El baúl
Un cosquilleo me recorre la piel y mi corazón se agita al
observar esos atuendos que guardo con recelo y que me han acompañado a
protagonizar todos y cada uno de los relatos que les escribo mes con mes. Es
imposible no excitarme al ver ese pequeño baúl que únicamente Samara y yo,
sabemos lo que contiene, pues no solo esconde mi ropa, también mis secretos,
¡mis sueños!; guarda sigilosamente y en completo secreto, la vida que quisiera
gritar a los cuatro vientos.
En un principio guardaba a Samara en una pequeña mochila que
poco a poco le fue quedando pequeña. El espacio que ella demandaba cada vez era
mayor, entre blusas, minifaldas, zapatos y todo lo que poco a poco y con mucho
esfuerzo he reunido a lo largo de estos últimos diez años. Ya les he platicados
de mis aventuras fugaces con mis diversos amantes, de ese delicioso dildo que
está listo para complacerme cuando llega la soledad y de algunos detallitos
más, pero nunca les he platicado del sitio donde reposa el alma de Samara
Arlenne la mayor parte del día. Y es que como ustedes saben ella ve el sol de
vez en vez y cuando hay oportunidad de tener una cita con algún chico o bien
cuando complace a sus seguidores y fans con una deliciosa sesión de fotos o
vídeo.
La mochila que contenía mis cosas fue sustituida por una caja de
cartón, lamentablemente no tenía el dinero suficiente para comprar una maleta y
trasladar mis pertenecías sin inconvenientes por lo que me tuve que resignar
por un buen tiempo a tener mis cosas así. Tuve que ocultar por varios meses esa
caja en casa de la abuela, pues de momento era el único lugar seguro y a salvo
de la gente metiche. Pero justamente en esos días mi tío regresaba de Piedras
Negras de un proyecto encomendado por su empresa, regularmente cuando eso
sucede varios de mis primos y primas van a casa a visitarlo y no me podía
exponer a que alguno de ellos hurgara en mis cosas y descubriera este gran
secreto.
Mude mi caja por algunos días a la oficina donde trabajaba, el
estar en el sótano me daba la tranquilidad de llevarla sin preocupaciones, solo
estábamos mi compañera y yo; ella era una persona madura que respeta las cosas
ajenas, aun así tome mis precauciones, el día que lleve la caja le comente que,
eran libros de la escuela, que por razones de practicidad los dejaba en la
oficina, ya no tenía que ir a mi casa por ellos. Muy amablemente me ofreció uno
de los espacios de hasta abajo para que la dejara. Y es que esos espacios de
abajo estaban destinados para el archivo muerto, prácticamente nadie metía mano
en esos documentos que solo estaban ahí por auditorias que el gobierno le hacía
a la empresa.
Sin embargo y a pesar de la seguridad, había días en lo que
tenía pesadillas o inclusive me era imposible conciliar el sueño, y es que no
era para menos ¿se imaginan ser descubierta por alguno de los superiores? ¿qué
le iba a decir?...otras veces más soñaba que abrían la oficina y dejaban
regadas mis cosas por todo el piso, la verdad es que no era grato tener esa
incertidumbre que ya estaba invadiendo mi vida cotidiana. En aquellos años no
había los servicios de guarda ropa que hoy ofrece mucha gente, y los que
existían como blusk link se aprovechaban de la necesidad de las que somos de
closet. Muchas veces pensé en hacer un esfuerzo y ahorrar un poco para llevar
mis cosas a blush, pero después hice cuentas y me salía más barato rentar un
pequeño cuarto, cambiarme las veinticuatro horas sin limitantes y sobretodo
cerca. Pero no, la situación estaba muy difícil, pasaron varios meses más hasta
que sucedió algo inesperado.
