Vistas a la página totales

lunes, 6 de abril de 2015

La despedida, y el renacer de Arlenne



Por el paso del tiempo, de no visitar y renovar mi anuncio, me dieron de baja “mi perfil”, y yo… ¡no hice nada por impedirlo!, ya que al fin tenía lo que quería, buscaba y anhelaba: Una relación sin compromisos ni ataduras, pero estable, con el respeto total a mi vida personal por parte de mi pareja en turno: Ángel, mi “Ángel de la Guarda”.
Para corresponderlo le entregaba mi cuerpo y deseos, pero lo más importante mi lealtad, pensamientos y respeto; cada encuentro se encargaba de subirme a las estrellas en pequeñas y suaves nubes de algodón, despacio, poco a poco y de manera exquisita, tan amena y cálida era su compañía que me olvidaba por completo del tiempo y espacio, como si no existiera nada más en el universo;… solo él y yo.
Por mi parte me dedicaba a estar en exclusiva para él  me encantaba mimarlo, consentirlo y provocarlo para terminar en sus brazos exhaustos de tanto amar. Nunca le pregunte cuestiones inherentes a su vida personal, pues mi idea no es incomodar ni ser indiscreta, por eso nunca supe si era casado, o divorciado. 

Y como todo cuento de hadas que llega a su ineludible fin, así se esfumo un mes de Marzo de 2014 nuestra bonita amistad. Les platicaré como se dio este inminente fin. Como ya era costumbre acordamos un nuevo encuentro, solo que está vez no tuve éxito en comunicarme con él, no respondió mis llamadas, mensajes ni correos, y no insistí pues como ya les platique, que es integrante activo de la resistencia del sindicato del SME, no quise interrumpirlo, pensando que estaba en algunas de sus juntas o mítines, ya bien sabía que cuando no me contestaba era por algo, entonces desistí de momento y dije le llamaré más tarde o esperaré a que me marque, ya que eso acostumbraba, justo cuando ya podía contestarme me regresaba la llamada para ver que se me ofrecía, cosa que no paso está última vez (ya no me dio buen presentimiento).
Insistí una vez más en la noche, y otra vez ¡me mandaba a buzón!. En su celular llevaba ese bonito recuerdo de una de nuestras tardes de pasión (en vídeo), así como una foto de la primera cita, quise suponer que tal vez era casado y que su esposa encontró las pruebas de su infidelidad y que sin querer, lo metí en un problema. Habíamos quedado de vernos el sábado y desde el jueves ya no me contestó, la última vez que hable con él fue un día miércoles por la tarde, todavía me insistió “cuando ya no quieras nada conmigo dímelo y lo sabré entender”, me lo decía prácticamente en cada cita, una y otra vez y justamente él, fue quien no supo corresponder a dicho detalle pues nunca me dio la cara para decirme que la relación que teníamos fenecería. 

Todavía ese sábado intenté comunicarme con él, pero me enviaba por enésima vez al buzón, ya no insistí. En la semana trate de reanudar comunicación con él, tanto por correo como por teléfono pero su negativa me indico que ya no quería saber más de mí. Hay dos cosas: la primera es que al ofrecer discreción y cero problemas significa eso, no estar molestando cada ratito, llamando y siendo indiscreta o inoportuna, y segunda: yo insisto dos veces, y después…¡ya no!, no me gusta rogar mi cariño a nadie por más que parezca que lo merece, y aunque suene fría nadie es indispensable. Nunca supe los motivos exactos por los cuales todo este sueño se lo llevó el viento, tuve algunas  sospechas pero no recibí un mensaje o una llamada para explicarme su decisión, solo así como empezó se fue.

