Habían
pasado cerca de dos meses después de aquel encuentro tan maravilloso y frenético
entre esa estoica y firme estatua de caoba y esta servidora. Pensé que con ese
encuentro liberaría mis deseos internos, pero sucedió todo lo contrario, más
que calmar mis ansias, despertó con más ahínco, esa loba en celo que cohabita
dentro de mí deseosa de caricias y sexo. Hacer el amor se ha vuelto tan
importante para mí, es un complemento magnifico que motiva mi vida, me
atrevería a pensar que es una necesidad, casi como comer o ir al baño, dejar de
hacerlo simplemente sería imposible. Así que para seguir motivando mi alma,
estaba planeando otro encuentro delicioso con aquel hombre de acero, pero mis
posibilidades económicas me alejaban cada vez más de dicho evento.
De
hecho, me hace falta liquidar una parte del préstamo que sirvió para llevar a
cabo este placentero encuentro; adquirir otra deuda sin liquidar la anterior
nunca ha sido mi estilo, precisamente por esa razón la gente se endeuda y se
vuelve impagable la situación. Así que simplemente desistí de la opción y no me
quedo más remedio que ir a mi baúl y consolarme de nueva cuenta con mi delicioso
dildo de veinte centímetros que está a mi completa disposición; sin pagos
extras, sin pretextos, sin horarios, siempre firme y más que listo para
penetrarme hasta el último rincón. Aunque si lo confieso, la frialdad y el
silencio de aquel dildo, NUNCA se va a equiparar a las caricias ardientes, a
los besos pasionales, al sudor resbalando y recorriendo cada rincón del cuerpo
que te provoca tú pareja, para todas esas sensaciones placenteras
definitivamente no hay ni habrá sustituto.
Seguía
sin noticias de mi nene, la espera se estaba volviendo muy larga, el reloj
seguía marcando las horas sin piedad. Todavía tenía la esperanza de encontrar
una nueva cita en ese portal al que me había inscrito hace dos años para una
cita directa, y lo tenía que hacer antes de que cerrara sus puertas
permanentemente, si… ¡permanentemente!, no sé porque razón esa red que en una
época tenía muchos usuarios, se fue quedando poco a poco con perfiles vacíos y
por ende sin nada que ofrecer. Aún, pude leer algunos de los mensajes que me
escribieron algunos chicos que pretendían una cita con esta servidora.
Lamentablemente no habían leído mi perfil completo y me citaban en días y horas
que por mi trabajo, me es imposible comprometerme. Casi a punto de rendirme y a
unas horas de que el sitio cerrara, alcance a leer un mensaje de uno de los
chicos por el que justamente me inscribí a dicha red; ese hombre maduro de
aproximadamente sesenta años, del que ya les conté en alguno de mis relatos. La
fecha del cierre definitivo de esa red social aparecía cada vez que te
logueabas para chatear, leer mensajes o interactuar con algún miembro, así que no se me hizo raro que este señor me
escribiera con fines de cita, antes de que ya no me pudiera enviar un mensaje
por ese medio.
Le alcance a contestar justo antes de que la página cerrara, sin
embargo creo que ya no leyó mi mensaje pues no recibí respuesta. No sé qué pasa
con este señor, de repente me manda mensajes, me incita y cuando le contesto
simplemente se “desaparece” dejando el deseo a flor de piel. Me desconcierta su
actitud, es como si fuera un señor maduro en apariencia, pero un adolecente incauto
e indeciso al momento de decidir. Me
quede con su correo y número telefónico, por si se llegaba a repetir la cita,
pero como se los narré anteriormente ya no tuve contacto carnal con él. Le
envié un mensaje de correo electrónico al siguiente día, para hacerle saber que
había leído de sus intenciones, pero otra vez no contesto. Ya tiene cerca de un
mes que le di contestación a su recado, pero sigue empecinado en su actitud, la diferencia es que está vez no
insistiré más. Esperando su llamada me quede, esperanzada y con las ansias de
besarlo, mimarlo y abrazarlo…hasta que el olvido se hizo presente y por
fin…deje de pensar en ese bello recuerdo. Afortunadamente mi tiempo ya no es su
tiempo, ni mi cama su cama, conteste su mensaje por mera cortesía, sinceramente
no esperaba más de él. Quizás creyó que le iba a insistir, como lo he dicho
siempre: chicas hay muchas (infinidad), una cita placentera, discreta,
caliente, sin ataduras y con la posibilidad de ser amigos….solo UNA y esa por
supuesto te la ofrezco YO. Lamento mucho su decisión pero no lo voy a estar
esperando toda la vida, creo que no sería justo para mí. Y así, una a una de
las propuestas entre ellas la de este caballero indeciso, se fueron desvaneciendo,
quedándome igual que al principio…¡sin opciones!.
