Vistas a la página totales

martes, 18 de octubre de 2016

Vivencias, tristezas, y nuevo Facebook.



Hola que tal chicos, me da mucho gusto volver a saludarlos. Lamento decirles que no me he sentido bien (moralmente), físicamente estoy completa y sé que por eso debo de dar gracias a ese ser supremo, pero está tristeza que me invade en ocasiones debido a la pérdida de mi trabajo, me hace ser una chica apática, tiste, y alejada de la vida cotidiana. Desde hace dos semanas, todos los días son iguales…caí en esta rutina que me está agobiando, no me deja dormir; no puedo concentrarme, no he dejado de comer simplemente porque soy una tragona, pero todo esto me ha mermado y debilitado mis ganas de seguir adelante, mi espíritu se siente cansado, fastidiado, no quiero rendirme pero creo que estoy apunto. Pienso no he sido una chica tan mala como para merecer un “castigo” de esta magnitud, no sé qué pasa, me siento confundida, veo que hay gente que hace mal a los demás y le va bien, tiene de todo y en abundancia.

Ignoro qué clase de broma de mal gusto me esté gastando la vida, esto de “echarle ganas” no es tan simple como la frase, sobre todo cuando estás buscando trabajo, y que por la juventud que tengo, la gente la confunde con inexperiencia. Estoy atravesando una de las etapas más difíciles, no solo para Samara que de momento tendrá que contenerse cuando vea esos zapatos, esas medias, aquel vestido que de solo verlos se enamora y quiere comprarlos, también la otra mitad de mi vida está en jaque. Es como si hubiese llegado a un laberinto, no tengo ni la menor idea de cómo salir, que va a ser de mí, de Samara, de estos sueños y anhelos que se vieron truncados por defender mi dignidad. Me arrepiento pero sé que el tiempo no va a regresar.

Perdónenme por agobiarlos, pero este espacio es para compartirles todo lo que sucede alrededor de esta niña llamada “Samara Arlenne” a la que quiero con toda mi vida, me duele verla así, derrotada, cansada y sin ganas de seguir, ya no sé qué más hacer para terminar con su pesar. Para mi mala suerte también me han cerrado las dos cuentas de Facebook que manejaba a últimas fechas, estoy haciendo la nueva les dejo la dirección:


También les comparto este escueto vídeo, pero muy muy sexxxy, como es costumbre, de mi última cita en mi hotel preferido, claro el relato correspondiente será publicado en este espacio, y estén pendientes porque las fotos están…¡muy ricas!. Me despido esperando que en el siguiente post ya les tenga buenas noticias, les agradezco sus mensajes, comentarios, piropos, propuestas indecorosas, muestras de cariño y apoyo; ¡gracias Charly Peralta, mi admirador número 1!, y en general a todos ustedes que se toman unos minutos para apreciar mi contenido, espero que sea de su total agrado, ¡que tengan ricos orgasmos!, besitos.


miércoles, 5 de octubre de 2016

Mi experiencia en las cabinas "Londres"


Después de leer algunos comentarios en los que prácticamente se hablaban “maravillas” de las dichosas cabinas que están ubicadas en zonas céntricas de la Ciudad de México, me decidí ir a una, específicamente a la de “Londres” que está muy cera de la Glorieta y del metro Insurgentes. Esta cabina forma parte de lo que es la afamada Sex shop “Erótika”. Todavía con algunas dudas, no me atrevía a ir, pero un chico me invito y pues me decidí. Justo a la mera hora se me echo para atrás argumentando “que la chamba estaba muy pesada” y pues la verdad ya no quería ir, me daba miedo ir sola, sin embargo al estar leyendo los comentarios de ese grupo al que también pertenezco, me encontré con una anécdota muy caliente de una chica travesti,  la verdad sus palabras me hicieron reaccionar, y pues me fui decidida a tener un encuentro similar al de ella, lo que me esperaba prácticamente ¡era la gloria!.
 
Me anime más cuando un comentario decía que podías cambiarte dentro de la cabina, la verdad es que ya eran muchas facilidades como para desaprovechar la oferta. Así que me aliste y partí con rumbo a las cabinas de “Londres”. Ya había estado con antelación en cabinas de Erótika, por lo que nunca imagine con lo que me iba a encontrar en está ocasión. En aquel entonces me cobraron cincuenta pesos, por una hora (no era la misma sucursal aclaro), era una cabina muy cómoda, limpia, y pues por cincuenta pesos, la verdad es que se me hizo hasta barato. Me dieron papel, algo de alcohol en gel para mis manos y pues estuve un rato, viendo películas pornográficas, no iba con otro propósito más que conocer la actividad dentro de las cabinas, claro sin tener sexo.

Está vez si iba con el firme propósito de tener sexo con el primer desconocido que me lo propusiera, me lleve mis cosas para cambiarme dentro de la sex shop, de hecho prepare mi esfínter para unas embestidas de fábula. Y pues así llegue como a la una de la tarde, no había nadie en la recepción y espere un par de minutos. La espera se me hizo muy larga, no sé dónde estaba el encargado, me desespere y camine hacia el letrero que decía “cabinas”, justo a punto de subir las escaleras para llegar, escuche unos pasos que se aproximaban hasta mí, y me retire a la recepción. Llego un muchacho, algo raro, escuálido, no sé si afeminado o gay, pero particularmente extraño.
 