Estuve por varios meses sumida en una profunda incertidumbre casi rayando en la depresión, por las mañanas extendía el brazo y extrañaba el rose de su piel. En mis ratos de soledad trataba de adivinar cuál fue mi error para que no me quisiera ver más, la verdad que no lo quiero reconocer, pero aún lo extraño, después de él ¡ya nada fue igual!. Por el cariño y respeto que le tuve (y le tengo) y que atesoro en un lugar muy especial de mi corazón, decidí no molestarlo más, dejarlo vivir su vida y que cada quien siguiera por su camino.
Sin notarlo los días fueron pasando, se convirtieron en meses…casi sin querer estaba viviendo de nuevo. Me di tiempo para asimilar esto, estaba triste sí, pero añoraba esos besos, abrazos, los detalles…esas maripositas que se sienten en el estómago cuando hay una relación que nos mueve “el tapete”. Así que decidí finiquitar mi tristeza para empezar de nuevo, sane heridas y ahí estaba otra vez, buscando a mi complemento.


Trate de regresar con mi perfil de siempre, pero cuando intente, era demasiado tarde, quise crear uno nuevo pero ya saben nunca falta la gente que “ni come ni deja comer” me reportaban mis fotos (gente envidiosa), así que cambié de página me harte de que, más tardaba en colocar mis datos que en que me los reportarán.

Estaba buscando donde subir mis datos para conseguir una nueva cita, y por azares del destino llegue a la página donde actualmente están mis datos de contacto. Nunca había escuchado de una página así, me gusto porque en el perfil están, primeramente los datos de contacto, la edad, sus gustos, que es lo buscan, de donde son, hace cuanto iniciaron sesión, así sabes que perfiles están activos y que perfiles quedaron en el abandono. Me llamo la atención el perfil de un señor que según datos de la página tenía entre 55 y 60 años, de hecho y justamente por él estoy en esta red. 

Para poder comunicarme con él tuve que inscribirme a dicha página, y es muy breve el registro así que en menos de lo que imaginaba, ya le estaba escribiendo al señor en mención para decirle que lo que él buscaba era muy parecido a lo que yo le podía ofrecer, solo había un pequeño inconveniente, la edad…él quería travestis de 44 en adelante, y dije tal vez por mi juventud, mi propuesta no le atraiga, pero no me rendí, le escribí y me arriesgue a que me rechazara quizás, pero no me quede con las ganas de decirle que tenía deseos de compartir una tarde de sexo y pasión con él. 

Afortunadamente y a pesar de mi edad, este señor me dio la oportunidad de demostrarle que también las travestis jóvenes tenemos el criterio, y sabemos ser buenas amantes, entonces se empezó a dar un intercambio de correos en el que felizmente la química y afinidad se fueron dando, poco a poco nos fuimos acercando a la cita tan deseada, nos pusimos de acuerdo por correo y solo tratamos pequeños detallitos por teléfono; su voz me cautivaba, era muy grave y varonil, denotaba un señorón en toda la extensión de la palabra. Por mutuo acuerdo dispusimos que el encuentro se diera en un hotel, a las cinco de la tarde un día jueves, ya que los otros días debido a su jornada laboral, le era imposible. Estaba que no cabía de felicidad llena de ilusiones y deseos, a unas horas de empezar una nueva y grata aventura..
Por seguridad mía y de mi anfitrión no ahondaré en detalles de cómo concreto mis citas, solo les diré que ya la fecha había llegado, por fin lo conocía y… ¡lo tenía frente a mí!. No era un súper galán, pero la verdad si TODO UN CABALLERO. Me lleve mi cámara con la intención de tomar algunas fotos y/o video (como recuerdo), pero desafortunadamente me lleve mucho tiempo maquillándome, y ya no fue posible, y por respeto a su privacidad (así me lo manifestó), no quiso fotos. 

Estaba pensando en llevar un vestido azul entallado que me compré hace unos días antes del encuentro, pero a la mera hora no me gusto como se me veía, entonces opte por sacar todas mis cosas y ver qué es lo que me quedaba mejor. Ahora le doy la razón a las chicas biológicas cuando dicen "no tengo nada que ponerme" a pesar de que se tenga un mar de ropa a la orden, de repente no encuentras nada, y es que cuando tengo una cita, trato de verme lo mejor posible. No me decidía dije opss, lo bueno es que siempre un día, o dos antes busco mi ropa para que el día de la cita no se me haga tarde. Ese día previo al encuentro, tarde muchísimo decidiendo que prendas iba a llevar, hasta que por fin poco a poco me fui poniendo de acuerdo conmigo misma.