Increíblemente
el sitio de “romancesecreto.com” funciono por algunas horas más, había un
pequeño chat para despedirse; me daba un poco de nostalgia, pero era algo
ineludible. La página desapareció de la web el quince de abril del presente
año, y con ello mis posibilidades de conseguir una cita candente (por lo menos
eso creí en esos días que le secundaron a dicho evento). Los mensajes con
propuestas o invitaciones implícitas a través de Facebook cada vez son más, sin
embargo he tenido que verme en la necesidad de desechar el 95% de ellas, algunas
por la actitud que tienen ciertos usuarios de esta red sobre todo cuando
pretenden una “cita exprés” o bien me quieren presionar y disponer de MI tiempo como si estuvieran
contratando los servicios de una “escort”, otros más que me escriben de manera
“desesperada” y aspiran a una cita con un simple mensajito que diga “hola…¿cogemos?”
pensando quizás, que saldré corriendo a su cama con una “propuesta” vacía
(claro si es que a eso se le puede considerar propuesta), sin saber a ciencia
cierta quién me escribe de otro lado del computador. Hay otros chicos que desperdician
el tiempo pidiendo fotos, o con platicas que son como un circulo aburridas y
sin objetivo, en vez de aprovecharlo en una buena charla para intercambiar ideas,
gustos y afinidades, para que justamente… ¡se dé el encuentro!
Además
de los chicos también me escriben chicas travestis…pero pues que les digo; ya
saben que mí NO es
definitivo. Sorprendentemente y al ver mi negativa, se atreven a decirme “si
quieres me visto como chico y me das una cita”… ¡así! ¿¡pueden creerlo!?,
cambiando de manera extrema y como si fuesen mutantes. Eso no quiere decir que
no respeto la sexualidad y preferencias de cada persona, por el contrario, ¡me
da gusto saber que haya una diversidad que cada día va ganando más terreno!, es
solo que yo tengo convicciones y congruencia con lo que digo y hago.
Lo
sé… ¡tampoco soy una monja!, pero tomo mis precauciones (de seguridad y de
salud) antes, durante y después del sexo, no me relaciono con “cualquiera”,
TAMPOCO me da lo mismo una persona que otra, tengo una convicción inamovible y
no pretendo modificar mi esencia y pensamientos a conveniencia. Son más de quince
años cultivando mi figura, cuidando cada detalle, mejorándola y haciéndola
crecer día a día, cada vez que una chica travesti me ofrece “mutar” para estar conmigo, es como si
pretendiera que yo renuncie a mi “esencia”, ¡a lo que soy!; definitivamente NO
estoy de acuerdo, no suelo traicionar a la gente, mucho menos ¡a mí misma!
Apartándome
un poco de esta red social, me inscribí a twitter con el firme deseo de
encontrar a ese chico que reviviera esas sensaciones carnales en mi cuerpo, ser
nuevamente presa del deseo y dejarme llevar por la pasión. No lo niego, al
llegar a esa red social fui bien recibida, en seguida se sumaron muchos
seguidores, no así con las propuestas, la más cercana fue la de un chico de
treinta y siete años, que al parecer tenía todo, lamentablemente nunca leyó
bien mis mensajes, ya para cuando él se había decidido yo… ¡había encontrado la
cita tan anhelada! que, a continuación se las detallo.
Regrese
a Facebook, pues no me quedaron más opciones, a pesar de todo soy una chica que
no generaliza ni piensa que todos los chicos son cortados por “la misma tijera”
pues para mi cada ser es único e irrepetible. Lo que sí, es que siempre tuve
preferencia por los chicos maduritos (de treinta y siete a cincuenta y nueve
años), NUNCA le había dado la oportunidad a un chico menor a mí, y no porque dudará
de sus capacidades sexuales, por el contrario me imaginaba que estar con un
chico de edad joven, también sería una deliciosa y placentera experiencia, pero
cada chico que me abordaba, dejaba ver su inmadurez y falta de comprensión;
situación que me hacía caer una y otra vez en los brazos de caballeros maduros.
Aunado a eso, los chicos jóvenes son impredecibles, el deseo se les puede salir
de las manos y el resultado no siempre puede ser satisfactorio.
