EL REENCUENTRO (Chapter
2)
El
sudor resbalaba por nuestros cuerpos, mis gemidos alentaban a mi nene a
penetrarme con mayor premura. Como poseídos por el sexo, estábamos cogiendo sin
parar, no pude guardar en mi cuerpo el deseo, ¡y le entregue hasta el alma! Me
mojaba los labios con los suyos que sabían a miel, cediendo ante el deseo, solo
de vez en vez volteábamos al espejo para contemplar ese delicioso encuentro tan
pasional, tan lleno de calidez, devorándonos el uno al otro, una escena digna
de ser exhibida en una película para adultos. Mis contracciones anales hacían
que su verga se hinchara hasta el límite, tenía la intención de no dejarle una
gota de leche, mi nene se dio cuenta de mi juego y comenzó a empujar con más
fuerza, sus gemidos me derretían, sus caricias me hacían perder la razón, y su
pene…¡oh Dios su delicioso pene que embona perfectamente con mi estrecho culo!
Es como si tuviera la medida exacta, quizás por eso la adicción desmedida que
mi cuerpo siente por él…en verdad que me hacen falta adjetivos para describir
está sensación tan exquisita, placentera y única.
No
solo tenemos sexo, es un lenguaje corporal al que nos hemos acoplado
perfectamente desde la primera cita, como si ya conociéramos de muchos años o
adivináramos lo que el otro busca; no necesitamos decir nada, no hay palabras,
solo gemidos y caricias que son el idioma de nuestra piel. Sin separarnos nos
dirigimos hacia la cama que ya espera por nuestros cuerpos sudorosos y ávidos
de sexo y pasión. Me encanta que me tenga ensartada, me prende muchísimo que me
mire con esos ojos de lujuria, y me haga su mujer.
Me
toma de las piernas y las abre completamente; mi instinto es dejar que me
someta y haga de mí, ¡lo que él quiera! me encanta ser su alumna sexual,
suspiro y contemplo el rostro de Fernando todo empapado de sudor. Toma su pene
erecto y lo coloca en la entra de mi ano, lo frota contra mis paredes, y
empieza a estimularme deliciosamente, poco me falta para exigirle que me
penetre…un gemido involuntario se escapa de mi boquita de cereza,
¡ahh!...aprieto mis manos y cierro mis ojos, mi cuerpo se entrega
frenéticamente a este concierto de caricias, que culmina con una agradable estocada,
profunda y sin piedad… es de verdad una sensación increíble, de las pocas cosas
por las que vale la pena vivir. Me monta y me devora con mucha pasión, tomo su
mano e inevitablemente la comienzo a apretar, no le digo nada pero, ese apretón
de manos le indica que la cabalgata está siendo placentera. Me corresponde y
también aprieta mi mano, eso me indica que mi colita está haciendo lo propio,
por lo que contraigo con más premura mis paredes anales, que solo ceden…
¡cuando él me penetra!; esa sensación es inigualable, cada que su pene entra
puedo percibir esa hinchazón, e igualmente sin decirme nada, sus ojos me agradecen
con una mirada lasciva y retadora.
Casi
a punto de descargar todo su amor sobre mí; Fernando hace una pequeña pausa a
la apresurada cabalgata, manteniendo mis piernas sobre sus hombros, en segundos,
se recupera y me taladra deliciosamente, comiéndose hasta el último rincón de
mi ser. Fernando es como un lobo que tras cazar a su presa devora hasta el
último rincón de ella, me encanta ser su platillo favorito y deleitar todos sus
sentidos. Mi nene empieza a gemir deliciosamente, sus alaridos me motivan para
mover en círculos mi colita, contraigo mis paredes anales para exprimir hasta
la última gota de leche, mi colita se aferra y poco falta para que entre tanto
apretón, se me quede el condón dentro de mí. Es una mezcla exquisita de
caricias, sudor, palabras soeces susurrantes y sexo que dan como resultado un
orgasmo mágico, que aunque dura unos cuantos segundos, es suficiente para
calmar las ansias de nuestro agitado ser.
Me
gusta que Fernando me abrace después de terminar muy rico, me encanta escuchar
su respiración agitada, y ver el sudor resbalando por su vigoroso cuerpo,
contemplar su rostro y sentirme su
mujer. Tras varios minutos de haber consumado nuestro amor, Fernando se dirige
al baño a limpiarse. Yo hago lo propio y me retoco un poco el maquillaje, es
difícil conservar el glamour cuando el sudor…¡ese delicioso sudor! resbala por
tus mejillas, como fiel huella del amor.
Conversamos
un rato más, él toma un poco de cerveza y yo agua. No sé lo que me pasa pero mi
dependencia hacia él, va creciendo cada día un poco más. Como niña indefensa
caigo entre sus brazos, me dejo mimar, consentir, a veces pienso que me tiene
hechizada. Nos besamos apasionadamente, una vez más provocando al deseo.
Nuestro amor es locura en todo contexto, una mezcla de furia, de amor y de
sexo. Había soñado tanto este precioso momento, palmo a palmo, beso a beso….en
el silencio de esa cama. Esos besos empiezan a
provocar el deseo que en nuestros cuerpos habita, sus varoniles manos me
derriten completamente, las cenizas reavivan ese fuego que está a punto de
consumir nuestra humanidad.
Fernando
es un volcán de pasión contenida y hace erupción esa noche sobre mí cuerpo. Nos besábamos como desesperados y nos
tocábamos degeneradamente por todos lados. Habíamos apagado la televisión para
disfrutar de ese concierto auditivo que nuestros gemidos nos brindaban. Me
coloque en la postura de “perrito” para que mi nene me montara, sus manos
acariciaban mi culo, y antes de embestirme me contempló empinada, ensalivaba su
pene, y me asechaba, mi ano se abría y se cerraba, era una provocación directa,
hasta que repentinamente y de una sola estocada, me clavo su miembro sin
piedad. Sus manos se aferraban a mi cintura, y bruscamente me clavaba su sexo,
sus huevos chocaban con mis nalgas, en ese duro compás me la metía toda, pero cuando digo toda es
¡toda!, clavándose hasta el fondo de mi corazón, hasta lo más profundo de mi ser, causándome un
placer divino. Fernando sudaba y gemía mientras me ensartaba, apretándome
contra su cuerpo con toda su fuerza, escuchando sus quejidos al poseer mi culo
completamente. Por mi parte empecé a
moverme con cadencia, de una manera exquisita, con movimientos circulares,
disfrutando y sintiendo cada centímetro de la verga de Fernando, de adelante
hacia atrás, de lado a lado. No podía
ver su rostro ni él el mío, pero nuestros quejidos inundaron el cuarto.
Hicimos
el amor como dos animales en celo, Fernando
llevaba tiempo sin coger y por lo que respecta a mí, llevaba cerca de dos meses
sin actividad sexual, por lo que liberarnos de esa manera, nos llevó a botar
esa noche todas las ganas acumuladas. Fernando nuevamente me embestía, yo
seguía a cuatro patas, y aferrada a su cuerpo; mi nene invertía todas sus
fuerzas, una y otra vez, haciendo chocar su robusto cuerpo contra esas grandes
nalgas que amortiguaban sus embestidas.
El
tiempo pareció detenerse, nada nos importaba, solo sentir y entregar placer el
uno al otro. Para que hablar del frio de la habitación, desapareció
completamente pues a pesar de que ya era temporada invernal, y de que la
ventana estaba entre abierta, nunca lo notamos. El tiempo pasaba y pasaba y
ninguno de los dos tenía ganas de parar, descubriendo otra faceta de nuestra
vida, con un viaje al pecado que ya no tenía vuelta. La resistencia de Fernando
se vio flaqueada al tenerme en esa posición, yo gemía como loca, con su verga
enterrada hasta el fondo de mi culo, luchaba por que esto no terminara, pero no
fue posible. Con un prolongado ¡ahh que rico mami! y seguido de litros y litros
de leche caliente que, inundaban y estuvieron a punto de reventar el condón;
así entre susurros y jadeos; venciendo una vez más ese estoico y duro miembro,
sacándole toda la leche que en una hora
o más de estar cogiendo se había acumulado.
