Vistas a la página totales

jueves, 19 de mayo de 2016

Sexo...¡INTENSO!



Habían pasado cerca de dos meses después de aquel encuentro tan maravilloso y frenético entre esa estoica y firme estatua de caoba y esta servidora. Pensé que con ese encuentro liberaría mis deseos internos, pero sucedió todo lo contrario, más que calmar mis ansias, despertó con más ahínco, esa loba en celo que cohabita dentro de mí deseosa de caricias y sexo. Hacer el amor se ha vuelto tan importante para mí, es un complemento magnifico que motiva mi vida, me atrevería a pensar que es una necesidad, casi como comer o ir al baño, dejar de hacerlo simplemente sería imposible. Así que para seguir motivando mi alma, estaba planeando otro encuentro delicioso con aquel hombre de acero, pero mis posibilidades económicas me alejaban cada vez más de dicho evento.

De hecho, me hace falta liquidar una parte del préstamo que sirvió para llevar a cabo este placentero encuentro; adquirir otra deuda sin liquidar la anterior nunca ha sido mi estilo, precisamente por esa razón la gente se endeuda y se vuelve impagable la situación. Así que simplemente desistí de la opción y no me quedo más remedio que ir a mi baúl y consolarme de nueva cuenta con mi delicioso dildo de veinte centímetros que está a mi completa disposición; sin pagos extras, sin pretextos, sin horarios, siempre firme y más que listo para penetrarme hasta el último rincón. Aunque si lo confieso, la frialdad y el silencio de aquel dildo, NUNCA se va a equiparar a las caricias ardientes, a los besos pasionales, al sudor resbalando y recorriendo cada rincón del cuerpo que te provoca tú pareja, para todas esas sensaciones placenteras definitivamente no hay ni habrá sustituto.

Seguía sin noticias de mi nene, la espera se estaba volviendo muy larga, el reloj seguía marcando las horas sin piedad. Todavía tenía la esperanza de encontrar una nueva cita en ese portal al que me había inscrito hace dos años para una cita directa, y lo tenía que hacer antes de que cerrara sus puertas permanentemente, si… ¡permanentemente!, no sé porque razón esa red que en una época tenía muchos usuarios, se fue quedando poco a poco con perfiles vacíos y por ende sin nada que ofrecer. Aún, pude leer algunos de los mensajes que me escribieron algunos chicos que pretendían una cita con esta servidora. Lamentablemente no habían leído mi perfil completo y me citaban en días y horas que por mi trabajo, me es imposible comprometerme. Casi a punto de rendirme y a unas horas de que el sitio cerrara, alcance a leer un mensaje de uno de los chicos por el que justamente me inscribí a dicha red; ese hombre maduro de aproximadamente sesenta años, del que ya les conté en alguno de mis relatos. La fecha del cierre definitivo de esa red social aparecía cada vez que te logueabas para chatear, leer mensajes o interactuar con algún miembro,  así que no se me hizo raro que este señor me escribiera con fines de cita, antes de que ya no me pudiera enviar un mensaje por ese medio. 

Le alcance a contestar justo antes de que la página cerrara, sin embargo creo que ya no leyó mi mensaje pues no recibí respuesta. No sé qué pasa con este señor, de repente me manda mensajes, me incita y cuando le contesto simplemente se “desaparece” dejando el deseo a flor de piel. Me desconcierta su actitud, es como si fuera un señor maduro en apariencia, pero un adolecente incauto e indeciso al momento de decidir. Me quede con su correo y número telefónico, por si se llegaba a repetir la cita, pero como se los narré anteriormente ya no tuve contacto carnal con él. Le envié un mensaje de correo electrónico al siguiente día, para hacerle saber que había leído de sus intenciones, pero otra vez no contesto. Ya tiene cerca de un mes que le di contestación a su recado, pero sigue empecinado en su  actitud, la diferencia es que está vez no insistiré más. Esperando su llamada me quede, esperanzada y con las ansias de besarlo, mimarlo y abrazarlo…hasta que el olvido se hizo presente y por fin…deje de pensar en ese bello recuerdo. Afortunadamente mi tiempo ya no es su tiempo, ni mi cama su cama, conteste su mensaje por mera cortesía, sinceramente no esperaba más de él. Quizás creyó que le iba a insistir, como lo he dicho siempre: chicas hay muchas (infinidad), una cita placentera, discreta, caliente, sin ataduras y con la posibilidad de ser amigos….solo UNA y esa por supuesto te la ofrezco YO. Lamento mucho su decisión pero no lo voy a estar esperando toda la vida, creo que no sería justo para mí. Y así, una a una de las propuestas entre ellas la de este caballero indeciso, se fueron desvaneciendo, quedándome igual que al principio…¡sin opciones!. 