Así fue como elegí la ropa interior: mi corssette negro favorito (de ligueros) unas medias de red para liguero, una mini tanga negra, encima de ella una tanga tipo "cachetero" como comúnmente les dicen, color negra con blanca, como de  "cebra o vaca". De ropa me decidí por algo casual, una minifalda gris de holanes,  una blusa de encaje negra, y por fin pude estrenar  mis zapatillas transparentes de plataforma, aunque de repente no eran muy compatibles con la duela del piso del hotel, se me resbalaban, valía la pena el sacrificio, pues adornaban mis pies excelentemente. De accesorios lleve un collar color azul-gris, pulsera negra con rosa en el tobillo, dos pulseras en las manos (una en cada una), aretes y una diadema color gris. Está mal que yo lo diga (lo sé) y no es por presumirles pero me veía ¡buenísima! 


La habitación 106 de ese hotel fue testigo de todo lo que les voy a relatar. Lo recibí cordialmente  con un beso en la mejilla -le dije-, ¡me da  mucho gusto conocerte!; taciturno y algo sorprendido me dice: “te ves guapísima”, me pidió que me quitara los lentes, (se me olvidó decirles que llevaba unos lentes puestos para verme todavía más sensual), me vio mi cara y me dices ¡luces muy linda!.

Instalados ya en la habitación, dejo un portafolio tipo "doctor" que traía en el tocador del espejo, saco de su cartera quinientos pesos y de manera sorpresiva me dijo: “no me mal intérpretes y no me lo tomes a mal por favor; sé que no me pediste dinero pero como no pude comprarte un detallito, pues salí rápido  de la oficina, quiero y  espero que aceptes este dinero, ojalá que  te sirva para seguir comprando “tus caprichitos” como tú le dices”. Woww que detalle, ciertamente no soy una escort y el lucro no es el fin de mis relaciones, pero eso me dejo sin palabras, no era la cantidad, ¡era la atención que tenía conmigo!. Trate de devolvérselos, pues le dije que el trato era que solo pagara el hotel y los condones, y me dice no, de ninguna manera, tómalos, y para serles sincera ya no me hice del rogar, los tome pues el dinero nunca está de más, pensé… no me vaya a tomar la palabra y me quede como el perro de las dos tortas. No me lo van a creer, pero en ese momento me sentí como toda una puta que estaban pagando por mis servicios, fue una sensación rara, ¡pero me gustaba!.

Pidió servicio a la habitación, tomamos dos bebidas, él una cerveza, yo un refresco. Estuvimos charlando como por media hora, según me comenta, es un economista retirado, ahora trabaja para una empresa (ya sin tanta presión) me sorprendió pues habla alemán, se  nota que es un hombre de mucho mundo. Se preguntaba por qué una chica tan joven busca la compañía de “casi” un viejo, y le dije que por malas experiencias con chicos jóvenes, es que me acerque a los señores maduros, pues además de ser muy formales en las citas, cogían delicioso; le impacto mi frase “estar con un señor maduro, es como conocer otro mundo”. 

Poco a poco mis palabras lo fueron excitando, los minutos transcurrían, se quitó su saco, se puso cómodo y me dice “quiero verte caminando nena”, claro que si corazón, -respondí- tus deseos para mí son ordenes papacito. Así que me puse de pie para darle gusto a mi hombre, trate de caminar lo más sensual posible pero la duela estaba haciendo de las suyas, tan es así que él tuvo que corregir mi postura al estar caminando, me dijo que caminara viendo al frente y que lo hiciera sin agachar la mirada, con los hombros bien firmes, me dio vergüenza decirle que la duela no me dejaba caminar bien.

Como en pasarela camine una y otra vez, provocándolo, seduciéndolo… mis pasos y gestos cada vez eran más cachondos, ¡definitivamente mi plan de seducción estaba dando resultados!. Sorpresivamente me tomo por detrás, sus manos se posaron en mis caderas y al ritmo de una canción que previamente puso en su “ipad”, me invitó a bailar. Me dice “ven mi niña, quiero que bailemos está canción” y ahí pude sentir el palpitar de su corazón, no estaba nervioso, pero si ansioso de hacerme suya.