La noche aún era joven, por lo que caímos
rendidos, exhaustos, transpirados. Nuestros cuerpos bañados en sudor, nuestras
bocas secas, tratando de recuperar el aliento y asimilar lo que había pasado. Como
siempre, ese encuentro fue pasional, ardiente, fogoso y verdaderamente
alucinante. No sé si solo yo lo creo pero, considero que somos el uno para el
otro en la cama. Me encanta su manera de coger, me enloquece, sin el afán de
comparar, no he tenido un amante igual. Nos volvimos a besar de manera
pasional, su lengua traviesa se inserta en mi boca, mientras la mía le
corresponde y juguetean. Me fascina ese lapso en el que tomamos un pequeño
descanso pues, los amantes dan paso a los amigos. Me encanta estar entre sus
brazos disfrutando de sus charlas de fábula, toma su celular y me muestra algo
de lo que hace en su tiempo libre, es verdaderamente interesante conocer un
país distinto y las costumbres de este, aunque sea por este medio. Y es que mi
nene se encuentra laborando en un país Sudamericano, y comparte conmigo esos
detallitos que atesoro en mi corazón. No soy muy fanática del vino, pero
después de ver esos interesantes vídeos y la elaboración de los mismos me han
dado ganas de tomarme unas cuantas copas ¿alguien me invita?...
Sus
besos y caricias se quedan en mi cuerpo como tatuajes indelebles, revivir esos
instantes a través de estas líneas hacen que mi cuerpo suspire y se estremezca,
quisiera que hubiera un invento que detuviera el tiempo por unos instantes, son
tan placenteras esa horas a su lado que no quisiera que terminarán ¡jamás!.
Miramos un poco la televisión pero no encontramos nada que nos llame la
atención, así que la dejamos encendida a bajo volumen y seguimos platicando,
poniéndonos al corriente de las cosas que no podemos conversar ampliamente a
través de “inbox”, me acaricia mi cuerpo, le acaricio su rostro, nos
contemplamos acarameladamente como dos novios de secundaria, encantados, con la
felicidad en su máxima expresión. Si la felicidad se pudiera transpirar estoy
segura de que esa habitación quedaría completamente inundada. Regularmente
hacemos el amor dos veces por cada cita, para algunos podrán decir que dos son
muy pocas, otros más dirán que es regular, la verdad es que para mí no se trata
de cantidad, si no de calidad, no solo es la penetración lo que hace a un
encuentro placentero, es esa combinación justa de caricias, besos, cachonderia,
erotismo que hacen realidad esa magia que se hace presente a través de nuestros
cuerpos.
Me
fascina convertirme en su amante, en su mujer, ¡en su puta! Lo confieso: me
enamore de su verga, y de su forma en la que me coge, no lo puedo evitar. A
veces quisiera no sentir ese deseo, pues cuando él no está, cuando se ausenta
por varios meses, tengo que reprimir ese deseo que en ocasiones me hace un nudo
en la garganta, no hay algo que reemplace su presencia, mucho menos su forma de
amar. Un suspiro sale desde el fondo de mi alma, estoy resignada a que la cita
está próxima a llegar a su fin, pero Fernando me tiene sorprendida. Se
incorpora y me manifiesta su deseo por hacerme el amor una vez más, aunque no
me garantiza nada, me tiene emocionada, yo estoy dispuesta a ayudarlo para que
esto sea posible.
Siento
su pecho agitado y sus caricias rodear toda mi humanidad, me sumerjo en ese mar
que es su piel. Recostados, me acaricia y mi piel se estremece despertando el
instinto, no puedo contra eso, soy como una marioneta en sus manos dispuesta a
satisfacer hasta el último capricho, bendita pasión es como ácido nítrico que
anula la mente. No me lo dice, pero noto que mi nene está algo exhausto por la
actividad vigorosa que consumamos, Así que para hacerle más fáciles las cosas,
lo dejo recostado, y la hembra en celo que cohabita dentro de mí, sale para
devorar al cazador.
