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miércoles, 15 de julio de 2015

“DON B” Chapter 1 (Parte 1)



Les voy a platicar de un señor de casi ocho décadas, al que conocí por azares del destino. Llego como un completo desconocido, y poco a poco se fue metiendo no solo en mi vida, también en mi corazón. A la fecha lo aprecio igual o más que él a mí, forma parte de esa dualidad en mi vida. Sé podría decir que ES EL ÚNICO QUE tiene el privilegio (no se crean jaja) de CONOCERME COMO NIÑO Y NIÑA, o por lo menos…¡eso es lo que me imagino!; ya les diré por qué.

Por cuestiones de discreción lo he nombrado “Don B”, de hecho su nombre empieza con esa letra. Conocí a “Don B” hace más de 10 años, allá por el año dos mil cuatro, todavía estaba muy chavita. Recién  había entrado a una empresa (hoy extinta), como auxiliar de almacén, no tenía los dieciocho años cumplidos, ni concluía la preparatoria y precisamente por ese motivo no tuve la oportunidad de aspirar a algo mejor, me mandaron al “archivo” y ni modo, aunque la idea no me gusto en un inicio, necesitaba el dinero. Dicen que a todo te acostumbras menos a no comer, y así me sucedió… el trabajo era sencillo, pero el sueldo demasiado bajo. Entre que me acostumbraba y no, pasaban los días volando y sin darme cuenta estaba cumpliendo  mis primeros dos meses en la empresa. El área donde desempañaba mis actividades era una oficina cerrada y pequeña, prácticamente aislada. Mi compañera de trabajo era una señora de cuarenta y tantos años, algo seria y de repente gruñona, y no era para menos, la vida no la ha tratado adecuadamente. Tengo la suerte de llevarme bien con gente más grande, quizás porque como me dicen “madure muy rápido”, y con ella no fue la excepción. De principio no le caí muy bien pues estaba muy acostumbrada a su “encierro”, a su soledad, pero en cuanto me trato y vio que no era la típica chavita boba, nos llevamos  excelentemente, tanto que hoy en día es una de mis grandes amigas. Me gustaban mucho sus charlas pues siempre tenía un consejo para mí, consejos que hasta el día de hoy atesoro, ya que me han ayudado en este andar por la vida. Rara vez me tocaba subir para llevar papeles al administrativo, regularmente quién se encargaba de eso, era precisamente esa señora.

Termine acostumbrándome  y me llegue a “conformar” a mi pequeño sueldo, ¡tengo vida, salud y trabajo! –pensé-.  Lo sé, la vida a veces es difícil pero no hay pesimismo más complejo a enfrentar que el que uno se autoimpone. Con lo poco que tenía me propuse salir adelante. Mis funciones eran muy sencillas, los trámites verdaderamente complicados y las responsabilidades mayores recaían en mi compañera y amiga, así que mis preocupaciones eran prácticamente nulas.

Empezábamos una nueva semana, paso el Lunes, Martes…como un destello ¡llegamos al Viernes!. Es día, antes de despedirse mi amiga me dice: se me olvidaba avisarte, el lunes próximo, le pedí permiso al jefe para auséntame y lo más probable es que sea todo el día; me van a hacer unos análisis… ¿crees que te puedas hacer cargo de todo tu sola? –me pregunto-. La verdad no me sentía lo suficientemente competente, tenía dos meses en la empresa, prácticamente me acababan de “capacitar” y aunque no desconocía del todo de los trámites, tampoco era una experta. No pretendí que me creyera una completa inútil, y menos que no quería hacerle el favor, así que osadamente y con toda seguridad le dije “vete tranquila, yo me hago cargo”. Me dio las gracias y se despidió. Minutos más tarde el jefe me confirmo, “el día lunes vas a laborar sola, para no retrasarnos vas a hacer tus labores y las de tu compañera ¿crees que puedas quedarte a cargo, o te mando a alguien para que te auxilie?... Estuve a punto de decirle ¡sí!... ¡por favor mande alguien para que me ayude!, pero…¡no!, desistí y por el contrario ¡muy segura! le dije, me siento capaz de hacerme responsable de la oficina, le prometo que no habrá inconvenientes. ¡Perfecto, muchas gracias por tu apoyo!, esto lo tomaré en cuenta –me dijo-.