Como les dije nuestro lugar de trabajo era el sótano, por ahí
pasaba la tubería del agua, drenaje etc. Esa tarde el vigilante se había ido a
comer, la lluvia se dejaba caer intempestivamente sobre la ciudad, parecía que
el cielo se caería. Los relámpagos hicieron que se fuera la luz, eran
aproximadamente las siete de la noche, y aburrida me disponía a tomar una
pequeña siesta. Apenas estaba conciliando el sueño cuando sonó el
teléfono…alarmada me dirigí a contestarlo y al escuchar lo que me decían ¡sentí
que el alma abandonaba mi cuerpo!;…era una mala noticia, todavía no sé qué tan
terrible era, pero tenía que ver con mi caja.
Se trataba de una compañera de trabajo que preocupada me decía,
“tienes que venir, algo paso en la oficina donde ustedes están, no tengo llaves
del sótano por eso necesito que vengas ya”. Inmediatamente pensé en mi caja
antes que en la oficina, imaginé lo peor, primero que se habían metido a robar,
después que se estaban quemando las instalaciones, se me venía en mundo encima.
Mi hermana escucho también el teléfono y se alarmó al ver mi cara de
preocupación cuando recibí la noticia. “¿Quién era?” –me dijo en voz baja-, es
de la oficina –respondí por inercia-. Apenas le iba a explicar cuando una
segunda llamada sonaba en el teléfono. Esta vez se trataba del vigilante, por
su culpa y de nadie más, la oficina se había inundado, la presión del agua de
la lluvia tapo una pequeña alcantarilla que pasaba a un costado de la oficina, se
bloqueó la salida, y como no hubo quien lo destapara a tiempo, el agua busco
una salida y la encontró en el sótano.
Si el vigilante se hubiese encontrado en su lugar pendiente de su trabajo nada de
esto habría pasado, y tratando de mitigar su culpa me dijo “no te preocupes
ahorita voy a tu casa por ti para ver como lo podemos arreglar”. Creo que es lo
mínimo que podía hacer después de semejante descuido, estaba molesta pero
preocupada por la caja, pues el lugar donde la había dejado, era muy probable
que el agua la hubiera percudido.
No tardó mucho en llegar y no venía solo, en el asiento de
adelante pude ver a mi compañera que hace unos minutos también me había
llamado. Me aproximaba a subir cuando mi hermana me dijo “yo voy contigo, que
tal si necesitas que te ayude a limpiar el desastre que dejo el agua” …¡no, quédate
en la casa por favor! yo resuelvo este
inconveniente. Movió la cabeza desaprobando mi actitud y me dijo “de ninguna
manera, no te estoy pidiendo permiso”, cuando digo que voy no te estoy
consultando. No me quedo más remedio que llevarla con nosotros, si no hubiera
sido por la caja no me hubiera opuesto a que me acompañara pero sabía que si
veía la caja esto se convertiría en un juego peligroso, un completo desastre.
Llegamos y de los nervios tiré las llaves al piso, las recogí
nerviosa y procedí a abrir. Cuando llegue me encontré con un pésimo escenario; ¡devastador!,
el agua se acumuló en demasía y destruyo todas las cajas que estaban en el
piso….incluyendo para mi mala suerte ¡la mía!. Estaba tan enojada, de no ser
por la amistad que tenía con el vigilante, de verdad que lo hubiera reportado
con los superiores para que dé mínimo lo cambiaran de área, eso lo salvo para
que yo no actuara en su contra.
Fui por cubetas, jaladores y escobas…el detalle era ver como
distraía a mi hermana, al vigilante y a mi compañera de trabajo, para que no se
dieran cuenta de mis cosas, ¡estaba metida en un auténtico problema!. Subí por
las cubetas, y me tarde lo más que pude, pero ya no me fue posible ganar más
tiempo. Pude disuadir al vigilante y a mi compañera pero mi hermana había ido
para ayudarme y no se iba a ir sin hacerlo. Difícil, sin embargo era preferible
salir del problema rápidamente y le dije “pon esas cajas en la mesa y deja que
se escurran los papeles por favor” no había donde ocultarse, prácticamente las
dos veíamos que hacia la otra, al estar levantando unos papeles se le cayeron
por lo mojado que estaban y aproveche ese descuido para poner mi caja en una de
las mesas, por lo menos para que se escurriera.