Increíblemente el sitio de “romancesecreto.com” funciono por algunas horas más, había un pequeño chat para despedirse; me daba un poco de nostalgia, pero era algo ineludible. La página desapareció de la web el quince de abril del presente año, y con ello mis posibilidades de conseguir una cita candente (por lo menos eso creí en esos días que le secundaron a dicho evento). Los mensajes con propuestas o invitaciones implícitas a través de Facebook cada vez son más, sin embargo he tenido que verme en la necesidad de desechar el 95% de ellas, algunas por la actitud que tienen ciertos usuarios de esta red sobre todo cuando pretenden una “cita exprés” o bien me quieren presionar y disponer de MI tiempo como si estuvieran contratando los servicios de una “escort”, otros más que me escriben de manera “desesperada” y aspiran a una cita con un simple mensajito que diga “hola…¿cogemos?” pensando quizás, que saldré corriendo a su cama con una “propuesta” vacía (claro si es que a eso se le puede considerar propuesta), sin saber a ciencia cierta quién me escribe de otro lado del computador. Hay otros chicos que desperdician el tiempo pidiendo fotos, o con platicas que son como un circulo aburridas y sin objetivo, en vez de aprovecharlo en una buena charla para intercambiar ideas, gustos y afinidades, para que justamente… ¡se dé el encuentro!

Además de los chicos también me escriben chicas travestis…pero pues que les digo; ya saben que mí NO es definitivo. Sorprendentemente y al ver mi negativa, se atreven a decirme “si quieres me visto como chico y me das una cita”… ¡así! ¿¡pueden creerlo!?, cambiando de manera extrema y como si fuesen mutantes. Eso no quiere decir que no respeto la sexualidad y preferencias de cada persona, por el contrario, ¡me da gusto saber que haya una diversidad que cada día va ganando más terreno!, es solo que yo tengo convicciones y congruencia con lo que digo y hago.
Lo sé… ¡tampoco soy una monja!, pero tomo mis precauciones (de seguridad y de salud) antes, durante y después del sexo, no me relaciono con “cualquiera”, TAMPOCO me da lo mismo una persona que otra, tengo una convicción inamovible y no pretendo modificar mi esencia y pensamientos a conveniencia. Son más de quince años cultivando mi figura, cuidando cada detalle, mejorándola y haciéndola crecer día a día, cada vez que una chica travesti me ofrece  “mutar” para estar conmigo, es como si pretendiera que yo renuncie a mi “esencia”, ¡a lo que soy!; definitivamente NO estoy de acuerdo, no suelo traicionar a la gente, mucho menos ¡a mí misma!

Apartándome un poco de esta red social, me inscribí a twitter con el firme deseo de encontrar a ese chico que reviviera esas sensaciones carnales en mi cuerpo, ser nuevamente presa del deseo y dejarme llevar por la pasión. No lo niego, al llegar a esa red social fui bien recibida, en seguida se sumaron muchos seguidores, no así con las propuestas, la más cercana fue la de un chico de treinta y siete años, que al parecer tenía todo, lamentablemente nunca leyó bien mis mensajes, ya para cuando él se había decidido yo… ¡había encontrado la cita tan anhelada! que, a continuación se las detallo.

Regrese a Facebook, pues no me quedaron más opciones, a pesar de todo soy una chica que no generaliza ni piensa que todos los chicos son cortados por “la misma tijera” pues para mi cada ser es único e irrepetible. Lo que sí, es que siempre tuve preferencia por los chicos maduritos (de treinta y siete a cincuenta y nueve años), NUNCA le había dado la oportunidad a un chico menor a mí, y no porque dudará de sus capacidades sexuales, por el contrario me imaginaba que estar con un chico de edad joven, también sería una deliciosa y placentera experiencia, pero cada chico que me abordaba, dejaba ver su inmadurez y falta de comprensión; situación que me hacía caer una y otra vez en los brazos de caballeros maduros. Aunado a eso, los chicos jóvenes son impredecibles, el deseo se les puede salir de las manos y el resultado no siempre puede ser satisfactorio.