Ese fin de semana no pude conciliar el sueño por la responsabilidad que me había echado encima, aunque fuera solo por un día, ¿hice bien o hice mal?, dude de mi decisión, pero ya estaba hecho, no había marcha atrás. Dubitativa llegue a la oficina el lunes como cada mañana, solo que con el conocimiento de que mi compañera no estaría conmigo. Nerviosa di comienzo a las labores cotidianas, hasta que…suena el teléfono, era el jefe y me dice: “necesito que subas a la recepción, hay varios trámites a lo que necesitamos dar respuesta a la brevedad posible y dales el seguimiento correspondiente, enviar al área oportuna y archivar según corresponda”. No estaba acostumbrada a salir de la pequeña oficina, mucho menos a  llevar por mi cuenta dichas diligencias; ¡que sea lo que Dios quiera! –pensé-. Se van a reír de lo que les voy a decir, inclusive a mí me da risa hoy en día, pero me resultaba tan, pero tan complicado usar el elevador que para “no tener problemas” con este, me la chutaba por las escaleras. Para arriba y para abajo, todo por no saber utilizar el elevador, ¡me reconfortaba saber que mi ignorancia daba como resultado un ejercicio obligado jaja!.

Había que estar subiendo y bajando, prácticamente ¡todo el día!, y en una de esas ocasiones observe que ingresaba un viejito a las instalaciones con una maleta desgastada, se me hizo poco usual. Y digo poco usual porque hoy en día las mochilas, back packs o “mariconeras” son las más usadas para vender o andar en la ciudad, por lo menos más que una maleta. Exactamente, esa fue la primera vez que lo observe, se trataba nada más y nada menos que de “Don B”, y sin que lo notará lo seguí con la vista; ingreso a la oficina del jefe, cerraron la puerta, y me retire a continuar con mis actividades. Afortunadamente el día salió mejor de lo que pensaba, con pequeños detalles que no tuvieron relevancia.

Ver a “Don B” dentro de las instalaciones se hizo cada vez más frecuente, y llamo la atención de esta servidora (aclaro que no sexual), fue más por curiosidad que por otra cosa. Posteriormente supe que uno de los superiores le daba acceso a la empresa para vender. Ya me imaginaba que vendía, pues siempre llevaba su misteriosa e inseparable “maleta” en el brazo derecho, entraba y se quedaba por lago rato dentro de las instalaciones.

Un día, platicando con la persona que le permitía el acceso, me comento que le daba chance de vender al viejito, porque sus hijos no le daban dinero, y para cubrir los gastos de su manutención se dedicaba a vender CD’s y algunas chacharitas. Cuando viene le compro algo, pasa con los demás y de a poquito si se junta una lana –me dijo-. ¿Qué vende? –le pregunte-  Vende discos de música, películas…es un viejito curioso porque además vende pulseras, ropa, corbatas, varias chucherías, si quieres un día de estos te lo presento ¡igual y te animas por algo de lo que trae! -me contesto-.

Me quede pensativa, pues no ganaba mucho, apenas me alcanzaba para los pasajes y la comida, obviamente los gastos extras no estaban contemplados dentro de mi presupuesto. Parece que me leyó la mente, pues me saco de mis pensamientos para decirme: ¡descuida, si no te alcanza te da chance de pagarle en quincenas!, te lo comento porque hay veces que me quedo con varias cosas… el viejo es a toda madre y me da crédito, ya verás… ¡le voy a decir que yo te recomiendo! ¡Pues muchas gracias!, me acabas de convencer…está bien, cuando venga le puedes decir que quiero verlo por favor; ¡por supuesto! –me contesto-. Tenía mucha curiosidad por saber que de cosas traía en su maleta.

Paso una semana aproximadamente después de esa charla, cuando por fin conocí de manera personal y directa a “Don B”. Tocaron a mi puerta y era mi compañero de trabajo, para decirme “te busca el jefe quiere que subas”. Le avise a mi amiga que subiría a ver al jefe, ella asintió con la cabeza. Justo estaba por subir cuando mi compañero me toma del hombro y me dice, no… no te busca el jefe, es “Don B” está aquí, ya le dije que quieres verlo… ¡excelente dónde está! –pregunte-. Está en mi oficina, si quieres sube, ahorita te alcanzo. Subí por las escaleras, llegue hasta la oficina y toque la puerta. ¡Adelante pase!, -me respondieron- entre y ahí estaba sentado un hombre como de sesenta y cinco años aproximadamente, de complexión delgada, cabello canoso, con la huella del tiempo en su piel, se trataba de “Don B”; ¡mucho gusto en conocerlo! –le dije-…no al contrario ¡el gusto es mío! –contesto “Don B”-. Me dijo mi compañero que usted vende películas y varias cosas… ¡sí!, si le gusta algo adelante, si no le alcanza por eso no hay problema me lo puede pagar la siguiente quincena. Empezó a sacar las cosas y ahí descubrí parte de lo que traía en su misteriosa maleta.