Nunca imagine algo así pero siempre he sido muy cautelosa, así
que cuando decidí mudar mis cosas a la cajita “feliz” la reforcé con cartón
grueso y coloque hasta abajo los vestidos que no usaba o que no me gustaban
mucho. Le dije a mi hermana que si podía ir por un poco de agua limpia al
primer piso para limpiar unas carpetas, y en lo que subió, enseguida vi que no
todo estaba perdido, se habían mojado unos cuantos vestidos, se percudieron
algunos documentos y revistas que tenía, y de verdad como lo digo, solo porque
había una amistad, pero estaba encabronada con el vigilante. Terminamos algo
tarde, deje apartada la caja de su vista y de las miradas que se postrarían en
la oficina el día siguiente. Ya en la mañana solo había que recoger algunas
cosas que ya no pude hacer la noche anterior, lo único malo que tuve que
quedarme algunas horas más para enjuagar mi ropa y colgarla momentáneamente en
espacios de la oficina, y al otro día llegar lo más temprano posible para que
nadie la viera en exhibición. Fue una semana ajetreada por estos
inconvenientes, perdí algunas cosas que aunque lave y talle con ahínco, no les
pude quitar las manchas. Algunos documentos personales también sufrieron daños
por lo mismo.
Una vez más analice las posibilidades para trasladar mis
pertenencias a otro lugar…¿las opciones? ¡muy pocas!. Definitivamente no
permitiría que sucediera lo mismo, está vez fue un “accidente” la próxima vez
podría ser algo más grave. Con la luz de la esperanza y el consuelo de un
después, Samara permaneció en esa caja varios meses más aguardando el momento
para “mudarse”.
Hubo un tiempo en el que me volví asidua lectora de una revista
que se llama “algarabía” que sale mes con mes y trata de diversos temas
relevantes, música, cultura, contemporaneidad, etc. Tengo mis lugares
preferidos, y con esta publicación también, me gustaba comprarla en ese puesto
de periódicos atendido por una señora muy gentil que posteriormente con el
trato y transcurso del tiempo paso a ser una buena amiga. Doña Juanita (le
decimos sus amistades), me conoció como a cualquier clienta que visita su
puesto, me recomendaba algunas revistas del mismo género, y entre compra y
compra nos hacíamos plática. Como cada mes llegue a su puesto para adquirir la
mencionada publicación pero ese día estaba cerrado. Es de los pocos puestos de
la capital que cierra hasta las ocho de la noche, por eso se me hizo raro que
siendo las cinco de la tarde ya no estuviera abierto. Me preocupe y al otro día
pase a la hora de la comida para saber qué había pasado con ella, me comento
que su esposo se había enfermado, y tuvo que quedarse a atenderlo pues sus
hijas no ayudan en mucho.
Al borde del llanto me dijo que se había gastado parte del
dinero con el que surtiría este mes, le comente “hay prioridades Señora
Juanita, hizo bien en emplear ese dinero en la salud de su marido, creo que
cualquiera estando en su situación haría lo mismo”. ¡Si pero! ahora que voy a
hacer…tú sabes que esto del negocio es así, si no le inviertes no ganas –me
dijo preocupada-. La verdad me dio mucha pena la situación de Doña Juanita, me
despedí diciéndole “Dios ayuda, no se preocupe”. En la noche no dejaba de
pensar en la situación por la que atravesaba mi amiga, y decidí echar mano de
mis recursos. No tengo mucho dinero, pero me gusta ayudar a gente que al igual
que está servidora, no tiene quién le preste.
A la tarde siguiente me presente con Doña Juanita y le obsequie
cuatrocientos pesos; de principio se mostró renuente y se negaba a
recibírmelos, pero le dije: “bueno vamos a hacer una cosa, se los presto ¡y
luego me los paga!”, tómelos por favor sé que le hacen falta y si bien no es
mucho dinero de algo él puede servir para no quedar mal con los proveedores.