Tampoco se los voy a negar… ¡la verdad es que si se me antojaba coger con alguien más joven que yo!, de hecho si les soy sincera era otra de mis fantasías reprimidas, mi subconsciente siempre lo supo, ese deseo por compartir la cama con alguien menor que yo y entregarme a él… ¡con mucha pasión! Sin embargo la fantasía se reprimía, no la había podido llevar a la realidad y no por falta de ganas, más bien por la mentalidad de los chicos de hoy, de repente mi  madurez se vuelve incompatible con el comportamiento de adolecente que aún suelen tener a los veinticuatro, veinticinco años. Como lo dije, evitaba el contacto con jovencitos, más no descartaba completamente la idea, y gracias a esto es que conocí a un excelente joven que hoy se puede dar el lujo de citarme para hacerme su puta.

Cristian (como se hace llamar en Facebook) es uno de mis files lectores, de hecho en estos momentos debe estar leyendo este relato (bueno eso espero), pues se lo prometí. Cristián me dejo un mensaje “inbox” a través de Facebook un veintidós de diciembre de dos mil quince; era un mensaje breve pero preciso, fue verdaderamente un placer leer sus halagos y saber su interés no solo por mis relatos, sino también por esta servidora. Rápidamente capto toda mi atención pues no era el típico mensaje que pregunta lo que es obvio, no perdió el tiempo, ¡fue directo pero cauteloso! La verdad me emociona que alguien me escriba para agradecerme u opinar de algo que les comparto, eso quiere decir que hay alguien que se toma el tiempo para dedicárselo a está servidora, y eso… ¡no tengo como pagárselos!...definitivamente es muy grato, mil gracias.

Intercambie algunas ideas con él cuando leí ese mensaje, me comento que también escribía, prácticamente que éramos “colegas”; ¡fueron tan amenos y cordiales sus mensajes que sin notarlo nos fueron acercando!, era muy probable que la barrera virtual pudiera ser derribada. Me envió un último mensaje ese mismo mes de diciembre; y sorprendentemente se ausento una larga temporada, ignoro el motivo o las causas, pero perdí contacto con él. Pasaba el tiempo, se me hacía extraño que ese chico me dejará de escribir, sobretodo porque mostro un deseo genuino hacia esta servidora. No se me hizo raro del todo pues hay chicos que me escriben un mensaje o dos “invitándome a coger” y como ven que sus dos mensajes no son suficientes, se desesperan y me dejan de escribir. Lamentablemente uno o dos mensajes no bastan para saber quién está del otro lado de la red, mi integridad está primero y obviamente no le puedo dar entrada a cualquiera, se los he dicho no es muy difícil llegar a mi cama, pero con uno o dos mensajes no lo van a conseguir, eso sí se los anticipo. Quizás no me lo va a creer Cristián pero estuve pensando en él. No le escribí porque tampoco me gusta ser insistente, no me gusta forzar la situación, cuando todo se da de manera esporádica es muchísimo más delicioso. Siguieron pasando los días, las semanas, los meses, poco a poco fui perdiendo la esperanza de volver a entablar contacto con él. Creo que se había marchado para no volver y definitivamente al saber que era un hecho, me provocaba tristeza y nostalgia, ¡pero estaba resignada a  no saber más de él!

Mensajes iban, mensajes venían y mi cita no llegaba. Mi nene me pidió el mes de abril como plazo para solucionar sus inconvenientes, y era obvio que esa opción no sería viable de momento. Todavía mi cama se sentía sola, todavía anhelaba sus besos, su calor, esperando su regreso. Se dice que una espina saca otra espina, pero para lograrlo se necesita, alguien verdadero (además de discreto y comprensible) y no encontrarlo me producía cierta desesperación.

Algo increíble sucedió el doce de abril (de este año), un nuevo mensaje de Cristián estaba por darle un giro a mi vida. Como si se tratará de magia, ese chico enigmático apareció de la nada, justamente así como se había ido, un buen día…¡volvió!. Había regresado con la intención de compartir mi cama, la sutileza de sus mensajes y su comprensión hacían que mi colita se derritiera por él. Las palabras fueron tomando más fuerza cuando marcamos una fecha para el encuentro, definitivamente no podíamos esperar más, ¡ya había pasado mucho tiempo! En mensajes subsecuentes le comente la mecánica del encuentro, ya solo faltaba afinar algunos detallitos que disiparíamos en días siguientes. De momento, hubo un pequeño inconveniente por parte mía que, hizo prolongar por una semana más la cita. Contrario a lo que esperaba, Cristián se mostró extremadamente comprensivo, de hecho me hizo pensar que tenía unos treinta y cinco, treinta y seis años por la manera en que se comportó. Parecía que eran  “pruebas” que nos ponía el destino, pequeños obstáculos que se vencen mejor en pareja. Su TOTAL y ABSOLUTA comprensión, así como su CABALLEROSIDAD fueron pilares para concretar esta cita.  

Venía la prueba de fuego más grande para los dos, y digo que fue para ambos porque, por un lado Cristián pudo desistir, y yo quedarme igual que al principio (o peor porque ya estaba MUY ilusionada con el encuentro). Ese sábado tuve un pequeño accidente que me mantuvo incomunicada de mis redes sociales, afortunadamente solo fueron cosas materiales, y aunque quede algo endeudada (más de lo que ya estoy) relativamente todo salió bien. Por lo mismo, no pude concretar la cita, de hecho ese sábado pretendía explicarle la mecánica, pero ni tiempo tuve de mandarle mensaje. Me fue imposible comunicarme con Cristián todo el fin de semana e inclusive el mismo lunes para explicarle, todavía tenía algunos pendientes derivados de este problema que me mantenían sumamente ocupada.

No fue sino hasta el día jueves que a través de twitter, les manifesté las causas de mi ausencia, en un mensaje breve y para callar algunas especulaciones les escribí. Está vez era mucho pedir, ya eran dos veces las que se cancelaba la cita (era mi culpa pero por situaciones fortuitas), no sé pero imaginaba que ahora si Cristián desistiría completamente de la cita. El viernes me logue a Facebook esperando encontrar mensajes reclamándome mi ausencia, sobretodo de él, pero una vez más estaba equivocada y doblemente. De principio porque Cristian me había escrito COMPRENDIÉNDOME a la perfección por el problema que esta atravesando, y segundo me sorprendió una vez más pues ¡apenas tiene veinticuatro años! ¡Woww!, me quede con la boca abierta. 

Otros chicos por menos que eso (sobre todo de su edad) me han reclamado insinuando que son “pretextos” para no concretar por mi parte, la cita. Inmediatamente le escribí para hacerle saber mi gratitud por su invaluable comprensión y que muestra de mi interés le daba una nueva fecha para el encuentro, ¡él estaba muy emocionado! y está servidora estaba que no cabía de la felicidad, prácticamente estábamos a dos días de conocernos físicamente. No sentí tanto nerviosismo, su comprensión me hizo bajar un poco la guardia, cosa que no acostumbro con personas que no conozco, pero él me daba mucha confianza.
Ahora si pude comunicarme con él, a través de mensaje de correo electrónico para explicarle la mecánica de la cita. Está vez pasaron los días muy rápido, sábado y domingo se me fueron como agua entre las manos, quizás el destino ahora si sería nuestro cómplice, después de habernos puesto demasiados obstáculos, ¡por fin se convertiría en nuestro aliado! Tuve contacto con Cristián el día lunes (unas horas antes), para avisarle la hora del encuentro, ahora sí teníamos un pacto… ¡con nuestros cuerpos lo sellaríamos! 

Los lunes y los martes son días en los que me puedo desentender de mis actividades un poco antes de mi salida habitual, puedo compensar ese tiempo viernes y sábados. No suelo hacerlo siempre para no abusar e impedir que está libertad de horario me sea coartada. Como ya tenía tiempo que no echaba mano de esta ventaja, me permití usar ese lunes para darle rienda suelta  a mis deseos carnales, una buena cogida que venía buscando desde hace varias semanas. Así que acomode mis cosas, cerré mi sesión en el sistema y me salí de la oficina para encontrarme con mi destino.

El transcurso para mi sorpresa fue mucho más rápido de lo de costumbre, tal vez el dichoso “hoy no circula” no esté funcionando para bajar los índices de contaminación pero si está bajando el aforo de automóviles y eso hizo que mi trayecto fuera breve. Llegué al punto acordado, y espere un par de minutos, sonó mi teléfono y era él ¡Cristián!, me marcó para avisarme que sería probable su retraso, “estaré media hora más tarde de la hora pactada” –me dijo-, ¡no te preocupes corazón! con calma que yo te espero –le respondí con mucha tranquilidad. Era más que obvio que lo iba a corresponder de la misma manera que él lo había hecho conmigo, Cristián me espero más de dos semanas, ¡media hora sería prácticamente nada!

Sentí la sensación de que no iba a llegar, no sé porque pero por un momento esa idea cruzo por mi mente, quizás fue porque esos minutos se me estaban haciendo muy largos y tediosos, y como bien dice el dicho la ociosidad no es buena consejera. Me puse a escuchar música en mi celular para hacer más llevadera la espera. Creí que se tardaría más de lo previsto pues en esta Ciudad es difícil llegar a tiempo. Antes de lo que me imaginaba ahí estaba….un chico robusto, joven, pero decidido. Lo salude con un cálido beso en la mejilla pero él, me tomo de la cintura y me planto un beso en la boca que me tomo por sorpresa; a decir verdad ¡me encanto!

Le hable y se sorprendió por mi voz; hay mucha gente que aún no cree que tengo un timbre de voz muy similar al de una chica biológica, situación que ya les platique también en algún relato. Ya en la habitación sus ojos me miraban lascivamente, y se postraban sobre mi cuerpo cual cazador esperando a su presa, ese vestidito rojo que delineaba mi figura, delatando mis pronunciadas nalgas. Repentinamente me tomó de la cintura con sus fuertes brazos, su excitación hizo blanco en mi cuerpo, y su boca se postro sobre la mía fundiéndose en un beso húmedo y profundo. Caímos directamente en el colchón de esa habitación del placer, intercambiando el deseo que transpiraban nuestros cuerpos.
Tomo mis manos y las colgó de su cuello mientras me besaba, no me atreví a pronunciar una sola queja. Era su momento….¡nuestro momento!. Yo sonreía y gozaba con sus deliciosos besos y esas caricias que estaban a punto de arrancarme el vestido. Su mirada despedía una picardía muy provocadora. Cristián es de estatura media, casi diríase alto, fornido, de cuerpo grueso, piel blanca, barba poblada muy poblada, cabellera oscura de chinos, esos chinos que mis manos acariciaban con mucha pasión. 

Le pregunte su edad y me contesto muy seguro: “tengo veinticuatro años”, estaba atónita ante semejante caballero que a pesar de su corta edad tiene una mentalidad muy madura, pero sobretodo sabe tratar a las mujeres, conducirlas y seducirlas. Tras esa pequeña pausa Cristian no desaprovecho el momento para hacerme saber su deseo por estar conmigo, por hacerme su mujer. Su cuerpo despedía un olor agradable, a limpio… se ve que es muy cuidadoso en su persona y sobretodo atento. Sobre la cama, me arrojó como un bulto en tanto, con su rostro curioso, esperaba mi respuesta. Yo me concreté a sonreír festejando el encuentro. Sin quitarme la mirada de encima, como si estudiara mi reacción para que yo no huyera, o tal vez para medir mi sorpresa, se despojó de su ropa de manera apresurada. Puso parte de su ropa en la mesa y otra parte cayo precipitadamente al piso.
Tenía los ojos de fuego; acto seguido se acercó a mí con lujuria. Su deseo se desbordaba por sus ojos y lo pude sentir tangiblemente en ese rico arrimón que me dio al estar detrás de mí. Su pene estaba durísimo, más que listo para cabalgar mis entrañas. De igual manera, comencé a desprenderme de aquel suéter negro de encaje con botonadura plateada. Con  rapidez Cristian se acercó a mí, y me ayudo a despojarme de la prenda. Por instantes, creí estar soñando un sueño muy bello….sus caricias interrumpieron mi pensamiento, coloco su pene en mis nalgas dándome otro arrimón, pero esta vez sin la trusa que me impedía verlo, su mirada despedía una excitante fiebre lujuriosa. 

Así iba vestida el día del encuentro les comparto las fotos



















¿Cuánto tiempo habría esperado este feliz encuentro desde los días previos y posteriores a los inconvenientes que tuve, durante los cuales ni siquiera habíamos tenido la oportunidad de tomarnos de  la mano? Yo también, ¡lo confieso!... lo había deseado ansiosamente. De pronto se detuvo, me contempló por unos instantes. Yo permanecía inmóvil. Nos mirábamos, esperaba que él se acostara a mi lado, me besara, me tomara en sus brazos, me acariciara y me hiciera más fácil el tránsito hacia su cuerpo que yo jamás había conocido. Poco a poco. ese vestido rojo resbalo por mis curvas hasta caer en la alfombra de la habitación, dejando al descubierto mi delicioso cuerpo ataviado solo por esa lencería de color rojo con negro, que indudablemente ¡incitaba al placer!. Cristián no soporto más y coloco el condón en su pene, observe la escena, no había más que entender, era lógico que el minuto exacto de ser su mujer…¡había llegado!. 