Ahora
será mi turno para demostrarle que tanto he aprendido de él, de mi maestro
sexual, las clases están a punto de rendir frutos. Cada orificio de mi cuerpo está
siempre ahí disponible para el miembro de mi nene, ya sea mi boca o culo…la
verdad es que quisiera que pudiera penetrarme todos y cada uno de mis poros,
pero me conformo con que me llene el culo y boca con su grueso y delicioso
miembro. Me puede pedir el imposible más vencido, o un milagro y en un
santiamén por el poder del amor voy y lo hago.
Me
puse de rodillas, dirigí mi vista a su rostro, le sonreí provocativamente, acto
seguido agaché la cabeza y para hacerle
una deliciosa felación. Primero lo hice en la parte de abajo, junto al escroto.
Con mucha suavidad lo recorría de abajo hacia arriba, deteniéndome
placenteramente en el surco que separa el tronco del pene con su cabeza. Luego me
concentré sólo en la cabeza, provocándole una hinchazón ¡deliciosa!, lamiéndola
y succionándola con mis labios. La sensación era irresistible y de verdad me
gusta chupar y ensalivar una buena verga.
Fernando
solamente atinó a acariciar mi cabello, me lo hacía a un lado para que mi
carita estuviera libre de comerme todo su miembro, de un solo bocado, y me concentre en hacerlo disfrutar. Me concentré
en sus huevos, comencé con caricias atrevidas, le pasaba mis uñas delicadamente
lo que provocaba unos gemidos deliciosos, mientras con la otra mano lo masturbaba
con firmeza apretando su exquisita verga.
Cuando
sentí que su pene estaba lo suficientemente erguido, le sugerí que intentáramos
esa tercera relación, proporcionarle esa felación hizo que mi coita se volviera
a humedecer y calentar. Para que no tuviera que hacer esfuerzo hicimos la “vaquera
invertida”. Coloque un preservativo en su delicioso miembro, que ya para entonces
estaba duro, bastante grande. Mientras me deleitaba con ese pedazo de falo, él colocaba
un poco de lubricante en su pene, la verdad es que yo no necesitaba lubricante
pues mi colita ya estaba lo suficientemente mojada. Me coloque de espaldas, insertando
poco a poco, y sintiendo cada centímetro de ese falo, su miembro salía y
entraba con gran facilidad, sus manos tocaba mi espalda baja, la sensación tan
exquisita provocó que mis pequeños pechos se endurecieran, estaban como
pequeñas rocas. Empecé con una cabalgata que tenía un ritmo y cadencia normal, las
sentadillas que hago en mis ejercicios me fueron de gran ayuda para no cansarme,
pues él estaba acostado, pero yo al filo de la cama, con los pies en el piso, me
quite las zapatillas que me para esa posición me resultaban un poco incomodas.
Puedo
percibir como palpita anhelante su virilidad dentro de mis entrañas, con mis
manos separo mis nalgas para que pueda entrar hasta el último repliegue, cierro
los ojos y saboreo lenta y deliciosamente. Me sumerjo en ese estallido de
sensaciones exquisitas que recorren mi culo en cada montada. Me hago un poco de
lado para que mi nene pueda ver la escena tan candente que está frente a
nosotros, justo en el espejo de esa habitación; con dificultad levanta su
rostro y me dice: “se ve delicioso nena” al momento que dejo caer todo mi peso,
clavándome todo su miembro.
Con
movimientos circulares y contrayendo mis paredes anales empiezo a coger a
Fernando de una manera exquisita, percibo esos espasmos, no sé pero en esa
postura mi culo se ve más redondo, me gusta ver como desaparece su pene en mis
entrañas. La sensación es de verdad exquisita, mi húmeda cavidad está a punto
de explotar. Mis profundidades húmedas y cálidas lo reciben completo, lo abrazan
y envuelven con desenvoltura.
Hay
cosas que sólo pueden decirse con palabras, las demás ha de pronunciarse con el
cuerpo, y definitivamente así es, cuando estoy con él me encanta expresarle con
cada rincón de mi cuerpo, lo bien que la paso a su lado. Debo confesarles que
mientras me montaba de vaquera inversa, aproveche para masturbarme…voltee para
ver a Fernando pero tenía los ojos cerrados, su rostro y su pechos sudados, sus
manos se aferraban a la sábana de aquella cama que era un verdadero templo del
placer. Besos inéditos, palabras nunca antes dichas, susurros no ensayados y
caricias dotadas de una nueva fuerza y calidez, sexo pasional y desmedido, convivencia
fraternal, es justamente lo que encuentro en Fernando, quizás por eso me cautiva,
y muy probablemente a eso se deba el enculamiento que siento y que no me deja
vivir sin él.