Tampoco
se los voy a negar… ¡la verdad es que si se me antojaba coger con alguien más
joven que yo!, de hecho si les soy sincera era otra de mis fantasías reprimidas,
mi subconsciente siempre lo supo, ese deseo por compartir la cama con alguien
menor que yo y entregarme a él… ¡con mucha pasión! Sin embargo la fantasía se
reprimía, no la había podido llevar a la realidad y no por falta de ganas, más
bien por la mentalidad de los chicos de hoy, de repente mi madurez se vuelve incompatible con el
comportamiento de adolecente que aún suelen tener a los veinticuatro,
veinticinco años. Como lo dije, evitaba el contacto con jovencitos, más no
descartaba completamente la idea, y gracias a esto es que conocí a un excelente
joven que hoy se puede dar el lujo de citarme para hacerme su puta.
Cristian
(como se hace llamar en Facebook) es uno de mis files lectores, de hecho en
estos momentos debe estar leyendo este relato (bueno eso espero), pues se lo
prometí. Cristián me dejo un mensaje “inbox” a través de Facebook un veintidós
de diciembre de dos mil quince; era un mensaje breve pero preciso, fue
verdaderamente un placer leer sus halagos y saber su interés no solo por mis
relatos, sino también por esta servidora. Rápidamente capto toda mi atención
pues no era el típico mensaje que pregunta lo que es obvio, no perdió el
tiempo, ¡fue directo pero cauteloso! La verdad me emociona que alguien me
escriba para agradecerme u opinar de algo que les comparto, eso quiere decir
que hay alguien que se toma el tiempo para dedicárselo a está servidora, y eso…
¡no tengo como pagárselos!...definitivamente es muy grato, mil gracias.
Intercambie
algunas ideas con él cuando leí ese mensaje, me comento que también escribía,
prácticamente que éramos “colegas”; ¡fueron tan amenos y cordiales sus mensajes
que sin notarlo nos fueron acercando!, era muy probable que la barrera virtual pudiera
ser derribada. Me envió un último mensaje ese mismo mes de diciembre; y
sorprendentemente se ausento una larga temporada, ignoro el motivo o las
causas, pero perdí contacto con él. Pasaba el tiempo, se me hacía extraño que
ese chico me dejará de escribir, sobretodo porque mostro un deseo genuino hacia
esta servidora. No se me hizo raro del todo pues hay chicos que me escriben un mensaje
o dos “invitándome a coger” y como ven que sus dos mensajes no son suficientes,
se desesperan y me dejan de escribir. Lamentablemente uno o dos mensajes no
bastan para saber quién está del otro lado de la red, mi integridad está
primero y obviamente no le puedo dar entrada a cualquiera, se los he dicho no
es muy difícil llegar a mi cama, pero con uno o dos mensajes no lo van a conseguir,
eso sí se los anticipo. Quizás no me lo va a creer Cristián pero estuve
pensando en él. No le escribí porque tampoco me gusta ser insistente, no me
gusta forzar la situación, cuando todo se da de manera esporádica es muchísimo
más delicioso. Siguieron pasando los días, las semanas, los meses, poco a poco
fui perdiendo la esperanza de volver a entablar contacto con él. Creo que se
había marchado para no volver y definitivamente al saber que era un hecho, me
provocaba tristeza y nostalgia, ¡pero estaba resignada a no saber más de él!
Mensajes
iban, mensajes venían y mi cita no llegaba. Mi nene me pidió el mes de abril
como plazo para solucionar sus inconvenientes, y era obvio que esa opción no
sería viable de momento. Todavía mi cama se sentía sola, todavía anhelaba sus
besos, su calor, esperando su regreso. Se dice que una espina saca otra espina,
pero para lograrlo se necesita, alguien verdadero (además de discreto y
comprensible) y no encontrarlo me producía cierta desesperación.
Algo
increíble sucedió el doce de abril (de este año), un nuevo mensaje de Cristián
estaba por darle un giro a mi vida. Como si se tratará de magia, ese chico
enigmático apareció de la nada, justamente así como se había ido, un buen
día…¡volvió!. Había regresado con la intención de compartir mi cama, la sutileza
de sus mensajes y su comprensión hacían que mi colita se derritiera por él. Las
palabras fueron tomando más fuerza cuando marcamos una fecha para el encuentro,
definitivamente no podíamos esperar más, ¡ya había pasado mucho tiempo! En
mensajes subsecuentes le comente la mecánica del encuentro, ya solo faltaba
afinar algunos detallitos que disiparíamos en días siguientes. De momento, hubo
un pequeño inconveniente por parte mía que, hizo prolongar por una semana más
la cita. Contrario a lo que esperaba, Cristián se mostró extremadamente
comprensivo, de hecho me hizo pensar que tenía unos treinta y cinco, treinta y
seis años por la manera en que se comportó. Parecía que eran “pruebas” que nos ponía el destino, pequeños obstáculos
que se vencen mejor en pareja. Su TOTAL y ABSOLUTA comprensión, así como su
CABALLEROSIDAD fueron pilares para concretar esta cita.