Doña Juanita no tuvo más opción y los tomo prometiendo devolverlos a la
brevedad posible. Tengo muchos errores pero esa es una de mis virtudes que más
aprecio, pues ya no hay seres humanos que den sin esperar nada a cambio,
siempre que te entregan algo esperan sacar provecho de la circunstancia, o el
doble…no se asombren de porque la vida me trata bien, cada que puedo apoyo a gente que de verdad necesita.
Cuando apoyen háganlo de corazón sin esperar nada a cambio, y
por supuesto no donen a circos como el teletón, dénselo mejor a personas que
necesitan un apoyo ¡la vida les recompensará! Y así, transcurrieron los meses Juanita
insistía en devolverme el dinero, pero nunca se lo acepte, siempre que lo
intentaba le ponía un pretexto u otro hasta que desistió. Una tarde de abril
(por eso les comparto este relato en este mes) vi que Juanita cerraba como cada
tarde, el diablito donde trasladaba sus pertenencias, se veía algo pesado y me
acomedí a ayudarle.
No está muy lejos la bodega donde ella guarda sus cosas, de
hecho está a escasas cuadras del puesto. Para mi sorpresa está muy cerca de donde
yo vivo; al llegar me percate que era un espacio mediano, muy limpio. Me
agradeció el gesto y me fui para mi casa. Estuve toda la noche meditando, lo
que sucedió en semanas anteriores me puso a pensar, y concluí que le podía
pagar una pequeña renta a Juanita si me daba permiso de guardar mi caja en su
bodega. No sabía cómo decírselo, cuando pasaba a su puesto a comprar la
revista, se lo quise proponer infinidad de veces, pero la pena me cohibía y me hacía
desistir. Pasaron varios meses y navegando en internet llegué hasta la página
de mercado libre, estaba pensando en comprar una maleta grande pero creo que
llamaría mucho la atención, así que pensé en otra solución. Y así llegue hasta
los muebles que les denominan “minimalistas” me enamoré de un precioso baúl que
cumplía perfectamente con los requisitos de espacio. Solamente había un pequeño
inconveniente el baúl no tenía una cerradura para guardar celosamente las
cositas de Samara, y me di a la tarea de acordar con el vendedor un pequeño ajuste
al producto. Le comente que lo quería para guardar documentos en una oficina,
necesitaba una división en medio y una cerradura para que nadie pudiera hurgar
entre ellos.
Amablemente accedió y no me cobro tanto por las modificaciones, ya
solo era cuestión de esperar una semana para ir por el “baúl” donde Samara reposaría
pacientemente hasta la siguiente cita. Por esos días me toco mudarme de
trabajo, pues la empresa para la que laboraba estaba por fusionarse y era muy
probable que a muchos de nosotros nos rescindieran el contrato, no me podía dar
el lujo de quedarme sin empleo varios días o semanas, así que solicite un
permiso para ausentarme dos días y me lance a la aventura de buscar nuevos
horizontes. Por mi experiencia laboral me coloque en “iVoy” servicios de
mensajería instantánea, que recién se creaba, en ese entonces me quede con el
puesto de repartidora en motocicleta, posteriormente y gracias a mi esfuerzo
ahora estoy en el área administrativa.