Estuvimos bailando por breves minutos, yo estaba encantada, fantaseaba cuando de repente una palabra de sus labios me saco de mis pensamientos, me dice “sabes me gustó mucho tu carita de niña buena”. Ya para ese momento habíamos pasado de los abrazos y repegones a los besos y las caricias… me encantó su seducción, pues me estaba “cocinando” a fuego lento. No estaba como los chicos jóvenes, que te quieren encuerar rápido, y no hay besos, no te saben seducir y mucho menos excitar, el sexo se degusta, no se hace solo por “hacer”
Para corresponderle empecé a hacerle un tipo “strip tease”, le dije “toma asiento y disfruta papacito”…con movimientos cadenciosos, y seductores empecé a bailar, a contonearme a ritmo de una balada, mis movimientos no eran profesionales lo sé, pero estaba logrando su cometido, que era excitar a mi hombre. Me desprendí de mi ropa poco a poco y despacio, hasta quedarme en lencería, me empine lo suficiente para prenderlo más, como invitándolo a pecar. 

Ya no pudo más y me dijo ven mi niña, te quiero tocar, y no era la típica manoseada desesperada (que también me gusta eh) pero experimentar estas caricias más leves y seductoras fueron de mi agrado. Me acaricio, me besaba el cuello, y a su vez yo lo excitaba hablándole y pasando mi lengua por su oído, estábamos “calentándonos”. Nunca me había pasado…mi tanga estaba bien mojada de la parte de mi colita, este señor logro que mi “chiquito lubricara como nunca”, ya no lo pedía, ¡exigía me penetrara ya!.

Sus gruesas manos recorrieron mi espalda, acariciaba mi corsette, hasta bajármelo así despacio y delicadamente, descubrió mis pequeños pechos y empezó a mamarme mis diminutos pezones muy rico y delicioso, me faltan adjetivos para decirles lo que sentí exactamente, me tenía excitadísima, ¡a mil!.. Por favor papi, no pares sigue mi amor, no pares mi nene (le decía). Que ricos besos intercambiábamos, muy húmedos y profundos (como a mí me gustan), su inquieta lengua jugueteo con la mía. 

Recorrió mi espalda con su lengua, mientras con sus gruesas manos acariciaba mis piernas ataviadas en negro…. hasta que me dice “quiero verte empinada en la cama”, y obviamente yo más puesta que un calcetín accedí;  me empine de manera muy sugerente y cuando él subió al colchón también, se puso detrás de mí, yo me pegue para que mediera un arrimón muy rico, para sentir su pene que ya estaba erecto. Moví mis nalgas en círculo para prenderlo más, se quitó los pantalones y la camisa, sin querer tiro la cerveza que estaba en el vaso, pero como estaba empinadísima, ya ni hizo caso, estaba concentrado en mi culo.

Empezó a olfatear mi colita y mi tanga, me dice  “que rico hueles mamita”, recorrió con su lengua mis nalgas, para posteriormente quitarme la tanga de cebra, la toco, y me dice “ya está muy mojada”, me abrí de piernas para que me pudiera quitar la tanga, se la puso en la cara, después en sus dientes, continuo olfateándola, ahora  la puso en su boca y me dice bésame, ambos nos dimos un beso raro, pero rico pues quiso que la tanga se interpusiera entre sus labios y los míos. Tiro la tanga al suelo y bajo su cara a mi ano, uff empecé a sentir que rica lengua, no sé si era mi imaginación pero sentí su lengua rasposa (como la de los gatos), tal vez por su edad la tenía así, pero dije…¡que me importa se siente delicioso!, y me deje llevar.
Me dio un sexo oral tan rico, que en mis sueños húmedos su lengua aún está presente, no saben que delicia, recorrió mi ano como si su lengua fuera una pluma muy delicada pero húmeda; se insertaba, se salía…mi ano pedía a gritos ser penetrado; me tenía en un verdadero dilema pues por una parte ya quería que me penetrara y por la otra no quería que terminara el excelente sexo oral que me estaba brindando, de manera abrupta me abrió las piernas, separándolas muy bien para que se metiera toda si lengua, me atrevería a decir que este hombre puede llevar al clímax a una mujer o travesti únicamente con su lengua, y no exagero. Para excitarme más me lengüeteaba las ingles, y parte de mis huevos, ¡fue delicioso y muy placentero!.