Venía
la prueba de fuego más grande para los dos, y digo que fue para ambos porque,
por un lado Cristián pudo desistir, y yo quedarme igual que al principio (o peor
porque ya estaba MUY ilusionada con el encuentro). Ese sábado tuve un pequeño
accidente que me mantuvo incomunicada de mis redes sociales, afortunadamente
solo fueron cosas materiales, y aunque quede algo endeudada (más de lo que ya
estoy) relativamente todo salió bien. Por lo mismo, no pude concretar la cita,
de hecho ese sábado pretendía explicarle la mecánica, pero ni tiempo tuve de
mandarle mensaje. Me fue imposible comunicarme con Cristián todo el fin de
semana e inclusive el mismo lunes para explicarle, todavía tenía algunos
pendientes derivados de este problema que me mantenían sumamente ocupada.
No
fue sino hasta el día jueves que a través de twitter, les manifesté las causas
de mi ausencia, en un mensaje breve y para callar algunas especulaciones les
escribí. Está vez era mucho pedir, ya eran dos veces las que se cancelaba la
cita (era mi culpa pero por situaciones fortuitas), no sé pero imaginaba que
ahora si Cristián desistiría completamente de la cita. El viernes me logue a
Facebook esperando encontrar mensajes reclamándome mi ausencia, sobretodo de
él, pero una vez más estaba equivocada y doblemente. De principio porque
Cristian me había escrito COMPRENDIÉNDOME a la perfección por el problema que
esta atravesando, y segundo me sorprendió una vez más pues ¡apenas tiene
veinticuatro años! ¡Woww!, me quede con la boca abierta.
Otros
chicos por menos que eso (sobre todo de su edad) me han reclamado insinuando
que son “pretextos” para no concretar por mi parte, la cita. Inmediatamente le
escribí para hacerle saber mi gratitud por su invaluable comprensión y que
muestra de mi interés le daba una nueva fecha para el encuentro, ¡él estaba muy
emocionado! y está servidora estaba que no cabía de la felicidad, prácticamente
estábamos a dos días de conocernos físicamente. No sentí tanto nerviosismo, su
comprensión me hizo bajar un poco la guardia, cosa que no acostumbro con
personas que no conozco, pero él me daba mucha confianza.
Ahora
si pude comunicarme con él, a través de mensaje de correo electrónico para
explicarle la mecánica de la cita. Está vez pasaron los días muy rápido, sábado
y domingo se me fueron como agua entre las manos, quizás el destino ahora si
sería nuestro cómplice, después de habernos puesto demasiados obstáculos, ¡por
fin se convertiría en nuestro aliado! Tuve contacto con Cristián el día lunes
(unas horas antes), para avisarle la hora del encuentro, ahora sí teníamos un
pacto… ¡con nuestros cuerpos lo sellaríamos!
Los
lunes y los martes son días en los que me puedo desentender de mis actividades
un poco antes de mi salida habitual, puedo compensar ese tiempo viernes y
sábados. No suelo hacerlo siempre para no abusar e impedir que está libertad de
horario me sea coartada. Como ya tenía tiempo que no echaba mano de esta
ventaja, me permití usar ese lunes para darle rienda suelta a mis deseos carnales, una buena cogida que
venía buscando desde hace varias semanas. Así que acomode mis cosas, cerré mi
sesión en el sistema y me salí de la oficina para encontrarme con mi destino.
El
transcurso para mi sorpresa fue mucho más rápido de lo de costumbre, tal vez el
dichoso “hoy no circula” no esté funcionando para bajar los índices de
contaminación pero si está bajando el aforo de automóviles y eso hizo que mi
trayecto fuera breve. Llegué al punto acordado, y espere un par de minutos,
sonó mi teléfono y era él ¡Cristián!, me marcó para avisarme que sería probable
su retraso, “estaré media hora más tarde de la hora pactada” –me dijo-, ¡no te
preocupes corazón! con calma que yo te espero –le respondí con mucha
tranquilidad. Era más que obvio que lo iba a corresponder de la misma manera
que él lo había hecho conmigo, Cristián me espero más de dos semanas, ¡media
hora sería prácticamente nada!