Es
intensamente placentero sentir esa combinación de sensaciones, ese falo hasta
el fondo de mi humanidad, mientras me masturbo deliciosamente, es de los
placeres más deliciosos que me ha regalado la vida. Imprimo más velocidad a la
cabalgata, estoy a punto de venirme, quiero controlar esa sensación, pero estoy
tan excitada que sin notarlo, chorros y chorros de leche salpican y caen al piso
de la habitación, experimento un clímax extremadamente agradable, he llegado al
orgasmo, mis gemidos me delatan…suben de tono, aquellos gemidos que parecían un
susurro se convierten en gritos de placer, que ineludiblemente emanan desde el
fondo de mi ser. Fernando no lo nota, sigue gozando de mi colita que para ese
momento ya es un horno, le encanta como me deslizo, el aún no termina así que
me encargo de llevarlo también al paraíso.
La
cabalgata se estaba prolongando más tiempo del debido, cosa que no me
disgustaba, por el contrario; aunque para serles sincera, mis piernas ya comenzaban
a sentir los estragos y comenzaban a flaquear, cada subida y bajada me restaba
fuerza en las piernas, mis muslos empezaban a temblar, pero no estaba dispuesta
a rendirme. Lo sé quizás hice trampa pero no quería dejar a Fernando sin
disfrutar de ese maravilloso clímax del placer, así que aposté mi resto y comencé a subir y bajar más rápidamente,
no se dé donde saque fuerzas pero, estaba dando resultados, lo volví a combinar
con esos movimientos circulares y cadenciosos, también comprimí mis paredes
anales a tal grado de sentir que su pene se atoraba en mi culo, el momento
preciso estaba a punto de llegar. De pronto empiezo a escuchar su respiración
más agitada, y sus alaridos más pronunciados, me toma de la cintura y casi
brincando le dejo caer todo mi peso, solo escucho como mis nalgas rebotan en
sus peludos huevos….un fuerte ¡ahh!..¡que rico! delicioso nena; que me indica
que mi nene se está viniendo placenteramente, para tomar un pequeño descanso me
quedo así, solo aprieto mi colita para sacarle hasta la última gota de leche.
Mi espalda cae en su pecho, me abraza, me manosea como loco, busca mi boca y la
besa. Aprieta mis pequeños pechos, y nos quedamos un momento en esa postura…siento
su pecho agitado y su corazón palpitante, la hinchazón de su pene está
cediendo, puedo sentir que mi esfínter ya no está tan presionado.
Fernando
se sale de mí y puedo percibir que el condón se me ha quedado dentro, con mucha
leche, tanta que parecía la primera relación, me daba gusto que mi nene hubiera
guardado toda su fuerza y vigorosidad para mí. Con los dedos saco el condón de
mi colita, tenía ganas de voltearlo y chupar toda la leche, o meterlo al revés
y sentir como hervía dentro de mí ser, pero me contengo y lo tiro en el cesto
de basura.
Ya
no tengo noción del tiempo ignoró que hora es, estoy cansada, exhausta, pero
satisfecha, miro el rostro de Fernando e igual que yo está exhausto pero muy a
gusto. La idea era quedarnos esa noche completita pero él estaba por salir a
tierras Sudamericanas para seguir con el largo proyecto que tiene encomendado
en su empleo.
Nos
despedimos con un cálido beso, prometiendo otra noche de locura, sexo y pasión desenfrenados,
ya solo espero a que mi nene regrese a tierra azteca para hacer nuestros sueños
y deseos más profundos ¡realidad!, que tengas ricos orgasmos, hasta el
siguiente post.
PD:
Discúlpenme que está vez no hubo fotos pero cuando nos vimos fue un
encontronazo, y pues le dimos prioridad a la cita, prometo que se los recompensaré,
besos!!
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