Me acerque y le comente del “servicio” de cabinas y asintió con la cabeza, “te cobro treinta pesos” -me dijo-, y es que previamente averigüe como llegar, costos, referencias, anécdotas, precisamente por eso estaba en ese lugar. Los nervios me recorrían todo el cuerpo, la verdad es que imaginaba cosas muy ricas, lujuriosas….¡deliciosas!. Me presente de niño, pero llevaba mi ropa de muñeca, y pues con los nervios a todo lo que daba, y con las ilusiones puestas en las dichosas “cabinas”, subí poco a poco, esperando encontrarme con un escenario de pasión y sexo desenfrenado pero era todo lo contrario. El lugar estaba más obscuro de lo de costumbre, un piso que rechinaba hasta la última astilla, en pésimo estado, el hedor que desprendía el lugar de verdad que te quitaba las ganas de lo que fueras a hacer en ese lugar. El lugar totalmente desierto, con monitores en pésimo estado, controles remotos sin funcionar, películas viejas, puertas sin seguro, sillas y sillones apestosos, un lugar de verdad peligroso pues si miras hacia el piso se ve justo abajo la sex shop. Sobretodo en las cabinas "individuales" el piso es más débil y sucio.








 La verdad es que me quede sin palabras…parecía una casona abandonada, solo que ya me habían cobrado los treinta pesos, digo al final es lo de menos pero la verdad es que ese lugar puede ser un foco de infección. Aun así insistí y después de varios minutos de pensarlo,  me dirigí a la entrada. Encontré una de las cabinas “exclusivas para parejas” y pues era de lo menos peor, por lo menos el piso era de concreto y no estaba tan asqueroso. Me metí y quise cerrar pero no tenía pasador la puerta. Encontré un tornillo y se lo puse a la puerta ¡casi me quedo encerrada!, el maldito tornillo se atoró y pues me puse muy nerviosa, en mi afán de que no me fueran a abrir la puerta no medí las consecuencias. Estaba sudando, quería gritar, pero no había a quién, me calme tome un respiro,…el sudor seguía resbalando por mi cara; como pude retire el tornillo y al fin pude abrir la puerta. No pude poner la película, el control tampoco servía. Estuve unos minutos ahí de pie, y pues la verdad se me hacía un desperdicio ir y no cambiarme. Con muchos nervios empecé a sustituir mis ropas de niño por las de linda mujercita, seguía sudando, nerviosa, taciturna, y con el pendiente de que alguien fuera a abrir la puerta. A punto de terminar se escucharon unos pasos, que se dirigieron hasta el final del obscuro cuarto. Como esa persona no encontró a nadie se dirigió a mi cabina y empujo la puerta. No contaba con que me había recargado en ella para prevenir una visita que aún no estaba lista para recibir. Esa persona extraña no insistió más y se marchó. Me apresuré a cambiarme y pues con mucho trabajo termine, no quería poner nada en el piso y mucho menos en los asientos, así que ya se imaginan todo lo que tuve que hacer para poder cambiarme. Lleve unas medias decoradas, una minifalda y blusa….tuve miedo de salir, pero fueron más mis ansias las que me llevaron a salir de mi trinchera. Recorrí hasta la última cabina, sin tener éxito, todo estaba vació, y se me ocurrió salir a la sex shop para tomarme unas fotos. No me percaté que en la primera cabina se encontraba un chico, mirando una película, y con su mano derecha se estaba acariciando el pequeño bulto que saltaba de su pantalón.

Voltee a verlo pero él ni siquiera se inmutó. Detuve mi marcha y me regrese a mi cabina a encerrarme, me sentí decepcionada, la verdad es que no me esperaba algo así. Estuve un rato más de pie, encerrada ahí entre nauseabundos olores y obscuridad, aún esperaba a ese chico que me quitara ese mal sabor de boca, pero nunca llegó. Y pues decidí cambiarme otra vez, comencé a guardar mi ropa de niña y en ese lapso escuche que llegaron dos personas, lamentablemente yo ya me había cambiado, y como bien saben cuándo estoy vestido de niño, no tolero que me toquen de esa manera, no sé explicarlo pero de niño, no me siento cómodo, en cambio cuando soy Samara me convierto en una loba en celo.

Y pues está es la realidad de las cabinas de “Londres”, que no las engañen con falsos relatos y cuentos que no van a pasar, chicas y chicos la verdad es que NO las recomiendo por lo siguiente:

*Las instalaciones son peligrosas (el piso de madera es muy endeble)

*Huele muy mal

*Puede ser un foco de infección

*Pésimo estado de los sillones y sillas

*películas del año del caldo.

*No hay gente

*Y encima los baños son una porquería.

Le doy un cero completamente a las cabinas de Londres, y pues me quedo con mis encuentros en hoteles, no hay como algo limpio, seguro y cómodo, obviamente más caro pero más vale la pena, me despido chicos que tengan…¡ricos orgasmos!