Sentí
la sensación de que no iba a llegar, no sé porque pero por un momento esa idea
cruzo por mi mente, quizás fue porque esos minutos se me estaban haciendo muy
largos y tediosos, y como bien dice el dicho la ociosidad no es buena
consejera. Me puse a escuchar música en mi celular para hacer más llevadera la
espera. Creí que se tardaría más de lo previsto pues en esta Ciudad es difícil
llegar a tiempo. Antes de lo que me imaginaba ahí estaba….un chico robusto,
joven, pero decidido. Lo salude con un cálido beso en la mejilla pero él, me
tomo de la cintura y me planto un beso en la boca que me tomo por sorpresa; a
decir verdad ¡me encanto!
Le
hable y se sorprendió por mi voz; hay mucha gente que aún no cree que tengo un
timbre de voz muy similar al de una chica biológica, situación que ya les
platique también en algún relato. Ya en la habitación sus ojos me miraban
lascivamente, y se postraban sobre mi cuerpo cual cazador esperando a su presa,
ese vestidito rojo que delineaba mi figura, delatando mis pronunciadas nalgas.
Repentinamente me tomó de la cintura con sus fuertes brazos, su excitación hizo
blanco en mi cuerpo, y su boca se postro sobre la mía fundiéndose en un beso
húmedo y profundo. Caímos directamente en el colchón de esa habitación del
placer, intercambiando el deseo que transpiraban nuestros cuerpos.
Tomo
mis manos y las colgó de su cuello mientras me besaba, no me atreví a pronunciar
una sola queja. Era su momento….¡nuestro momento!. Yo sonreía y gozaba con sus
deliciosos besos y esas caricias que estaban a punto de arrancarme el vestido.
Su mirada despedía una picardía muy provocadora. Cristián es de estatura media,
casi diríase alto, fornido, de cuerpo grueso, piel blanca, barba poblada muy
poblada, cabellera oscura de chinos, esos chinos que mis manos acariciaban con
mucha pasión.
Le
pregunte su edad y me contesto muy seguro: “tengo veinticuatro años”, estaba
atónita ante semejante caballero que a pesar de su corta edad tiene una
mentalidad muy madura, pero sobretodo sabe tratar a las mujeres, conducirlas y
seducirlas. Tras esa pequeña pausa Cristian no desaprovecho el momento para
hacerme saber su deseo por estar conmigo, por hacerme su mujer. Su cuerpo
despedía un olor agradable, a limpio… se ve que es muy cuidadoso en su persona y
sobretodo atento. Sobre la cama, me arrojó como un bulto en tanto, con su
rostro curioso, esperaba mi respuesta. Yo me concreté a sonreír festejando el
encuentro. Sin quitarme la mirada de encima, como si estudiara mi reacción para
que yo no huyera, o tal vez para medir mi sorpresa, se despojó de su ropa de
manera apresurada. Puso parte de su ropa en la mesa y otra parte cayo
precipitadamente al piso.
Tenía
los ojos de fuego; acto seguido se acercó a mí con lujuria. Su deseo se
desbordaba por sus ojos y lo pude sentir tangiblemente en ese rico arrimón que
me dio al estar detrás de mí. Su pene estaba durísimo, más que listo para
cabalgar mis entrañas. De igual manera, comencé a desprenderme de aquel suéter
negro de encaje con botonadura plateada. Con rapidez Cristian se acercó a mí, y me ayudo a
despojarme de la prenda. Por instantes, creí estar soñando un sueño muy
bello….sus caricias interrumpieron mi pensamiento, coloco su pene en mis nalgas
dándome otro arrimón, pero esta vez sin la trusa que me impedía verlo, su
mirada despedía una excitante fiebre lujuriosa.
Así iba vestida el día del encuentro les comparto las fotos
¿Cuánto
tiempo habría esperado este feliz encuentro desde los días previos y
posteriores a los inconvenientes que tuve, durante los cuales ni siquiera habíamos
tenido la oportunidad de tomarnos de la
mano? Yo también, ¡lo confieso!... lo había deseado ansiosamente. De pronto se
detuvo, me contempló por unos instantes. Yo permanecía inmóvil. Nos mirábamos,
esperaba que él se acostara a mi lado, me besara, me tomara en sus brazos, me
acariciara y me hiciera más fácil el tránsito hacia su cuerpo que yo jamás
había conocido. Poco a poco. ese vestido rojo resbalo por mis curvas hasta caer
en la alfombra de la habitación, dejando al descubierto mi delicioso cuerpo ataviado
solo por esa lencería de color rojo con negro, que indudablemente ¡incitaba al
placer!. Cristián no soporto más y coloco el condón en su pene, observe la
escena, no había más que entender, era lógico que el minuto exacto de ser su
mujer…¡había llegado!.