Lo acosté y le dije “ahora voy yo papacito, quiero que sientas igual de rico como estoy sintiendo yo”, y le empecé a mamar su pene, ya en la puntita tenía la gotita de líquido pre seminal, esperando por una rica mamada, trate de corresponderle de la misma manera aunque creo que le quede a deber, hice mi mejor esfuerzo, le daba unas succionadas para venirse, pero estoicamente aguanto. Para placer de él, con mi lengua juguetona, le daba masajitos circulares en su “cabecita” y así estuve algunos minutos con esa rutina chupe y chupe, en ocasiones bajaba a chuparle y lamerle sus peludos huevos, mientras con mis manos le hacia una deliciosa chaqueta, succionando, hasta que me dice “ya mami…¡ya no puedo más! ponte de perrito”. 

No sé porque todos mis amantes al verme empinada me piden esa posición, ¿será por mis pompotas?. Con sus dos grandes manos me tomo de mis caderas y puso su pene en la entrada de mi ano, coloco algo de lubricante (que ya no hacía falta pues mi ano estaba dilatadísimo), pero como caballero que es y para no lastimarme así lo hizo. Empezó a cabalgarme lentamente, delicioso, despacito y sin prisas, pero luego arreció duro, muy duro, yo le decía así papito así dámelo todo no pares dámelo rico.
Me puso de ladito, hizo que juntara bien mis piernas para que mi ano apretara más su pene ¡y yo encantada!, comenzó nuevamente a embestirme, tengo la costumbre de que cuando me cogen, aprieto mi ano para que sientan más rico de tal manera que si estoy estrecha, se haga más estrecho mi ano y disfrute aún más mi pareja. Posteriormente me acostó boca abajo y se subió, comenzó cogerme, eso fue muy rico porque mientras me penetraba, también me besaba la espalda, acariciaba mis duros pezones y me decía cosas muy  ricas en el oído.
Descansamos un poco (a petición de él), todavía no se venía… se fumó un cigarrito, yo tome un poco de refresco, respire me arregle un poco el cabello, ya en la habitación se podía oler y percibir el sabor del sexo.

Para retomar, se la volví a mamar, en cuestión de minutos su verga ya estaba nuevamente erguida, lista para entrar en mis entrañas de nuevo, y otra vez me pido que me empinara… se subió así como si estuviera montado una yegua en celo, yo encantada, me cogía delicioso, yo sudaba, gemía, pedía más, ¡que rico! De recordar mi ano se vuelve a dilatar como en aquella ocasión.

Después me subí arriba de él, me mamaba mis pequeños pechos, me daba unas nalgadotas ¡riquísimas!, eso me prendió demasiado. Posteriormente se acostó, me di la vuelta y me  puse en la típica posición de mariposa o flor de loto, y me metí hasta el fondo, me incorpore de tal manera que parecía que estaba haciendo sentadillas, metí su pene hasta el fondo de mi ser, lo empecé a montar  despacito, (no se crean mi experiencia ya va siendo más y también he aprendido a moverme rico), después rápido, esa combinaciones hicieron que nos ¡viniéramos juntos!, increíble pero si, nos estábamos viniendo a la vez, el gemía gritaba, yo solo suspiraba y de vez me salía un gemido profundo… no saben cómo gemíamos de estar terminando juntos.

Me dijo que estuvo muy rico que eso pasara en nuestra primera cita. En resumen me dio una deliciosa cogida diferente pero placentera, la verdad es que ya me hacía mucha falta, me decía cosas bonitas al oído y encima ¡me dio una propina!, que rico…no podía pedir más esa tarde, esa rica tarde en la que Arlenne renacía!!.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario