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martes, 17 de febrero de 2015

Mi Ángel de la Guarda...



No solo me conquisto su forma de hacer el amor, también su ser y su carisma, estaba tan complacida y a la vez extasiada con sus detalles, correros y llamadas!. RESPETABA mi espacio y momentos en que Vanessa se difuminaba, que por un momento creí que mi romance sería inmarcesible de lo feliz que me encontraba. Así que para corresponderle totalmente, decidí NO leer más los mensajes de mi anuncio, mi cuerpo, deseo y pensamientos en adelante serían solo para él, por fin había encontrado lo que tan anheladamente buscaba. Como ya les comente anteriormente, no creo en la fidelidad, pero sí creo en lealtad, y en la estabilidad emocional, cuando tocan a mi puerta no las dejo ir, tampoco soy de las que anda de cama en cama (aunque parezca lo contrario), prefiero dejar pasar varios meses, pero sin precipitarme ni presionarme. Que cuando llegue alguien a mi vida, valga la pena la espera, y no como barco sin rumbo, a la deriva.

A pesar de ser un hombre maduro, en ocasiones parecía un adolescente colegial cortejando a su novia, y eso ¡me fascinaba!. Las tardes ya no eran las mismas, el brillo del sol era distinto. Un halo de felicidad me acompañaba por doquier, el saberme deseada, protegida, comprendida e inclusive me atrevería a decir que hasta amada por Ángel, (mi Ángel de la Guarda) complementaban esa parte de mi vida que estaba insulsa y vacía. Yo llegue a su vida en un momento muy difícil también, pues se encontraba sumergido en una soledad, producto del límite difuso entre su vida anterior y su realidad actual. Para fortuna de los dos, nos encontramos en el momento justo en que necesitábamos una compañía; a veces, no hace falta nada más que eso. No le quise poner nombre a nuestra relación, (novios, amantes o cualquier otro adjetivo) simplemente diré que llegamos a ser muy buenos amigos y eso le daba a nuestras relaciones sexuales un plus extra.

Cómplices de aventuras, pues cuando ambos teníamos una fantasía, la platicábamos y regularmente SIEMPRE coincidíamos, por lo que en el siguiente encuentro la llevábamos a cabo. Una de ellas fue grabarnos teniendo sexo. Para no comprometer la identidad de ninguno de los le sugerí usar un antifaz, y yo unos lentes. Sin embargo me dijo que no tenía problemas con eso, que a él le gustaría salir así, a “cara limpia”. A pesar de eso, y de que ya no comparto intimidad con él; NUNCA he difundido una imagen con su rostro sin desdibujarlo o pixelarlo, pues ofrecer DISCRECIÓN es eso.

Así que un diez de Diciembre del dos mil trece, a las once de la mañana, concertamos otra cita (aún conservo esos mensajes en mi celular como un bonito recuerdo, aunque a veces verlos me produce tristeza en la actualidad). Él trabaja (o trabajaba hasta donde me quede) en un taxi que con mucho esfuerzo compro, anteriormente trabajó en la extinta compañía de Luz y Fuerza del Centro, fue de la gente que Felipe Calderón (irónicamente el presidente del “empleo”) dejo sin trabajo. Aún se mantiene en pie de lucha con el SME (el ex-sindicato de trabajadores de Luz), por lo mismo no tenía el dinero de su liquidación y su situación económica era complicada. Sé los esfuerzos sobrenaturales que hacía por juntar para pagar la habitación del hotel, por eso quizás me entregaba (no solo en el sexo) con mayor ahínco y sin limitantes ni inhibiciones, a manera de recompensar dicho sacrificio. Con esto no quiero decir que me “pre-condicionaba”, pero otra de mis virtudes es la gratitud, y pienso que una relación aunque no tenga un compromiso tácito o escrito como tal, si debe de haber esa solidaridad y apoyo.

Su taxi dejaba de circular los martes, entonces para aprovechar el tiempo, procuraba que las citas se dieran esos días de descanso obligatorio para su auto, para no interrumpir sus actividades, sobretodo porque para un taxista el tiempo como dice el dicho: “es oro”. Cambié mi turno esa semana con la intención de verlo por la mañana y disfrutarnos más tiempo.

En esa segunda cita parecía que ya nos conocíamos de años, ya con menos nervios que la vez primera, me abrazó y besó como si fuéramos “novios” de toda la vida, nos dimos un agasajo y faje muy rico, llevábamos cerca de tres meses de no poder vernos, pues por una situación u otra, la cita se postergaba o complicaba, pero al fin nuestros cuerpos se volverían a fusionar en el mar del placer. Estábamos que no cabíamos de la felicidad por la oportunidad que la vida nos daba de volvernos a ver. Después de ese delicioso faje, saco de la bolsa de su chamarra un bonito regalo que puso en mis manos; que aunque sencillo, fue un obsequio con mucho cariño. Les diré que me gusta resaltar mi feminidad con collares y pulseras, entonces la primera vez que nos vimos, no fue la excepción, pendía de mi cuello un collar con un delfín y un corazón a la mitad.
Así que muy observador, de ahí saco la idea para regalarme un collar de delfines, se los describo: era sencillo de color plata, con dos delfines simulando saltar el océano, (uno arriba del otro); me puse de espaldas y le dije “pónmelo por favor”, y así lo hizo. Me puse frente a él y le di las gracias con un cálido beso, hasta lo bromee diciéndole “esos delfines que me acabas de regalar, me recuerdan a alguien, el que está arriba, ¡eres tú!, y yo soy el que está abajo…con una carcajada previa me contesta: “tienes toda la razón mamacita!, yo soy el de arriba; y lo interrumpí abruptamente para decirle, “si ¡tú eres el de arriba y no te voy a decir porque”!, continuamos riendo. Como todo un caballero fue por un par de bebidas para degustar, también trajo unas paletas de hielo para juguetear, y así empezamos a darle rienda suelta a nuestra imaginación y deseo.

Iniciamos dando paso a nuestra fantasía de video grabarnos, les platico como iba vestida: llevaba una minifalda gris de holanes, blusa negra semitransparente (como de encaje), zapatos negros de tacón medio, y una rica lencería negra. Para combinar tanga y medias de red del mismo color. Un rico perfume que me fascina, no sé si lo conocen o lo habrán olfateado en alguna oportunidad se llama: “Sexy Doublé Nature” de Jafra, es una esencia con la cual me identifico, se me hace muy fina, sexy y suave pero a la vez atrevida y exquisita.

Empecé a modelarle mi atuendo con el fin de seducirlo y provocarlo, la idea ¡le encantó!, tomo la cámara y empezó a grabar esos momentos de lujuria y seducción. Me decía palabras muy ricas que me excitaban y me incitaban a seguir adelante, me contoneaba y en cada oportunidad que tenía derrochaba mi sensualidad sobre esa cama, me acosté levantando mis piernas, las abría, jugaba con ellas, me las tocaba, me empinaba para excitarlo más, su respiración agitada y el paso de su lengua por sus labios me indicaban que no me detuviera, su cara de lujuria lo confirmaba, pero lo que termino de delatarlo fue ese rico “bultito” creciendo a la mitad de su pantalón.

Súbitamente me dice: ¡no puedo más mami!, y se quitó los pantalones y camisa, para quedar en trusa. Yo seguí prendiéndolo con esos movimientos cadenciosos, seductores, e incitantes. Mientras le bailaba, se bajó la trusa y empezó a masturbarse, me decía ¡“que rico es tenerte frente a mi mamita, no sabes que falta me haces, me tuve que hace muchas chaquetas estos días que no tuve acceso a tu culito tan rico y apretado”! …papacito, no sabes que falta me hacías tú también (le dije) en todos mis sueños húmedos estabas tú…¡pero el tiempo apremia corazón, ya estoy aquí para ti!, completamente tuya…¡solo tuya papacito!.