Coloque un poco de lubricante en la entrada de mi cálida y estrecha colita que ya esperaba ansiosa sus embestidas. Le puse un poco más en el pene de Cristián que estaba ansioso por hacerme suya. Poco a poco, y centímetro a centímetro pude sentir ese falo deslizándose por mis entrañas con gran asiduidad. Con una cabalgata lenta, me tomo de la cintura para introducir todo su delicioso pene por mi colita que para esos momentos, ya estaba más que lista para comenzar a saborear esas deliciosas estocadas. Me repitió lo deliciosa que estaba, todo lo que le gustaba mi tersa piel blanca, mis labios que devoraría a besos. Me resultó imposible seguir viéndolo a la cara, clavé la mirada contra toda mi voluntad en el piso y exclame unos gemidos de placer, que para esos instantes se estaba apoderando completamente de mí. Cristián permanecía ahí, de pie, endiosado, embistiendo mis nalgas con gran destreza, sudando pero con un rictus de felicidad que lo motivaba a penetrarme fastuosamente 


¡Dios! …¡sí que lo necesitaba!, esa deliciosa sesión de sexo desenfrenado ya no era un sueño, era una magnifica y placentera realidad. ¡Cuánto disfruté el apetito feroz que Cristián sentía por mí!;… mientras tuviéramos ese deseo brutal, habría pasión para rato. Cambiamos de postura, me acosté boca abajo y Cristian se subió arriba de mí para seguir disfrutando de mi cuerpo. Me besó, me besó los hombros, la espalda y el cuello. Me hacía estremecer cuando su aliento de fiera en celo se introducía en mis oídos llenos de palabras prohibidas que él pronunciaba para soltarme, animarme y hacer que me entregara a él sin pudor alguno.
Cuando el macho se montó encima de mí, gemí de placer, me retorcí resultado de aquel cúmulo de sensaciones agradables que emanaban de mi cuerpo, el sudor resbalando por cada rincón de mi cuerpo delataba el placer que no pude decir con palabras. Esas palabras soeces motivaron mi deseo de amar, las caricias rendían mi ser entregándome a él sin inhibiciones. 


Cuando me di cuenta de que éramos uno, y que aunque no nos habíamos presentado formalmente hasta ese momento, Cristián ya cabalgaba por los cielos montado en una potranca pícara, unos años mayor a él. Esa ternura en su mirada, hablo sin decir palabras, me envolvió en algo ¡tan bello!, ¡me lleno de alegría!. ¡Cógeme papi, cógeme! –exclamé con la voz entre cortada de tanto amar-, “dime que eres mi putita, dímelo” –exclamo Cristián con voz de mando”-; se lo dije: soy tu putita papi, cógeme rico, cógeme duro, así, así…mmm,  no pares, ¡ahh!...un fuerte gemido involuntario interrumpió las palabras que le dirigía a mi macho.
¿Te gusta mami? –me pregunto-, me encanta corazón, tienes un camote delicioso –respondí mirándolo lujuriosamente-. Este macho tiene un aguante infinitamente delicioso, no conocí un amante (hasta ese momento) que no se viniera; no les presumo pero a mi colita le dicen la “ordeñadora”; sus paredes cálidas aunado a esos deliciosos apretones que da, ha visto caer a varios miembros sedados de tanto placer, increíblemente este no era el caso, parecía como si acabáramos de empezar la relación sexual. Cristián sudaba, gozaba, (al igual que una servidora) pero lejos se veía, de que su leche fuera a resbalar por mis nalgas.


Aposte mi última carta, (pensando en hacerlo venir deliciosamente) cambiamos de postura tomando la iniciativa de ser la vaquerita que lo dejará sin leche; ¡acepte el reto!, modificando un poco mi técnica, le daría unos apretones endiablados, y unos sentones magníficos, que no podría resistirse. Y así fue, se acostó boca arriba, coloque su pene en mi ano y lo inserté hasta el fondo de mi corazón. Con ansia loca empecé a cabalgar a ese macho de hierro al cual, mi colita no había logrado sacar ni gota de leche, mi ano estaba desafiando a ese falo que parecía de acero, resistiéndose a entregar todo su semen.

Fue así como me prepare, entre el hormigueo rico y la excitación impregne el doble de lo que entrego en cada relación, en cada montada le dejaba caer todo mi peso estrepitosamente y sin piedad, cada bajada contraía mis paredes anales como nunca antes; “dale vaquerita dale”- me decía emocionado. Yo por mi parte, gemía, disfrutaba de aquella escena, que se podía reflejar en el espejo de aquella habitación. Lo monte por varios minutos, incluso me pregunto si ya me había cansado, le respondí que no de manera desafiante, no estaba dispuesta a dejarlo ir sin la leche que tanto esperaba. Parecía que la “terapia intensiva” estaba dando resultados, Cristián sudaba, gemía, y en ocasiones me daba unas certeras nalgadas que terminaban por excitarme más. 

Poco a poco fui acelerando el ritmo de la cabalgata, esperando ese triunfo tan anhelado que sería ver el condón reventando de leche.
No sé cuántos minutos pasaron pero la postura me estaba agotando, después de varios minutos de placer, escuche el ruido de la televisión; era ineludible… y aceptando mí derrota le propuse un cambio más de postura. Está vez mi colita se topaba con un monstruo de la misma magnitud que ella, POR PRIMERA VEZ  mi última carta estaba siendo desvanecida y derrotada por aquellas estocadas firmes y retadoras que mi macho me propinaba. Al parecer su delicioso miembro estaba ganando esta batalla de amor. El marcador: Cero puntos para mí, varios puntos para él.  Deje a su libre decisión la siguiente postura; ahora sería yo quien estuviera boca abajo, su falo incansable penetraría por enésima vez mis entrañas. Estuve a punto de pedir un descanso, pero mi deseo es incontrolable, una vez que lo provocan no tiene límites. Mi cuerpo se estaba cansando más no mi colita de fuego.

Como macho en celo, llego hasta mi cálida entrada para cubrirla una vez más, coloco su pene incansable, y tomándome de la cintura me lo dejo ir con fuerza hasta el fondo de mis entrañas, mientras tanto mis piernas descansaban en sus hombros, Cristián me miraba con pasión, saciando su apetito sexual desmedido, y yo… ¡abriendo las piernas para que él me poseyera completita, con una actitud lasciva, comportándome como la puta que soy; haciendo que mi libido sustituyera la razón, saboreando de ese absoluto y delicioso sexo, todos mis pensamientos se concentraban en él.


Estaba siendo tan placentero y delicioso ese encuentro que no me di cuenta que la diminuta tanga que Cristian hizo a un lado para penetrarme, me estaba lastimando; aun así mis nalgas seguían soportando estoicamente y sin rendirse aquella cabalgata que para ese momento no tenía fin. Estuvimos largo tiempo en esa postura hasta que mis piernas se “durmieron”. Tuve que pedirle un cambio más para relajar mis extremidades, que además de cansadas ya no las sentía de tanto amar. Muy comprensivo me dijo que si, ansioso por colocar su pene en mis entrañas como si fuera un imán, se acomodó detrás de mí en la clásica postura “de ladito” y me penetró con pasión con movimientos candentes y circulares. Seguí su ritmo apretando su miembro con mis paredes anales, ya no había mucho camino por recorrer pues a casi ¡dos horas de estar siendo penetrada!, ese SEXO INTENSO…¡ estaba rindiendo mi ser! 
Me impulsó agarrando fuertemente mi trasero y lo abrace con mis piernas para clavarme en su miembro portentoso. 

Mis manos se aferraron a su cabello, mientras su lengua traviesa recorría mis hombros, y mi cuello….esos me fascina corazón –exclame con pasión-, fue entonces cuando Cristián continuó comiéndose mis delicados hombros y cuello, con más fuerza. El oír su voz, mirar su cara y sentir su piel, es una sensación incomparable e irrepetible. Me encantaba estar entre sus brazos siendo su mujer, ¡su puta!…¡su todo!, mi cuerpo se rindió, dejo de exclamar suspiros y jadeos, y no porque no quisiera, mi humanidad estaba exhausta de tanto amar, cansada de recibir tanto amor. 