Coloque
un poco de lubricante en la entrada de mi cálida y estrecha colita que ya
esperaba ansiosa sus embestidas. Le puse un poco más en el pene de Cristián que
estaba ansioso por hacerme suya. Poco a poco, y centímetro a centímetro pude
sentir ese falo deslizándose por mis entrañas con gran asiduidad. Con una
cabalgata lenta, me tomo de la cintura para introducir todo su delicioso pene
por mi colita que para esos momentos, ya estaba más que lista para comenzar a
saborear esas deliciosas estocadas. Me repitió lo deliciosa que estaba, todo lo
que le gustaba mi tersa piel blanca, mis labios que devoraría a besos. Me
resultó imposible seguir viéndolo a la cara, clavé la mirada contra toda mi voluntad
en el piso y exclame unos gemidos de placer, que para esos instantes se estaba
apoderando completamente de mí. Cristián permanecía ahí, de pie, endiosado, embistiendo
mis nalgas con gran destreza, sudando pero con un rictus de felicidad que lo
motivaba a penetrarme fastuosamente
¡Dios!
…¡sí que lo necesitaba!, esa deliciosa sesión de sexo desenfrenado ya no era un
sueño, era una magnifica y placentera realidad. ¡Cuánto disfruté el apetito
feroz que Cristián sentía por mí!;… mientras tuviéramos ese deseo brutal,
habría pasión para rato. Cambiamos de postura, me acosté boca abajo y Cristian
se subió arriba de mí para seguir disfrutando de mi cuerpo. Me besó, me besó
los hombros, la espalda y el cuello. Me hacía estremecer cuando su aliento de
fiera en celo se introducía en mis oídos llenos de palabras prohibidas que él pronunciaba
para soltarme, animarme y hacer que me entregara a él sin pudor alguno.
Cuando
el macho se montó encima de mí, gemí de placer, me retorcí resultado de aquel
cúmulo de sensaciones agradables que emanaban de mi cuerpo, el sudor resbalando
por cada rincón de mi cuerpo delataba el placer que no pude decir con palabras.
Esas palabras soeces motivaron mi deseo de amar, las caricias rendían mi ser
entregándome a él sin inhibiciones.
Cuando me di cuenta de que éramos uno, y
que aunque no nos habíamos presentado formalmente hasta ese momento, Cristián ya
cabalgaba por los cielos montado en una potranca pícara, unos años mayor a él.
Esa ternura en su mirada, hablo sin decir palabras, me envolvió en algo ¡tan
bello!, ¡me lleno de alegría!. ¡Cógeme papi, cógeme! –exclamé con la voz entre
cortada de tanto amar-, “dime que eres mi putita, dímelo” –exclamo Cristián con
voz de mando”-; se lo dije: soy tu putita papi, cógeme rico, cógeme duro, así,
así…mmm, no pares, ¡ahh!...un fuerte
gemido involuntario interrumpió las palabras que le dirigía a mi macho.
¿Te
gusta mami? –me pregunto-, me encanta corazón, tienes un camote delicioso
–respondí mirándolo lujuriosamente-. Este macho tiene un aguante infinitamente
delicioso, no conocí un amante (hasta ese momento) que no se viniera; no les
presumo pero a mi colita le dicen la “ordeñadora”; sus paredes cálidas aunado a
esos deliciosos apretones que da, ha visto caer a varios miembros sedados de
tanto placer, increíblemente este no era el caso, parecía como si acabáramos de
empezar la relación sexual. Cristián sudaba, gozaba, (al igual que una
servidora) pero lejos se veía, de que su leche fuera a resbalar por mis nalgas.
Aposte
mi última carta, (pensando en hacerlo venir deliciosamente) cambiamos de
postura tomando la iniciativa de ser la vaquerita que lo dejará sin leche; ¡acepte
el reto!, modificando un poco mi técnica, le daría unos apretones endiablados,
y unos sentones magníficos, que no podría resistirse. Y así fue, se acostó boca
arriba, coloque su pene en mi ano y lo inserté hasta el fondo de mi corazón.
Con ansia loca empecé a cabalgar a ese macho de hierro al cual, mi colita no
había logrado sacar ni gota de leche, mi ano estaba desafiando a ese falo que
parecía de acero, resistiéndose a entregar todo su semen.