Se me lanzo dándome un rico y húmedo beso de lengua, sus manos traviesas e inquietas toqueteaban mis nalgas, me beso la boca y después el cuello, los oídos, así…lentamente y rico…¡muy rico!. Definitivamente era un amante excepcional, bien dicen que no es el tamaño el que te da una relación exquisita, y lo tengo bien comprobado, pues de mi primer cita con “Rodolfo” que tenía un pene muy grande, pero su insípida manera de fornicar, demeritaba sus deliciosos veinte centímetros (inclusive me lastimo). En cambio con Ángel, a pesar de no tener un pene de campeonato, las relaciones sexuales que tuve con él, fueron MUCHÍSIMO MÁS placenteras por todo el erotismo, besos, caricias, ternura, pasión, y lenguaje soez que mezclaba al momento de hacer el amor. Con Rodolfo tuve sexo, con Ángel …¡hice el amor!.

No sé si era un experto, pero me sabía poner a punto de turrón en cada encuentro, sus besos me derretían como mantequilla en sartén, me besaba desde la punta de los pies, tobillos, piernas, nalgas, ombligo, espalda, hombros…Se me pone la piel chinita de recordar esos momentos deliciosos, cuando me recorría TODOS y cada uno de los rincones de mi cuerpo…¡Uff!, les confieso que de solo pensarlo ¡me estoy excitando!, no había parte de mi humanidad que su escurridiza lengua no probara.
Concretamos nuestra fantasía de grabarnos haciendo el amor, en principio nos preocupábamos por las tomas, acomodar la cámara para que el vídeo y fotos, no salieran desenfocadas, o fuera de cuadro más que nada; pero ya al calor del sexo, hasta nos olvidamos de la “filmación”, del tiempo, ¡de todo!... solo existíamos él y yo.

Me puse en la postura típica de “perrito”, me tomo de mis hombros y solo escuchaba ese maravilloso sonido que me prendé más, el choque de sus huevos con mis nalgas, me embestía una y otra vez, primero con ternura, pero después con fuerza y pasión, me decía al oído “no sabes cómo me imagine estar cogiéndote así mamita, metiéndote todo mi pito por tu estrecho ano, ¡ahh que rico!..¿te gusta?; ¡Si papacito! (le respondí agitadamente y con mi voz entre cortada por las embestidas tan deliciosas), ¡si me encanta mi amor!, así…ahh, no dejes de metérmelo papacito, así ¡huy!…rico mi amor ¡que rico!
A esto le siguió la posición de ladito…”huy mamita, como quisiera que esto no terminara, (me dijo) si vivieras conmigo te cogería diario… ¡diario mamacita!, que rica y que buena estás”. Creo que de solo escucharlo, llegue a un orgasmo; ¿a qué chica no le gusta que la piropeen y más a la hora del sexo?, woow si el paraíso existe… ¡soy testigo, estuve en el!

Ahora tocaba mi turno, así que procedí a colocarme arriba de él, se acostó boca arriba y suavemente me ensarte en su erguida verga. Empecé con movimientos ricos, circulares y profundos solo escuchaba sus gemidos “ahh, si Vane ¡así mamita!, así, ¡que rico ahh!, ¡sí!”. Yo tampoco seré una experta en la cama, pero por sus gestos y gemidos, supe que estaba correspondiéndolo de la misma y deliciosa manera. Me tomo de la cintura para que se me ensartara todo su pene y así lo hice, atendiendo a su petición, lo cabalgue con más fuerza y hasta el fondo; ya no me decía nada, solo gemía, sudaba y pasaba su lengua por sus labios, estábamos disfrutándonos ¡deliciosamente!. Cuando escuché su voz fue para decirme: “¡que rico Vanessa!, estoy a punto de venirme”; así que puse más asiduidad a mi cabalgata y lo monte más rápido y duro, suelo apretar mis paredes anales para que la sensación de mi pareja sea más tangible y exquisita; cuando de repente, mi cabalgata fue interrumpida por un: “ahh… ¡que rico!”, que rico mamacita, uff, ahh.. ¡que delicia!; sentí su cuerpo retorciéndose de placer, observé su rictus de satisfacción en su cara.

Agache mi cabeza para darle un beso, nos miramos de frente, ambos sudando y un poco agotados, no podíamos articular todavía una palabra de lo agitado que estábamos. En nuestros cuerpos sudados, exhaustos y cansados quedaba la huella del placer. Me tomo entre sus brazos, me besaba y me acariciaba de manera muy tierna, reposé en su pecho confesándole lo feliz que me hacía, que estaba muy agradecida con la vida de haberlo puesto en mi camino. Posteriormente estuvimos conversando de nuestros sueños, planes y deseos escuchando unas baladas que traía en su celular, me contaba ciertos pasajes de su vida, uno de ellos, acerca de un amor de juventud que quiso con el alma (por eso su pasión a la hora de amar) se le rosaban los ojos de solo recordarla. Platicamos de su trabajo, del mío de nuestros gustos, claro sin ahondar en cuestiones personales como la familia. De todas las charlas que tuve con él, nunca se presentó la oportunidad de que me platicara de su gusto por las chicas tv’s, en cada cita quedaba de contarme como llego a este delicioso y controvertido mundo de las chicas travestis, pero era más nuestra calentura, que siempre terminábamos en la cama haciendo el amor, con la promesa de que en la siguiente cita ahora si me confesaría a detalle, pero desafortunadamente nunca se dio.

Me daba cierta curiosidad, pues la forma en que me trataba, me hacía pensar que no era su primera vez con una chica tv. Si les pudiera transmitir la sensación tan placentera que me causaba su lengua cuando me dilataba el ano…sería padrísimo, sin embargo no se pueden transmitir las sensaciones por el internet, y menos a través de un relato así que les puedo decir que así como a los caballeros les gusta que les chupen su pene para que se prendan más, a mí me gusta (por no decir encanta) que me den un delicioso oral en mi ano, que jugueteen y que sumerjan su lengua hasta el fondo. No nada más es llegar y coger  (como los gallos de pisa y corre), este manjar llamado sexo, se debe saber degustar con todos los sentidos, despacio y sin prisas para disfrutarlo mejor.

Y así paso cerca de una hora; para ese momento mi Ángel de la Guarda ya estaba listo para sentir mi piel y entregarme todo su amor. Con su jugosa lengua empezó a recorrerme nuevamente de los pies a la cabeza, adueñándose del momento y encontrando mi punto de ebullición. No había prisa, él estaba a la espera de que mi ansia de amar explotara. Esos recorridos por mi ombligo y cintura me provocaban muchas cosquillas, y más a propósito lo hacía, le gustaba ver mi cara de hembra en celo. Si sus besos hubiesen sido tatuajes, ya no cabría uno más en mi cuerpo. Siempre buscamos la libertad de explorar nuestra piel, empapados de amor, nuevamente me entregue profundamente, y él se entregó con el alma. Una vez más fusionamos nuestros cuerpos en ese rito llamado sexo. Me besaba el cuello diciéndome lo delicioso que era probar el sabor del sexo, “me gusta probar ese sabor a sal que tiene tu cuerpo después de hacer el amor, ¡me encantas Vanessa!.

La fortuna de la vida no está en el dinero ni en los lujos, está en los momentos gratos de dicha, felicidad y placer que nos REGALA la vida. Con Ángel aprendí que no importa quién sabe más…si no aprender juntos. Conocí un mundo de las cosas bonitas y sencillas pero que con mucho cariño siempre me diste, ¡un mundo maravilloso!, todo lo que había perdido, lo había recuperado. 

Aquí las fotos de ese encuentro maravilloso, espero les gusten.









 

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