Me mostro varias películas, discos de música, corbatas, en fin…era como los gorros de los magos, salían un montón de cosas de la maleta, solo falto un conejo jaja, no me imagine  todo lo que traía a cuestas. Le compre varios CD’s de música y dos corbatas. Antes de retirarme le pague parte de la deuda  y le dije que en la quincena liquidaba lo demás. Está bien ¡no se preocupe!... (estaba por abandonar la oficina cuando me dice), ¡también traigo películas para adultos!, ¿perdón?...-le dije-, ¡Sí! –me contesto- traigo películas para adultos, ¡pornográficas vaya!, se me estaba olvidando… ¡hay con esta memoria! ¿quiere verlas?. Sospeche que traía de ese tipo de películas pues en una ocasión en el baño, escuche una plática entre compañeros que decían, “el viejito me vendió unas películas, huy… bien chidas, es de una güera y un negro, están”….no siguieron conversando pues al bajar su vista por el espejo vieron mis pies y continuaron con la plática afuera.

¡Con razón se le acercan varios compañeros a comprarle!, ya decía yo. Y pues sí, creo que como la mayoría disfruto mucho de ese placer que es ver pornografía. No tardo tanto en convencerme, solo estaba cuidando de que no fuera a entrar mi compañero, pero estaba tan entretenida con las portadas de las películas, para ver cuál compraba que, sin darme cuenta entro y me vio seleccionando películas pornográficas.

Me dio muchísima pena y me sonroje, apenas estaba por disculparme cuando me dice ¿qué… cuál vas a comprar?, tomo varias películas en sus manos, y me dice una vez más, te recomiendo esta, y esta…ahh y esta otra, así con total naturalidad;  ¿o a poco no te gustan? -me inquirió- ¡claro que me gustan –le respondí segura- solo que ya no tengo dinero, como compre varios discos. No te preocupes ya te dije que acá el Don nos hace la valona, ¿verdad  Don?...claro quédense con las que gusten después me pagan por eso no hay bronca. Ya como niña en dulcería y con más confianza, escogí cerca de cinco películas. Aquí se va a ir buena parte de mi sueldo –pensé- pero bueno ya disfrutaré de este “placer”. Mi compañero por la jerarquía que tenía, ganaba un buen sueldo, y creo que “Don B” pensó que todos ganábamos igual, pues me dejaba las películas igual que a los demás, en veinticinco pesos cuando en el metro estaban hasta en diez.

Más tardaba en pagarle la primera deuda, que en adquirir una nueva; les confieso algo…¡si hubo una etapa de mi vida en la que la pornografía se volvió una adicción!, entre más veía, ¡más y más quería!. En la empresa solo teníamos “intranet”, y precisamente por eso no tuve acceso al mundo virtual del internet para saciar mi vicio, es por ello que mi deuda se agudizaba cada vez más. De esto se aprovechó “Don B”, me llego a conseguir pornografía de todo tipo, tres equis, cuatro equis, cinco equis, desde lo más “normal” hasta lo más extremo ¡lo inimaginable!, algo que mis ojos jamás habían visto. Eso sí y quiero aclarar, la pornografía infantil NUNCA estuvo, ni estará en mis gustos, creo que eso si ¡ya es mucho deprave!, digo… cada quien sus gustos pero para mí, ya está fuera de contexto.

Llego a conseguirme películas de zoofilia, hermafroditas, enanos, freaks, transexuales y travestis (estos dos últimos por accidente, en donde se surtía de repente le daban películas de esa temática y por más de que trate de convencerlo de que “estaban buenas”, me rendí pues los “jotos” como él nos llama, no son compatibles con su personalidad), y justo como la droga el precio cada vez era más oneroso. Dicen que todo tiene un límite y aunque tarde para darme cuenta que esto ya no era un pasatiempo, sino una adicción, un día finiquite mi relación vendedor-comprador con “Don B”. Argumentando que ya tenía demasiadas películas y poco dinero, le sacaba la vuelta al viejo con ese pretexto para no comprarle más. Después de finiquitar mi deuda, deje de ver al viejo por largo tiempo, primero cerraron la sucursal, después la empresa se fusiono y así fue como desapareció del mapa.



No tarde tiempo en colocarme pues mi práctica y experiencia está vez se impusieron. Por  supuesto “Don B” había seguido mis pasos. Para ese momento el viejo ya no me veía como un signo de pesos, creo que él no verme durante meses le produjo un innegable remordimiento. Cierto día se apareció por las oficinas y me saludo gratamente, me dio un abrazo y me dijo que le daba mucho gusto volver a verme, ¡me extrañaba!, lo interrumpí súbitamente diciéndole ¡extrañaba mis compra que!...se quedó callado, tal vez me pase de la raya. No, de verdad te extrañaba, pensé que no te volvería a ver. Para atenuar mi comentario fuera de lugar, lo invite a comer pues la hora de almorzar se acercaba, degustamos una torta del puesto de enfrente y estuvimos platicando largo y tendido. Regularmente y para que no me molesten tanto compañeras como compañeros, invento que “tengo novia” y es que no falta el chinga quedito que te cuestiona ¿por qué no te has casado, porque no tienes novia?...gente que su pasatiempo es vivir de la zozobra de los demás… ¡que hueva!, pero en fin, para que no me estén fregando ahora todos saben que sí, “tengo novia”. Irremediablemente la interrogante  llego hasta la conversación entre una servidora y “Don B” me pregunta ¿oye tienes novia?, le respondí segur@ y sin titubear ¡Sí, Si tengo!... ¿por qué?; no es para que te molestes -me comento “Don B”-, lo que pasa es que mi hija tiene más o menos tu edad, y estaba pensando en que eres muy trabajador, responsable, maduro;…si gustas ¡te la presento!...nada me daría más gusto que emparentar contigo, ¡dejar a mi hija en buenas manos!. Abstraída no sabía que responder, el viejo impaciente esperaba ¡que le dijera que sí!. Para animarme, saco una foto de su cartera y me la mostro, ¡esta es mi hija chula!, se llama Silvia y está por terminar su carrera técnica de enfermería, ¡te conviene!. Como si me estuviese vendiendo uno de los artículos de su maleta, no paraba de echarle flores a su heredera con el fin de persuadirme.

¡Lo lamento “Don B”!, mi novia es muy celosa, además ya llevo varios años con ella, y sabe…¡la quiero mucho!, tal vez y si más adelante termino mi relación con Nancy (hasta la “bautice” con el nombre de una chica que fue mi mejor amiga en la prepa, ojo MEJOR AMIGA, por razones del destino nunca paso NADA entre nosotros), le prometo que si eso pasa, trataré de establecer una relación con su hija ¡muchas gracias!. Convencido de que “adoraba” a mí “novia” no me insistió más… “ni hablar, se ve que quieres mucho a tu nena”, y en algo tiene razón; QUIERO MUCHO A MI NENA INTERNA, ustedes la conocen, se llama: ¡SAMARA ARLENE!. A partir de ahí la relación se volvió diferente, porque ya no éramos simples conocidos, la estimación era mutua y una bonita amistad estaba floreciendo entre ese señor y yo.

Ya con más convivencia y tiempo de conocernos, me confeso que cuando fue joven, le “llovían” las mujeres, no se cansa de presumirme que no hubo “nalga que se le resistiera”; y es que viendo sus fotos, la verdad me hubiera gustado estar en su cama, disfrutando de un macho en toda la extensión de la palabra. Lamentablemente “Don B” es muy prejuicioso, y cuando trato de hablarle de travestis, rechaza la conversación, nos llama “jotos” y algunos otros adjetivos que no quiero escribir, no sabe que me lastiman sus comentarios, y para no incitarlo dejo la conversación por la paz. Solo cuando le muestro fotos de travestis y transexuales, y no le digo lo que son en realidad, las chulea llamándolas “mamis ricas”, si lo hubiese conocido de joven me hubiera quedado con las ganas al final de cuentas, pues les comento, para él lo peor es la homosexualidad, los travestis y todo este mundo que para nosotras las de closet, ES TODO.




“DON B” Contribuye con algo de ropa y detallitos para Samara.

Ante mi negativa de seguir comprando porno, “Don B” se las ingenió para seguir manteniéndome como su clienta número uno. Y es que el viejito conocía para esos momentos mis gustos y los de mi “novia”. Aparte de vender discos, les comente que también vendía “chacharitas”, entre ellas pulseras, collares, medias, y ropa interior de dama. No se le hizo extraño que cierto día, cambiara la pornografía por cosas para mujer. Argumentando que a “mi novia” le gustaban muchos esos detallitos, me traía varios collares y pulseras preciosos…en ocasiones medias, e inclusive ¡zapatos!. No me pude resistir y cada que venía a platicar con esta servidora, terminaba comprándole esos “caprichitos” que seducen a Samara, en una ocasión me trajo varios pares de zapatos que sus hijas ya no quieren. Están en excelente estado, son de medio uso, recuerdo que en aquella ocasión, le compré un par de zapatos de la marca “Andrea”, muy bien cuidados, me los dejo en cien pesos, solo tenían el detalle de las tapas, los lleve con el zapatero y me cobro treinta pesos más. Me gustaron porque su tacón es muy resistente y a decir verdad se me ven ¡padrísimos!.

Poco a poco y sin saberlo, “Don B” ha contribuido y ha sido cómplice para que mi niña interna, complemente su feminidad y se vea muy guapa, luciendo esa preciosa joyería de fantasía que con ahínco selecciona para mí. Lo que nunca le he comprado son aretes, pues no tengo los hoyitos en las orejas, y es que eso si me evidenciaría en demasía, y quedaría bajo sospecha. Por el contrario cuando llegaba a comprar un conjuntito de aretes y collar, le regalaba los aretes para que los vendiera, argumentando que “a mi novia” no le gustaron. Ha sido recíproco, pues las cosas que no utilizo en vez de tirarlas, he preferido regalárselas (le he obsequiado solo cosas en perfecto estado), para que las venda y pueda seguir manteniéndose. Le regale mis primeros zapatos, pues la vez que me vendió los de su hija, los cambie por esos. Le he donado varios vestidos y ropa en general, que al verlos me enamoran… pero cuando me los pongo ¡ya no me gustan! y como no los puedo devolver, se los doy a que los venda y la ganancia es netamente para él. Igual como la gente le regala cosas en buen estado, de repente me obsequia una que otra falda o minifalda para “mi novia”.

Cada que me visita siempre tengo un presente para él, ya sea ropa para que venda, algo de enseres de limpieza para su cuarto, un dinerito,  o bien lo invito a comer. Es muy amable pues para corresponderme de repente me trae fruta, un refresco, galletas, ¡siempre se acuerda de esta servidora!


“DON B” Conoce  y…¡Se Enamora de Arlenne!

Fue difícil, pero “Don B”… ¡está enamorado de Arlenne!... ¿increíble? tal vez… (por sus prejuicios), ¡PERO NO IMPOSIBLE!...¿un truco de magia?...¡tampoco!; les platico. Pasaron varios años más, los atardeceres se le sumaban cada vez más, inevitablemente  y para menoscabo de “Don B”. No era lo mismo invitar al “macho garañón” a coger hace ya algunos ayeres, a invitar al viejito a “intentar” la relación, y tal vez lo entiendo, no es fácil “tratar” y mucho menos tenerle paciencia a un hombre ya agotado por el paso del tiempo, pero no justifico la actitud de tipas que le prometían a mi viejito “la luna y las estrellas”, en concreto una cita a la que NUNCA llegaban. Cada vez era más frecuente ver a ”Don B” con su cara de impotencia, coraje y depresión,  precisamente ahí es cuando Samara ¡decide actuar! y rescatarlo de su declive emocional. En la empresa en la que actualmente estoy, me encuentro en lo que es el archivo por las tardes, regularmente y cuando “Don B” podía caminar  más rápido, me visitaba de dos a tres veces por semana. Hoy su condición lamentablemente se ha visto mermada por el peso y el paso de los años, y me visita de dos a tres veces por mes.

Cada que me platicaba de una cita “fallida” no podía evitar enojarme. Me decía: “quede de verme con (y el nombre de su amiga en turno), y le dije que nos viéramos aquí en tu oficina, ¿tienes algún problema?” –me decía-, ¡no! –conteste- siéntase como en su casa "Don B”, ya sabe que cuando se le ofrezca aquí están estas sus instalaciones, solo avíseme con un día de antelación cuando quiera traerse a una nena y ¡con gusto le doy un par de horas para que se divierta!, ya sabe que no hay bronca.

Como niño desesperado, se asomaba por la ventana,  se salía, volteaba para ver si “su cita” llegaba, pero por enésima vez, le habían visto la cara, su “chamaca” en turno, NUNCA llegaría. Como niño regañado se metía a mi oficina, abrumado, y molesto. No había palabras que mitigaran su frustración, y ni mencionarle el tema pues bastante tenía con su disgusto.

“No sé porque Don B pero me huele a que esas viejas nomás le ven la cara, cuántas veces me dice que vienen a buscarlo, y siempre se me queda aquí triste, ¡no se vale!, mándelas a la chingada, eso no se hace” –le dije-…abruptamente me interrumpe para decirme “tal vez se les olvido o se les hizo tarde”…¡no!, ya ve esa tal güera, ya van dos veces… ¡no “Don B” usted debería de buscar una persona que de veras lo aprecie, no que ande jugando con su persona y su tiempo, total si no quieren verlo, para que prometer que vienen y a la mera hora dejarlo con las ganas, no se vale ¡que coraje!.

Por más de medio año, así me trajeron a “Don B” entre promesas y citas que nunca se consumaban, al final el mismo resultado: su cara triste, su depresión constante, tanto que hasta llego a conformarse, y eso ya no me gusto; de por si cargar con el lastre de sus hijos y encima sufrir porque estas viejas lo dejaban plantado ¡ya era demasiado!. Antes de intentar lo que a continuación les relatare lo pensé mucho…¡muchísimo!, y es que como les platico “Don B” es un señor chapado a la antigua, macho…ni mencionarle el tema de los travestis o transexuales, pero estaba decidida, me cansé de verlo rogar cariño, y de suplicar compañía.

Cierta tarde cuando me visitaba, le dije: que cree “Don B” mi prima acaba de llegar a la ciudad, y le platique que muchas viejas le prometen una cita y nada, y me comentó “pobrecito” yo si lo quiero conocer, además le mencione que es usted muy buena onda además de pícaro; y ¿qué cree?...¡está interesada en conocerlo!, ¿qué dice se anima?, ¿le digo que sí?....pensativo “Don B” mostro una cara de pesimismo, de melancolía, quizás pensaba que sería otra cita fallida y ¿para que arriesgarse a otro descalabro emocional?, sin meditarlo más me dice…”muchas gracias, pero la verdad ya me canse de todo esto, además que tal que es payasa y encima me trata mal o me hace una grosería…¡no! muchas gracias te lo agradezco, pero no me interesa”. Tanto habían lastimado a mi viejito que ya ni ganas tenía de conocer a una chica joven, extrovertida, amable, buena onda…ósea ¡yo! pero en mi dualidad: SAMARA.
Trate de convencerlo de que le diera una sola oportunidad a “Arlenne”, para curarle sus heridas y sanar su corazón, más sin embargo por más de dos meses sus palabras eran las mismas: ¡NO GRACIAS!

Finalmente y después de insistir tanto con el tema, un día logre convencer a “Don B” de que conociera “a mi prima”, que en realidad no era mi prima sino, mi niña interna SAMARA ARLENNE, nuevamente sus ojos brillaban, ¡estaba emocionado! y una pequeña esperanza nació para él ese día. Justo unos días antes de “presentársela” me eche para atrás, no tuve el suficiente valor de afrontarlo en esta faceta, pensé: si me descubre no solo término con la amistad, también se terminan sus sueños, lo voy a lastimar más de lo que ya está; quizás las condiciones no eran las adecuadas, además la situación se veía muy arriesgada, y decidí no llevar a cabo tan temeraria travesía.

No tuve más remedio que guardar a Samara en el closet y explicarle: ¿qué cree “Don B”?, mi prima se acaba de regresar a Querétaro a ver a su mamá, ¡ya ve, por no decidirse rápido!, está mañana salió muy temprano y la verdad no sé si vaya a volver. ¡Híjole!, ahora que si estaba decidido  a conocerla…¡qué mala suerte! pero eso me pasa por indeciso. Yo le comente en varias oportunidades que mi prima lo quería conocer, y que de hecho es muy buena onda, no lo iba a arriesgar a presentarle a una niña que le fuera a hacer una grosería…¡eso nunca!.

Mi cobardía fue más grande en esos momentos, pero tuve que difuminarla para darle un matiz a la vida de “Don B”. Ahora, ¡ya ni citas, ni chicas ni nada!. Precisamente por su condición, ya no puede trasladarse hasta el centro de la Ciudad  de México como hace algunos ayeres para comprar cosas y vender, mucho menos para ver a las “chamacas” como él les dice. Preparando el terreno, en esa ocasión que me visitaba, le mostré varias de mis fotos en la computadora, no como niño, sino como Arlenne, y le pregunte ¿qué le parece?, ¿está guapa la chica no?, está piernuda y nalgona ¡justo como a usted le gustan!...”Don B” apenas me escuchaba, estaba tan concentrado viendo mis fotos que solo atinó a decir “mamacita que buena está” ¿quién es?, -me pregunto-…es una nena que quiere conocerlo, ¡quizás sea su próxima novia!. ¿Enserio? –me dice emocionado- ¡qué chamaca tan preciosa!, lo interrumpí y le dije: es MI PRIMA, ¡sí!... mi prima, ¿cómo la ve?.

Si ya de por si tenía ganas de conocerla, ¡ahora más!... esas fotos lo habían dejado sumamente inquieto. Para tener más a mi favor le platique que mi prima se parecía mucho a mí, que en la colonia decían que era mi hermana; obviamente y para que no se le hiciera raro que “la prima” tuviera mis rasgos físicos.
Después de prepararlo mentalmente y está vez decidida, le dije una vez más: ¡qué cree “Don B” le tengo una excelente noticia!...¡acaba de llegar mi prima y viene a quedarse una temporada!, ¿qué dice, se la presento o va a dejar que se vaya de nuevo?. Está vez y sin titubear me dice ¡claro, la quiero conocer, no dejaré pasar esta oportunidad!. Estuvimos charlando esa tarde para afinar los detalles de la cita entre “mi prima” y “Don B”. ¡Estaba muy emocionado cual colegial enamorado!, inclusive lo incite: “métale una buena manoseada a esa nena que buena falta le hace, agasájese”.

Ante esta situación aproveche para comprobar tres teorías:

En una ocasión me dijo que era un “encantador de mujeres”, en otra oportunidad que “todavía tenía relaciones sexuales”, y la tercera “si pasaba la prueba ante sus ojos, ¡quiere decir que estaba haciendo las cosas mejor de lo que pienso”.

Así que iniciemos por la primera. Estaba muy nerviosa, pero ya era un hecho, le prometí a “Don B” que esa tarde conocería a mi prima. Lo cite en mi oficina por la tarde, sin embargo él llego al medio día. Aproveche que ese día fumigarían y los que estábamos en la planta baja y sótano saldríamos temprano, solo se quedaría la parte administrativa que está en el primer y segundo piso del corporativo. Estuve charlando y  mencionándole una vez más y para seguir abonando a mi favor, que mi prima se parecía bastante a mí. Esto de crear una sugestión es para prevenir la “sorpresa” cuando me viera y comprobara que era idéntica al “primo”. ¿Vas a estar cuando llegue tu prima? –me pregunto- ¡no! “Don B”, me va a disculpar pero tengo que salir en la tarde, quede de llevarle unas cosas a “mi novia”, pero no se preocupe ya le di copia de las llaves para que una vez que llegue pasen a la oficina y nadie los moleste, vaya a la sala, ella lo va a buscar.

Me “despedí” (como niño) y lo encamine hasta la sala de espera…y sin que se diera cuenta, me encerré en la oficina. Previamente me había llevado mi mochila con todas las cosas necesarias para vestir, maquillar y presentar a “SAMARA ARLENE” ante los ojos de “Don B”. No tardo mucho tiempo en maquillarme, sin embargo esa tarde tome más tiempo del que acostumbro y “Don B” se estaba desesperado. Escuchaba sus pasos, entraba y salía del baño…hasta que ya no pudo más y toco la puerta algo desesperado. Ya estaba lista desde hace más de quince minutos, pero los nervios no me dejaban salir. No tuve más remedio que abrirle la puerta pues si “Don B” seguía haciendo ruido me exponía a que bajaran y me descubrieran  

Me puse un traje sastre que trae una minifalda ¡muy padre!, pretendí dejarlo con la boca abierta. Me puse unos lentes con el fin de que no pudiera apreciar mi cara completamente. ¡Estaba lista!…entre abrí la puerta con temor, no me sentí completamente segura, me observo, como llevaba minifalda inmediatamente sus ojos se postraron sobre mis piernas, le di la espalda, con fuerza empujo la puerta, ¡ya tenía ganas de conocerme!. Me abordo: ¡hola señorita!, ¿cómo está?...voltee con recelo y poco a poco, le di la mano y le contesté… ¡hola, mucho gusto, soy la prima de….(le dije el nombre de “mi primo”), me llamo Samara, tenía muchas ganas de conocerlo.

Se me acerco y me dio un beso en la mejilla, le correspondí con un beso también. Me puse muy nerviosa cuando me dijo ¡quítate los lentes, no seas mala quiero ver tu cara!...tuve que acceder para no causar cierta sospecha, lentamente me desprendí de lo que me daba seguridad, ya no pude ocultarme más tras esos lentes obscuros. Quería cerrar los ojos para evitar la realidad, sin embargo su asombro no me lo permitió. ¡De verdad, eres muy parecida a tu primo!, que cara tan bonita, ¡eres muy preciosa nena! Tomo mi rostro entre sus manos y me dio otro beso. Di por un hecho que había pasado la prueba de fuego. No sé si fue el maquillaje, o mi voz que confundieron (eso quiero creer) a “Don B”. En realidad no sé si “Don B” sabe que estoy yo debajo de todo ese maquillaje, minifaldas, y vestidos, un detalle que percibí; al estar conversando con él, hubo algo que me hizo reír, inmediatamente noto que mi risa y gestos “eran IGUALES a los de mi primo”, eso fue lo que me tiene confundida, se da cuenta de mis rasgos, de mis gestos, pero ¡no se da cuenta de que soy yo quién está detrás de Samara!, o…no quiere darse cuenta tal vez.

Mañosamente coloque mi asiento frente al de él, mi silla era más alta, esto con el fin de que cuando me sentara y él me observara estuviera justo en el angulo perfecto para que me viera “los calzones”. Me puse mis lentes, y conversando pude ver que sus ojos se postraban en ese espacio que yo quería que observara, así con esa mirada de deseo y lujuria, no disimulaba, le encanto ver mi tanga de color rosa, ¡sus ojos libidinosos me fascinaban!, por más que quería no lo podía disimular, sabía que me quería observar toda, detalladamente y para darle gusto  me levante de mi asiento con el pretexto de servirle un refresco, lo tenía como yo quería, con la boca abierta. Sus ojos como cámaras de seguridad en banco, me seguían a donde caminaba y no me quitaba la mirada de mis piernas y nalgas.

Ya entrado en confianza, se incorporó, y llego hasta a mí, pego su pene contra mis rodillas, poquito a poco fue bajando sus manos hasta tocarme las piernas. Como yo no objete nada, lentamente estaba ascendiendo hasta llegar a mis nalgas, es un viejito muy abusado. No recuerdo como, pero llegamos hasta los besos, la situación se fue calentando conforme pasaban los minutos. No tuvo una erección como tal, pero el estimularlo con mis besos y caricias, hacían que su “amigo” tuviera una leve reacción. Ahí pude comprobar mis tres teorías:

¡Si era un encantador de mujeres!
¡Si había posibilidad de tener un encuentro íntimo! y la más importante
¡Pase la prueba!....a sus ojos yo era una mujer joven, ¡preciosa! según sus palabras.

Tuve que márcale un alto cuando quiso meter su mano en “mi cosita”, no iba a permitir que por un detallito así todo se fuera por la borda…argumente que “andaba en mis días” para que “Don B” no insistiera, conociéndolo sabía que desistiría. A decir verdad termine muy caliente, el viejo me daba unos besos tan ricos, tan exquisitos  que me excitaban. No consumamos la relación sexual primeramente porque no tuvo una erección firme y segundo porque “andaba en mis días”, le ofrecí mi “chiquito” pero él quería “por adelante”. Pasamos una tarde muy agradable, el salió muy contento, parece como si le hubieran inyectado energía y ganas de vivir. Ese era mi propósito, nuestro propósito, tanto el mío como el de Arlenne, aclaro que mi intención no era engañarlo o confundirlo, si no que se diera cuenta que había alguien a quién si le importaba.

Solo hay algo que no termina de convencerme, ¿sabrá “Don B” que soy yo quién está detrás de Samara Arlenne? su comportamiento me dice que sí, pero sus actitudes que no…¿qué piensan ustedes? Ya les contaré en el siguiente relato las “Aventuras de “Don B” y Samara Arlenne, ¡Hasta la próxima… besos húmedos!











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