,  yo estaba feliz de haber podido poseer ese cuerpo de adonis, que aunque oneroso, valió la pena el esfuerzo, es como cuando vas a un restaurant para comer una buena comida; de verdad que no me arrepiento de haber pagado por sexo, un sexo tan rico, ese jugoso fruto del trópico que estará en mi mente por mucho tiempo.

Tome ese par de billetes y se los entregue a David, esa fina escultura sobria y escueta, por el pago de su agradable compañía sexual, lo guardo en su pantalón, tomo mi mano y se despido “espero que me llames pronto” -me dijo-, ¡por supuesto que sí, cuenta con ello! –le dije muy emocionada-. Nada mejor para celebrar el día del amor… ¡que haciéndolo!, hasta el siguiente relato, que tengan ricos orgasmos.