La intempestiva penetración y el sudor humectando nuestros cuerpos, aunado a esas deliciosas manos que recorrían mi espalda y nalgas con desesperación revivían por momentos mi pasión. Sus manos inquietas bajaron mi corset dejando a su merced mis pequeños pechos, por supuesto para esos momentos mis pezones estaban durísimos, ¡como piedras! Su boca llegó hasta ellos chupándolos de manera increíble, me seguía sorprendiendo de donde sacaba tanta pila este chico. Mi culo punzante por la deliciosa explosión que mi macho me asestaba, en cada empujón me aferraba con la convicción de hacerlo venir, aun sin perder la esperanza todavía; me seguía entregando a él con mucha pasión, por su parte su boca seguía sellando con besos provocativos y candentes toda mi  espalda, su lengua recorriendo mi oído y hombros me provocaban los últimos espasmos de placer, se dio cuenta de mi reacción y para hacerme más vulnerable, continuó brindándome ese placer que parecía infinito

Su pecho caliente y sudoroso goteaba en el mío, y aproveche el momento para beber su emulsión salada, fragante…parecía que por fin se rendiría. Tomo un breve descanso para que le chupara su miembro, me dijo “yo no la tengo tan grande como la del negro que te cogió la última vez, pero está rica”. No había duda, estaba deliciosa esa verga incansable, que ya no sabía de qué manera hacerla venir, mi lengua esmaltaba su tronco rígido y surcado por las venas que mostraban su poderío. No sé si fue mejor o peor, pero darle sexo oral solo hizo que su pene se volviera a inflamar, a inyectarse de sangre. Interrumpí el consentimiento oral para sentirlo en mi ser, bastaron unos breves minutos para que se recuperara, y nuevamente ¡el deseo se hizo presente! Su pene se deslizaba como mantequilla hasta topar con las paredes de mi esfínter. Cerré mis ojos disfrutando de ese mágico momento.
Después de una mirada a mi frenesí, arremetiendo en su falo,  me observó contemplando el edén de mi cuerpo rindiéndose ante él, era un rostro sudado pero concentrado resollándose y en taladrándome sin consideración. Me inquietaba la situación, no sé porque razón no se “venía”, tal vez es de un aguante poco común, tal vez eran los nervios, quizás me hizo trampa y se puso un retardarte…nunca lo sabré pues todavía cuando me cabalgaba con mucha pasión y constancia le suplique para que se viniera, me remordía la conciencia el hecho de que yo había experimentado dos orgasmos y el todavía ¡ninguno!

Fruncía el ceño deliciosamente, no me gusta hacer esto cuando el amor está en su apogeo pero precisamente por eso les comento a todos mis amantes del tiempo del que disponemos. Tuve que decirle que teníamos cinco minutos más antes de finiquitar nuestra cita. Me afianzo muy bien de la cadera como si no me quisiera soltar, como si quisiera vivir pegado a mis caderas,  yo más que nadie deseaba que ese momento fuera perpetuo, pero desafortunadamente como la Cenicienta, tengo el tiempo medido.
No tuve más remedio que recordarle la hora para que frenara su interminable cabalgata. Me dio pena ponerle fin así de pronto pero una vez más se lo comente “ya lo habíamos acordado”. Y como caballero que es, respeto el acuerdo sin increparme y sin mayores inconvenientes. Se dirigió a la ducha para asearse, salió y estuvimos platicando breves momentos en lo que se vestía. Tomo sus cosas, antes de marchar todavía le dije: “no sé por qué no pude hacerte venir, hubiera sido fantástico sentir tu leche resbalando por mi boca o pompas”…en fin. 

Con un gran beso nos despedimos, tome un poco de papel para limpiarle los labios, pues mi labial se había quedado igual que mis caricias, ¡en su piel! No le importo y me volvió a besar, se despidió de mí y me dijo que esperaba la fecha para la próxima cita. La primera cita puede ser “debut y despedida” o bien la confirmación de un sexo delicioso que se puede repetir cuantas veces podamos. Y no lo digo solo por el también hablo de mi desempeño en la cama. Afortunadamente pasamos la prueba, y en estos momentos estamos planeando ya lo que será el segundo encuentro, cuerpo a cuerpo piel a piel, esperando que en está ocasión pueda venirse como nunca antes…no me pierdo la oportunidad de probar por segunda ocasión de este SEXO INTENSO, ¡que tengan ricos orgamos!, nos leemos en el siguiente relato.

2 comentarios:

  1. comadre te felicito...que envidia..me vine como tres veces...y el tipo ni una...que chulada...comadre. te quiero y admiro..eres super genial..y no nos dejes y danos mas..no como tu galan en turno..ya que ni nos podremos sentar en un buen tiempo..cuidate y escribeme para saber mas de ti. tqm..y bye.

    ResponderBorrar
  2. chico suertudo.
    te ves mas delgada; bien por ti.

    ResponderBorrar