El problema era justamente mi baúl, ¿a dónde trasladaría mis
cosas mientras decidía que hacer?, en ese momento la casa de la abuela no era una opción viable pues mi tío recién
llegaba, y pretendía quedarse por varias semanas. Me quedaba menos de una
semana para tomar una decisión precisa y contundente. No pude disimular mi
preocupación y al estar comprando la revista que adquiría cada mes con mi amiga
Juanita, ella me cuestiono: “¿qué tienes?, algo afligida le respondí que tenía
un problema no grave pero que no sabía cómo resolverlo. No me atrevía a decirle
de que se trataba pero pasa que, aunque no te ayuden a resolver la situación, el
que te escuchen y te puedas desahogar, automáticamente deshaces ese nudo en la garganta. Y así empecé
a comentarle mi situación, le dije que el problema que me agobiaba era ese, la
falta de un espacio para dejar mi baúl. Mi amiga además de ser muy buena gente
es muy discreta, en ningún momento me pregunto que tenía o que guardaba en el
baúl, simplemente me ofreció de la mejor manera su ayuda, “si quieres puedes dejar
tu baúl en mi bodega, ya no te preocupes más” –me dijo-;… cuando escuche esas
palabras sentí un alivio profundo…esas palabras me quitaron una tonelada de preocupación
de la espalda, ¡no sabía cómo agradecerle!
No quisiera molestarla Juanita, pero le voy a tomar la palabra,
pues me urge un espacio para mis cosas. Insistí en pagarle una pequeña cuota en
agradecimiento a su encomiable ayuda, pero no quiso aceptar. Por eso siempre lo
he dicho, lo que se siembra se cosecha, un día ayude a Juanita, y al siguiente
ella me estaba ayudando de la misma manera que yo la ayude: desinteresadamente.
Solo me marco un horario para introducir o sacar mis cosas que es de diez de la
mañana a ocho y media de la noche. Precisamente por eso se me dificulta cuando
me citan y quieren que salga tarde, por razones de discreción NUNCA me llevo mi
ropa a mi casa, cuido hasta los detalles más mínimos; y si salgo después de las
ocho de la noche del hotel, obviamente ya no tengo donde guardar mis cosas.
LES PRESENTO MI GUARDA ROPA:
En cuanto al lavado y mantenimiento de mi ropa, voy cada sábado (cuando
tengo ropa sucia) a casa de mi abuela que felizmente me recibe como cuando en
la infancia, para corresponderle la
apoyo con algunas labores de su casa, me pongo a barrer, trapeo, y
posteriormente lavo mi ropa en ese pequeño y discreto cuarto, coloco mi ropa
mojada y limpia en la secadora y ¡presto! en un par de horas voy camino a la
bodega de Juanita para abrir mi baúl y guardar mis pertenencias. Es mi pequeño
guarda ropa (provisional), lo sé… no es algo convencional pero está a mi
completa disposición, y sobretodo no tengo ese pendiente de que vuelva a
suceder lo mismo.
LES PRESENTO MI LUGAR DE LAVADO:
Así que cuando veas a Samara completamente ataviada en un
delicioso vestido entallado y lencería provocativa, recuerda que detrás de toda
esa maravillosa presentación hay un esfuerzo, dedicación y cuidado constante de
su figura, como lo he dicho y lo reitero yo soy travesti no por moda, no porque
me haya rechazado el sexo femenino, no porque no tenga que hacer, soy travesti
por convicción, me fascina vestirme, sentir esa suavidad de la ropa femenil
recorriendo cada parte de mi cuerpo, transpirar esa feminidad que vive
reprimida en mi cuerpo y que me reclama por salir a la luz ¡inmediatamente!.
Por eso me molesta demasiado cuando veo perfiles de chicas que
se “vuelven” travestis y se visten de una manera denigrante, deplorable y de
pena ajena. Precisamente por eso la gente nos cataloga de “vestidas” diciéndolo
de manera peyorativa, por chicas que se meten a este ambiente a “experimentar” (inclusive
algunos ya son casados) no por saberse femeninas, y todo lo que proyectan es
diferente y contrario a lo que es el travestismo. Demeritan el esfuerzo y
trabajo de las chicas que nos esforzamos por presentar una imagen femenina, detallada,
delicada, creo que no se vale, pero en fin…hay se los dejo de tarea, que tengan
ricos orgasmos, hasta el siguiente post.
Por cierto les tengo una sorpresa para mañana día del niño,
¡estén pendientes! Los quiero chicos!!!.
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