Fue
así como me prepare, entre el hormigueo rico y la excitación impregne el doble
de lo que entrego en cada relación, en cada montada le dejaba caer todo mi peso
estrepitosamente y sin piedad, cada bajada contraía mis paredes anales como
nunca antes; “dale vaquerita dale”- me decía emocionado. Yo por mi parte,
gemía, disfrutaba de aquella escena, que se podía reflejar en el espejo de
aquella habitación. Lo monte por varios minutos, incluso me pregunto si ya me
había cansado, le respondí que no de manera desafiante, no estaba dispuesta a
dejarlo ir sin la leche que tanto esperaba. Parecía que la “terapia intensiva”
estaba dando resultados, Cristián sudaba, gemía, y en ocasiones me daba unas
certeras nalgadas que terminaban por excitarme más.
Poco a poco fui acelerando
el ritmo de la cabalgata, esperando ese triunfo tan anhelado que sería ver el
condón reventando de leche.
No
sé cuántos minutos pasaron pero la postura me estaba agotando, después de varios
minutos de placer, escuche el ruido de la televisión; era ineludible… y aceptando
mí derrota le propuse un cambio más de postura. Está vez mi colita se topaba
con un monstruo de la misma magnitud que ella, POR PRIMERA VEZ mi última carta estaba siendo desvanecida y
derrotada por aquellas estocadas firmes y retadoras que mi macho me propinaba. Al
parecer su delicioso miembro estaba ganando esta batalla de amor. El marcador: Cero
puntos para mí, varios puntos para él. Deje
a su libre decisión la siguiente postura; ahora sería yo quien estuviera boca
abajo, su falo incansable penetraría por enésima vez mis entrañas. Estuve a
punto de pedir un descanso, pero mi deseo es incontrolable, una vez que lo
provocan no tiene límites. Mi cuerpo se estaba cansando más no mi colita de
fuego.
Como
macho en celo, llego hasta mi cálida entrada para cubrirla una vez más, coloco
su pene incansable, y tomándome de la cintura me lo dejo ir con fuerza hasta el
fondo de mis entrañas, mientras tanto mis piernas descansaban en sus hombros, Cristián
me miraba con pasión, saciando su apetito sexual desmedido, y yo… ¡abriendo las
piernas para que él me poseyera completita, con una actitud lasciva, comportándome
como la puta que soy; haciendo que mi libido sustituyera la razón, saboreando
de ese absoluto y delicioso sexo, todos mis pensamientos se concentraban en él.
Estaba
siendo tan placentero y delicioso ese encuentro que no me di cuenta que la
diminuta tanga que Cristian hizo a un lado para penetrarme, me estaba
lastimando; aun así mis nalgas seguían soportando estoicamente y sin rendirse
aquella cabalgata que para ese momento no tenía fin. Estuvimos largo tiempo en
esa postura hasta que mis piernas se “durmieron”. Tuve que pedirle un cambio
más para relajar mis extremidades, que además de cansadas ya no las sentía de
tanto amar. Muy comprensivo me dijo que si, ansioso por colocar su pene en mis
entrañas como si fuera un imán, se acomodó detrás de mí en la clásica postura
“de ladito” y me penetró con pasión con movimientos candentes y circulares.
Seguí su ritmo apretando su miembro con mis paredes anales, ya no había mucho
camino por recorrer pues a casi ¡dos horas de estar siendo penetrada!, ese SEXO
INTENSO…¡ estaba rindiendo mi ser!
Me
impulsó agarrando fuertemente mi trasero y lo abrace con mis piernas para
clavarme en su miembro portentoso.
Mis manos se aferraron a su cabello,
mientras su lengua traviesa recorría mis hombros, y mi cuello….esos me fascina
corazón –exclame con pasión-, fue entonces cuando Cristián continuó comiéndose
mis delicados hombros y cuello, con más fuerza. El oír su voz, mirar su cara y
sentir su piel, es una sensación incomparable e irrepetible. Me encantaba estar
entre sus brazos siendo su mujer, ¡su puta!…¡su todo!, mi cuerpo se rindió,
dejo de exclamar suspiros y jadeos, y no porque no quisiera, mi humanidad
estaba exhausta de tanto amar, cansada de recibir tanto amor.
La
intempestiva penetración y el sudor humectando nuestros cuerpos, aunado a esas
deliciosas manos que recorrían mi espalda y nalgas con desesperación revivían
por momentos mi pasión. Sus manos inquietas bajaron mi corset dejando a su
merced mis pequeños pechos, por supuesto para esos momentos mis pezones estaban
durísimos, ¡como piedras! Su boca llegó hasta ellos chupándolos de manera
increíble, me seguía sorprendiendo de donde sacaba tanta pila este chico. Mi
culo punzante por la deliciosa explosión que mi macho me asestaba, en cada
empujón me aferraba con la convicción de hacerlo venir, aun sin perder la
esperanza todavía; me seguía entregando a él con mucha pasión, por su parte su
boca seguía sellando con besos provocativos y candentes toda mi espalda, su lengua recorriendo mi oído y
hombros me provocaban los últimos espasmos de placer, se dio cuenta de mi
reacción y para hacerme más vulnerable, continuó brindándome ese placer que
parecía infinito
Su
pecho caliente y sudoroso goteaba en el mío, y aproveche el momento para beber
su emulsión salada, fragante…parecía que por fin se rendiría. Tomo un breve
descanso para que le chupara su miembro, me dijo “yo no la tengo tan grande
como la del negro que te cogió la última vez, pero está rica”. No había duda,
estaba deliciosa esa verga incansable, que ya no sabía de qué manera hacerla
venir, mi lengua esmaltaba su tronco rígido y surcado por las venas que
mostraban su poderío. No sé si fue mejor o peor, pero darle sexo oral solo hizo
que su pene se volviera a inflamar, a inyectarse de sangre. Interrumpí el
consentimiento oral para sentirlo en mi ser, bastaron unos breves minutos para que
se recuperara, y nuevamente ¡el deseo se hizo presente! Su pene se deslizaba
como mantequilla hasta topar con las paredes de mi esfínter. Cerré mis ojos
disfrutando de ese mágico momento.
Después
de una mirada a mi frenesí, arremetiendo en su falo, me observó contemplando el edén de mi cuerpo
rindiéndose ante él, era un rostro sudado pero concentrado resollándose y en
taladrándome sin consideración. Me inquietaba la situación, no sé porque razón
no se “venía”, tal vez es de un aguante poco común, tal vez eran los nervios,
quizás me hizo trampa y se puso un retardarte…nunca lo sabré pues todavía
cuando me cabalgaba con mucha pasión y constancia le suplique para que se
viniera, me remordía la conciencia el hecho de que yo había experimentado dos
orgasmos y el todavía ¡ninguno!
Fruncía
el ceño deliciosamente, no me gusta hacer esto cuando el amor está en su apogeo
pero precisamente por eso les comento a todos mis amantes del tiempo del que
disponemos. Tuve que decirle que teníamos cinco minutos más antes de finiquitar
nuestra cita. Me afianzo muy bien de la cadera como si no me quisiera soltar,
como si quisiera vivir pegado a mis caderas,
yo más que nadie deseaba que ese momento fuera perpetuo, pero
desafortunadamente como la Cenicienta, tengo el tiempo medido.
No
tuve más remedio que recordarle la hora para que frenara su interminable
cabalgata. Me dio pena ponerle fin así de pronto pero una vez más se lo comente
“ya lo habíamos acordado”. Y como caballero que es, respeto el acuerdo sin increparme
y sin mayores inconvenientes. Se dirigió a la ducha para asearse, salió y
estuvimos platicando breves momentos en lo que se vestía. Tomo sus cosas, antes
de marchar todavía le dije: “no sé por qué no pude hacerte venir, hubiera sido
fantástico sentir tu leche resbalando por mi boca o pompas”…en fin.
Con
un gran beso nos despedimos, tome un poco de papel para limpiarle los labios,
pues mi labial se había quedado igual que mis caricias, ¡en su piel! No le
importo y me volvió a besar, se despidió de mí y me dijo que esperaba la fecha
para la próxima cita. La primera cita puede ser “debut y despedida” o bien la
confirmación de un sexo delicioso que se puede repetir cuantas veces podamos. Y
no lo digo solo por el también hablo de mi desempeño en la cama.
Afortunadamente pasamos la prueba, y en estos momentos estamos planeando ya lo
que será el segundo encuentro, cuerpo a cuerpo piel a piel, esperando que en
está ocasión pueda venirse como nunca antes…no me pierdo la oportunidad de
probar por segunda ocasión de este SEXO INTENSO, ¡que tengan ricos orgamos!,
nos leemos en el siguiente relato.
comadre te felicito...que envidia..me vine como tres veces...y el tipo ni una...que chulada...comadre. te quiero y admiro..eres super genial..y no nos dejes y danos mas..no como tu galan en turno..ya que ni nos podremos sentar en un buen tiempo..cuidate y escribeme para saber mas de ti. tqm..y bye.
ResponderBorrarchico suertudo.
ResponderBorrarte ves mas delgada; bien por ti.